SOL

v. Estrella, Luna
Jdg 5:31 los que te aman, sean como el s cuando
Job 9:7 manda al s, y no sale; y sella las estrellas
Job 31:26 si he mirado al s cuando resplandecía
Psa 19:4 en ellos puso tabernáculo para el s
Psa 84:11 s y escudo es Jehová Dios; gracia y
Psa 104:19 hizo la luna .. el s conoce su ocaso
Psa 121:6 el s no te fatigará de día, ni la luna de
Ecc 1:9 lo mismo .. nada hay nuevo debajo del s
Ecc 11:7 es la luz, y agradable a los ojos ver el s
Son 1:6 en que soy morena, porque el s me miró
Isa 13:10 el s se oscurecerá al nacer, y la luna no
Isa 30:16 como .. del s, y la luz del s siete veces
Isa 49:10 ni sed, ni el calor ni el s los afligirá
Isa 60:19 el s nunca más te servirá de luz para
Isa 60:20 no se pondrá jamás tu s, ni menguará
Joe 2:10; 3:15


Sol (heb. shemesh, jeres, jammâh; aram. shemash; gr. helios). La estrella más cercana, alrededor de la cual giran la Tierra y los demás planetas de nuestro sistema. Apareció el 4o dí­a de la creación para que rigiera el dí­a; mientras la Luna, la luz menor, debí­a regir la noche (Gen 1:16-19). La salida y la puesta del Sol constituyen los fenómenos naturales más fácilmente observables para señalar la secuencia de los dí­as. Entre la salida y la puesta del 1116 Sol los hebreos reconocí­an a lo menos 3 perí­odos: la mañana, cuando el Sol aumenta su calor (1Sa 11:9; Neh 7:3); el mediodí­a (2Sa 4:5); y la tarde, designada por la expresión “aire [fresco] del dí­a” (Gen 3:8). Preservado por Dios y sujeto a sus leyes (Jer 31:35; Psa 104:19), el Sol aparece en lenguaje poético como si morara en una tienda en los cielos y saliera en la mañana, así­ como el novio lo hace de su tálamo (Psa 19:4-6). Muchas naciones de la antigüedad adoraron al Sol personificado por uno o más de sus dioses, pero el Señor advirtió a su pueblo en contra de este culto, una clase de idolatrí­a con la cual se relacionaron los israelitas durante su permanencia en Egipto y por su contacto con los pueblos de Canaán y de Siria. A pesar de esta advertencia, Israel se fue tras estos dioses-soles paganos (2Ki 21:5; 23:5, 11). (Para verificar cómo eran los sí­mbolos del dios Sol, véase la parte central de la fig 274; y en la fig 487, la imagen de un disco solar alado que aparece en la parte superior de una gran puerta.) En cierta ocasión Dios intervino en el curso natural del Sol para proporcionar más luz con el fin de que Israel continuara la persecución de sus enemigos (Jos 10:12-14). Lo que no se sabe es si se detuvo la rotación de la tierra, o si la luz visible era refractada, o si Dios usó algún otro medio para conseguir su propósito.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(heb., shemesh, server, or, luminaria, hammath, cuerpo caliente, heres, que causa ampollas; gr., helios, sol). El sol, la luna y las estrellas determinan los tiempos y las estaciones (Gen 1:14; Job 38:33; Jer 31:35). La noche y el dí­a eran causados por el sol (Gen 1:5). Cuando el sol aumentaba su calor era media mañana (1Sa 11:9); mediodí­a era cuando estaba más brillante (Gen 43:16); después del mediodí­a el calor disminuí­a y era el fresco del dí­a (Gen 3:8). El sol también determinaba las direcciones. La dirección donde se levantaba el sol llegó a ser el este (Isa 45:6); la dirección donde se poní­a el sol (Psa 50:1) era el oeste. La mano izquierda o cuarto más oscuro fue el norte, y la mano derecha, o cuarto más brillante, el sur (Gen 13:14; Job 37:17; Eze 40:24). El sol también hizo posible la supervivencia del hombre, porque producí­a frutos (Deu 33:14).

El sol es como un novio (Psa 19:4-5), está en su escondite (Hab 3:11 DHH), nada se esconde de él (Psa 19:6), es seguro (Psa 72:5) y señala el cuidado constante de Dios (Psa 84:11). El problema de astronomí­a causado por la detención del sol (Jos 10:13) y el retroceso en el cuadrante solar (2Ki 20:11; Isa 38:8) puede hallar respuesta al menos en parte en los recientes descubrimientos de los cientí­ficos de estos segmentos de tiempo extra en la historia del universo.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Fue adorado por los hebreos y otros, 2Re 21:3-5, Job 31:26-27.

– Determina los puntos cardinales, Isa 45:6, Sal 50:1.

– Se usa para comparar con él la gloria de Cristo y de los santos, Mat 17:2, Mat 13:43.

– El oscurecimiento del sol, era sí­mbolo de calamidad, Ez.32;7, Ji.2:10,31.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

La †œlumbrera mayor† que señorea durante el dí­a, fue creada el cuarto dí­a (Gen 1:14-18). La luz es anterior, pues fue creada en el primer dí­a (Gen 1:1-5). El s. era objeto de adoración por parte de casi todos los pueblos con los cuales Israel tení­a contacto. Los egipcios lo llamaban Re, y su culto era especial en la ciudad de †¢On (Heliópolis [ciudad del s.]). Los cananeos y los caldeos también lo adoraban, quedando el nombre del s. (semes) en la toponimia de Israel ( †¢Bet-semes, †¢En-semes, †¢Ir-semes, etcétera). Dios prohibió eso (Deu 4:19) con pena de muerte (Deu 17:2-5). Sin embargo, los israelitas cayeron en este pecado, pues vemos que †¢Josí­as tuvo que eliminar a aquellos que adoraban †œal s. y a la luna y a los signos del zodí­aco, y a todo el ejército de los cielos†, y quitó †œlos caballos que los reyes de Judá habí­an dedicado al s. a la entrada del templo de Jehová … y quemó al fuego los carros del s.† (2Re 23:5, 2Re 23:11; Isa 17:8; Eze 8:16).

El s. se detuvo en la famosa batalla de †¢Gabaón, tras la oración de Josué (Jos 10:12-13). El rey †¢Acaz hizo un reloj de s. (2Re 20:11; Isa 38:8). La expresión †œdebajo del s.† es utilizada por el Predicador para aclarar que sus razonamientos son hechos desde el punto de vista humano, que no conoce lo que está más allá (Ecl 1:3, Ecl 1:9, Ecl 1:14; Ecl 2:11, Ecl 2:17-19, Ecl 2:20-22, etcétera). El Mesí­as, y su gobierno, serán †œcomo el resplandor del sol en una mañana sin nubes† (2Sa 23:4). En el cielo †œno tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del s., porque Dios el Señor los iluminarᆝ (Apo 22:5).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, ELEM ARQU

fot, dib00036, dib00283

ver, DIVINIDADES PAGANAS, EGIPTO, QUMRíN, JOSUE (Libro), RELOJ DE SOL

vet, Astro del dí­a. Dios lo creó (Gn. 1:16; Sal. 74:16; 136:8), lo mantiene y lo dirige (Jer. 31:35; Mt. 5:45; Sal. 104:19). La vegetación crece, pero también se deseca bajo el calor del sol (Dt. 33:14; 2 S. 23:4; Jon. 4:8). La Biblia dice que el sol se levanta, se pone, recorre el camino en su curso en los cielos (Sal. 19:4-6). Estas expresiones siguen siendo usadas en la actualidad. Se ha querido mostrar como argumento en contra de las Escrituras, que presenten al sol como moviéndose en relación con la tierra. Sin embargo, esta postura es, desde el terreno de la misma cosmologí­a, insostenible. En base a la mecánica, todos los movimientos del universo son mutuamente relativos, y el punto de referencia que se tome como fijo para medir los movimientos de todos los demás objetos con respecto a este punto es totalmente arbitrario desde el punto de vista de la fí­sica. Ello se debe al fracaso en el intento de llegar a probar un espacio newtoniano absoluto y, por ende, un movimiento absoluto con respecto a este espacio. Las modernas concepciones de la Relatividad también asumen la arbitrariedad de la elección del punto de reposo, con respecto al cual se pueden derivar entonces las ecuaciones de los movimientos de los demás objetos. Así­, se puede tomar la tierra, como el sol, como la luna, como cualquier objeto celeste, desde un punto de vista fí­sico-cosmológico, como centro de movimientos de todo el universo, siendo cada uno de estos puntos, en palabras de Sir Fred Hoyle, “ni mejor ni peor que los demás”. Las Escrituras comparan la muerte prematura, la repentina pérdida de los bienes, con el ponerse del sol a mediodí­a (Jer. 15:9; Am. 8:9; Mi. 3:6). Los pueblos paganos contemporáneos de los hebreos adoraban al sol, en particular los babilonios en Sippar y en Larsa (o Samas) y los egipcios bajo la advocación de Ra, en On (cfr. Betsemes, “casa del sol”, o Heliópolis, “ciudad del sol”, otros nombres dados a On, Jer. 43:13; Gn. 41:45). (Véanse DIVINIDADES PAGANAS, EGIPTO, d.) Los profetas pusieron a los israelitas en guardia contra todas estas formas de paganismo, pero el culto solar ganó, sin embargo, adeptos entre ellos (cfr. QUMRíN [MANUSCRITOS DE], f). Los israelitas apóstatas erigieron altares al ejército de los cielos (2 R. 21:5), ofrecí­an sahumerios al sol, le dedicaban caballos (2 R. 23:5, 11; cfr. el culto persa, Herodoto 1:189; 7:54). Los idólatras enviaban besos a los astros, lanzándolos con la mano (Jb. 31:26-27). Para la detención del sol sobre Gabaón, véase JOSUE (LIBRO DE); véase también RELOJ DE SOL. El término heb. “hammãnîm” ha sido traducido “imágenes” (o columnas, estelas) consagradas al sol (Lv. 26:30; 2 Cr. 14:5; 34:4; 7; Is. 17:8; 27:9; Ez. 6:4, 6). Pero en Palmira se ha descubierto un altar que llevaba un nombre relacionado con el heb. “hammãnîm”. Así­, las “imágenes” o “columnas” dedicadas al sol pudieron más bien ser altares donde se le quemaba incienso (cfr. Os. 4:13). En Meguido se hallaron altares similares, anteriores al siglo X a.C., y que se usaban para el culto a Baal.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(-> sábado). Lumbrera celeste, creada por Dios el cuarto dí­a, para alumbrar a los hombres y para marcar los tiempos de las fiestas, las estaciones y los años (Gn 1,13-14). No es Dios, sino criatura de Dios, que los cristianos vinculan con Jesús. Conforme a la visión normal del tiempo, la Biblia supone que el sol gira en torno a la tierra.

(1) Signo sagrado, signo de Cristo: dí­a del sol o domingo. El sol ha podido servir y sirve como figura divina para los pueblos del entorno, pero los israelitas adoran sólo a Dios, que les ha tomado como pueblo de su propiedad y les ha liberado de la esclavitud y culto de los astros (cf. Dt 4,19-20). La adoración del sol, de la luna y de los astros ha seguido siendo por largo tiempo una tendencia y tentación para los israelitas (cf. Dt i7,3). En esa lí­nea la Biblia ha podido reelaborar y aplicar a Yahvé viejos himnos sagrados que en otro tiempo estaban dedicados al culto del Dios-Sol, venerado de un modo especial por los egipcios (cf. Sal 104). Significativamente, el libro de la Sabidurí­a “entiende”, pero condena, la actitud de los egipcios que adoraban a la naturaleza, expresada de un modo especial en las “lumbreras celestes” (Sab 13,1-3). El Nuevo Testamento, superado ya el riesgo de adoración del sol, puede presentar a Jesús como sol (luz de aurora) que nace de lo alto (Lc 1,78). El descubrimiento pascual de la tumba vací­a sucede “el primer dí­a de la semana, cuando el sol estaba saliendo” (Mc 16,2 par). Esa referencia ha podido contribuir al hecho de que los cristianos hayan dejado de celebrar el sábado (dí­a de descanso de Dios) y lo hayan sustituido por el primer dí­a de la semana, entendido como dí­a del Señor resucitado (cf. Lc 24,1; Jn 20,1.18). Más allá del descanso sabático de Dios está su acción pascual, entendida como principio de una nueva creación, que se inicia precisamente el primer dí­a de la creación, entendido como dí­a del Sol. Los cristianos se reúnen el primer dí­a de la semana, que para los romanos es dí­a del Sol, para celebrar el recuerdo de Jesús y compartir el pan (cf. Hch 20,7; 1 Cor 16,2). En algunas lenguas europeas modernas este dí­a sigue siendo dí­a del sol (stinday, Sontag), mientras que en otras se llama dí­a del Señor resucitado o Dominus (domingo, doménica). Según el Apocalipsis, el sol se despliega como signo divino, que resplandece en el rostro de Jesús, verdadero astro de vida (Ap 1,16; cf. 10,1; 19,17), como brillo glorioso que rodea a la Mujer celeste (Ap 12,1). Por otro lado, el sol cósmico es marca de cansancio (7,16), realidad caduca que muere con el viejo desorden del mundo (6,12; 8,12; 9,2). Al final ya no hace falta: su signo ha terminado y queda su verdad profunda que se expresa por Dios y su Cordero que son lámpara de amor y vida personal para los salvados (22,5).

(2) Sol, detente en Gabaón. El problema de Galileo. La referencia al sol que para y no sigue girando a fin de que culmine la victoria de Josué ha venido a ser uno de los textos más discutidos de la historia de la interpretación bí­blica, pues, en contra de Galileo Galilei, algunos eclesiásticos lo emplearon para probar que el sol gira en torno a la tierra. El texto nos sitúa en el tiempo de las guerras de Josué contra los reyes del mediodí­a de Canaán y recuerda una tradición según la cual Dios ayudó a los israelitas en su lucha, lanzando desde el cielo grandes piedras de granizo. Pero se acercaba la noche y para completar la victoria “el dí­a en que Yahvé entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, Josué habló a Yahvé y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ayalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser: y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un dí­a entero?” (Jos 10,12-13). La referencia a la parada del sol y de la luna está tomada de un Libro de Jaser (del Excelso), al que se alude también en 2 Sm 1,18 y quizá en 1 Re 8,12-13 LXX, un libro que no ha sido conservado. Son palabras de poesí­a simbólica, que sólo poética y simbólicamente pueden entenderse. Es evidente que Josué y todos los hombres antiguos creí­an que el sol y la luna se moví­an en torno a la tierra y que Dios lanzaba desde el cielo sus piedras de granizo. Pero eso forma parte de su contexto cultural y no puede entenderse como revelación de Dios, en sentido cientí­fico, en contra de aquellos eclesiásticos y cientí­ficos aristotélicos que se opusieron a Galileo. El tema y problema de fondo del texto no es el posible movimiento cósmico del sol, sino la ayuda que Dios ofrece a Josué y a los israelitas, en un tipo de guerra en la que parece que las fuerzas naturales ayudan a los fieles de Yahvé (como en Ex 7-15).

Cf. S. Bacchiochi, From Sabbath to Siinday, Gregoriana, Roma 1977; “The Rise of Sunday Observance in Early Christianity”, en K. A. Strand (ed.), The Sabbath in Scripture and History, Review and Herald, Washington D.C. 1982, 132-150; D. A. Carson (ed.), From Sabbath to Lord’s Day: A Biblical, Historical and Theological Investigation, Zondervan, Grand Rapids 1982; P. K. Jewett, The Lord’s Day, Eerdmans, Grand Rapids 1971; A. Walker, The Law and the Sabbath, Hartland, Rapidan VA 1985.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

La mayor de las dos lumbreras celestes de la Tierra; la principal fuente de energí­a, sin la cual serí­a imposible la vida en este planeta. El Sol (heb. sché·mesch; gr. he·li·os) y la Luna sirven al hombre de reloj para medir las estaciones, los dí­as y los años. (Gé 1:14-18.) Esta lumbrera es un regalo del †œPadre de las luces celestes†, quien hace que brille sobre todos por igual, tanto sobre inicuos como sobre buenos. (Snt 1:17; Jer 31:35; Mt 5:45.) Ciertamente puede decirse que este astro alaba a su magní­fico Creador. (Sl 148:3.)
El Sol es una estrella que mide aproximadamente 1.392.000 Km. de diámetro, es decir más de 100 veces el diámetro de la Tierra, y su volumen es más de 1.000.000 de veces mayor que el de la Tierra. La distancia media entre el Sol y la Tierra es de unos 149.600.000 Km. Se dice que la temperatura de la superficie solar es de unos 6.000 °C. Pero debido a la gran distancia que lo separa de la Tierra, solo una dos mil millonésima parte de su radiante energí­a llega a la Tierra. Sin embargo, es una cantidad más que suficiente para proporcionar las condiciones climáticas ideales que hacen posible la vida vegetal y animal sobre este planeta. (Dt 33:14; 2Sa 23:4.)

El brillo de Jehová y Cristo es superior. La sobresaliente brillantez y gloria de Jehová, el Creador del Sol, están indicadas por el hecho de que su Hijo resucitado, en una revelación parcial a Saulo, desprendió una luz cuyo †œresplandor sobrepasaba el del sol†. (Hch 26:13.) En la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, no habrá necesidad de luz solar, pues la †œgloria de Dios† la iluminará y el Cordero será †œsu lámpara†. (Rev 21:2, 23; 22:5.)

El poder de Dios sobre la luz del Sol. El dí­a que Jesús fue fijado en un madero de tormento cayó una oscuridad sobre la Tierra que duró desde la hora sexta (11 de la mañana a 12 del mediodí­a) hasta la hora nona (2 a 3 de la tarde). (Mt 27:45; Mr 15:33.) El relato de Lucas añade que la oscuridad cayó †œporque falló la luz del sol†. (Lu 23:44, 45.) Esto no pudo deberse a un eclipse solar causado por la Luna, como algunos creen, pues la oscuridad ocurrió en el tiempo de la Pascua, que siempre era tiempo de luna llena. Aproximadamente unas dos semanas después hay luna nueva, es decir, la luna está en la misma dirección que el Sol mirando desde la Tierra (cuando ocurren los eclipses solares).
Jehová habí­a demostrado su capacidad de anular la luz del Sol mucho antes de esta ocasión. Ocurrió cuando los israelitas estaban en Egipto. Durante la novena plaga, una densa oscuridad envolvió a los egipcios con una oscuridad †˜que se podí­a palpar†™. Duró tres dí­as, más que cualquier eclipse solar causado por la Luna. Además, en la cercana tierra de Gosén, los israelitas tuvieron luz durante ese mismo tiempo. (Ex 10:21-23.)
Cuando los discí­pulos de Jesús le preguntaron sobre su presencia y la conclusión del sistema de cosas, este predijo que se oscurecerí­a el Sol de forma inusual. (Mt 24:3, 29; Mr 13:24; Lu 21:25; compárese con Isa 13:10; Joe 2:10, 31; 3:15; Hch 2:20; véase CIELO [Oscurecimiento de los cielos].)

La hora y la dirección. A menudo se designaba la hora refiriéndose a la posición del Sol. (Gé 15:12, 17; 32:31; Dt 16:6; Jos 8:29; Jue 9:33; 1Sa 11:9; Sl 113:3.) La dirección se indicaba de manera similar. (Dt 11:30; Jos 12:1.) La expresión †œbajo el sol† se utilizaba para referirse a †˜cualquier lugar sobre la tierra†™. (Ec 5:18; 9:11.) †œAnte los ojos† del sol o †œenfrente del sol† significaba †œal descubierto, visible a todos†. (2Sa 12:11, 12.)

Uso figurado. A Jehová Dios se le llama †œsol y escudo†, no porque sea un dios de la naturaleza, sino porque es la Fuente de la luz, de la vida y de la energí­a. (Sl 84:11.) También se habla de El como una sombra para los suyos, de manera que †œel sol mismo no [los] herirᆝ. En esas palabras se asemeja el calor del Sol a las cosas que producen calamidad. (Sl 121:6, 7.) La persecución (Mt 13:5, 6, 20, 21) y la cólera divina a veces son representadas por el calor abrasador del Sol. (Rev 7:16.)
Jehová asemejó a la rebelde Jerusalén a una mujer que habí­a dado a luz siete hijos, y describió el juicio que le sobrevendrí­a con la expresión figurada: †œSe ha puesto su sol mientras todaví­a es de dí­a†, es decir, experimentarí­a calamidad antes que llegase el anochecer de su vida. Esto se cumplió cuando Babilonia destruyó Jerusalén. (Jer 15:9.) De manera similar, Miqueas profetizó contra los profetas que engañaban a Israel: †œEl sol ciertamente se pondrá sobre los profetas, y el dí­a tendrá que oscurecerse sobre ellos†. (Miq 3:6; compárese con Am 8:9.) La gobernación del reino de Jehová se representa como algo tan brillante que en comparación se puede decir: †œLa luna llena ha quedado corrida, y el sol relumbrante se ha avergonzado†. (Isa 24:23.) Jesús dijo que en la conclusión del sistema de cosas †œlos justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre†. (Mt 13:39, 43; compárese con Da 12:3; véase LUZ, I.)

La adoración del Sol. Durante su obra de limpieza, el rey Josí­as †œdejó sin negocio a los sacerdotes de dioses extranjeros, que los reyes de Judá habí­an colocado para que hicieran humo de sacrificio […] al sol y a la luna†. †œAdemás, hizo que los caballos que los reyes de Judá habí­an dado al sol cesaran de entrar en la casa de Jehová […] y los carros del sol los quemó en el fuego.† (2Re 23:5, 11.) Tiempo después, el profeta Ezequiel recibió una visión del templo de Jehová en Jerusalén mientras se hallaba en Babilonia. Vio allí­ a 25 hombres entre el pórtico y el altar, †œinclinándose hacia el este, al sol†. (Eze 8:16.) Esas prácticas repugnantes llevaron a Jerusalén a su ruina en el año 607 a. E.C., cuando Nabucodonosor, como instrumento de Jehová, destruyó la ciudad y el templo. (Jer 52:12-14.)

La sombra que retrocedió diez gradas. La utilización de los relojes de sol se remonta al siglo VIII a. E.C. en Babilonia y Egipto. No obstante, la palabra hebrea ma·`alóhth, que muchas versiones (DK, LT, SA, etc.) traducen †œreloj de sol† o †œcuadrante† en 2 Reyes 20:11 e Isaí­as 38:8, significa literalmente †œgrados†, †œgradas† o †œescalones†. (Véanse BAS; BJ; Fer; RH, 1989; Val, 1989.) Esta misma palabra también se emplea en los encabezamientos de las quince †˜Canciones de las Subidas†™, desde el Salmo 120 hasta el 134.
En 2 Reyes 20:8-11 y en Isaí­as 38:4-8 se halla el relato del portento que Dios realizó para el enfermo rey Ezequí­as como respuesta a la oración de Isaí­as. Este portento consistió en hacer que la sombra que avanzaba gradualmente, retrocediese y volviese a subir diez gradas. Es posible que en este pasaje se haga referencia a las gradas o grados de un cuadrante o reloj de sol, y no serí­a extraño que el padre de Ezequí­as poseyera tal dispositivo, o quizás hasta que lo hubiera obtenido de Babilonia. Sin embargo, cuando el historiador judí­o Josefo comenta este relato, dice que estas gradas de Acaz estaban †œen el palacio†, lo que tal vez indique que formaban parte de una escalera. (Antigüedades Judí­as, libro X, cap. II, sec. 1.) Es posible que al lado de las escaleras se hubiera colocado una columna en la que dieran los rayos del Sol, y que proyectara una sombra que avanzara gradualmente a lo largo de las gradas y sirviese para medir el tiempo.
Cabe la posibilidad de que ese milagro tuviera que ver con la relación entre la Tierra y el Sol; de ser así­, es posible que fuese parecido al registrado en Josué 10:12-14. (Véase PODER, OBRAS PODEROSAS [El Sol y la Luna permanecen inmóviles].) De las palabras de 2 Crónicas 32:24, 31, donde se indica que se enviaron mensajeros desde Babilonia a Jerusalén para preguntar en cuanto a este suceso, se desprende que los efectos de este portento llegaron hasta lugares lejanos.

Fuente: Diccionario de la Biblia

jelios (hlio”, 2246), de donde se deriva el prefijo castellano helio–, así­ como el nombre del gas noble helio, descubierto por vez primera por examen espectográfico en la corona solar antes de su identificación en la tierra. Se emplea: (a) como un medio de los beneficios naturales de la luz y del calor (p.ej., Mat 5:45), y de poder (Rev 1:16); (b) de sus cualidades de resplandor y gloria (p.ej., Mat 13:43; 17.2; Act 26:13; 1Co 15:41; Rev 10:1; 12.1); (c) como un medio de destrucción (p.ej., Mat 13:6; Jam 1:11); de miseria fí­sica (Rev 7:16); (d) como un medio de juicio (p.ej., Mat 24:29; Mc 13.24; Luk 21:25; 23.45; Act 2:20; Rev 6:12; 8.12; 9.2; 16.8). Nota: En Rev 7:2 anatole, levante, utilizado con jelios, se traduce “de donde sale el sol”; cf. la misma construcción en 16.12, traducida “oriente” (RV y VM: “nacimiento del sol” y “oriente”).

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

(heb. šemeš; gr. hēlios). Además de muchas referencias que indican meramente la hora del día, la Biblia menciona ciertos efectos naturales del sol, tales como el crecimiento de los frutos de la tierra (Dt. 33.14; 2 S. 23.4), el marchitamiento de plantas insuficientemente arraigadas (Mt. 13.6), la producción de lesiones físicas (Sal. 121.6; Is. 49.10; Jon. 4.8; Ap. 7.16; 16.8, etc.), y la inspiración del deseo de vivir (Ec. 11.7). Alusiones poéticas tales como “tabernáculo para el sol” (Sal. 19.4) el “lugar” (°vm “moradas) del sol (Hab. 3.11) pueden haber sido sugeridas por la expresión heb. que describe la puesta del sol, bô˒, que significa literalmente “entrar”. Una idea parecida se expresa en ciertos sellos babilónicos, en los que el sol aparece surgiendo de un portal. La adoración del sol, que estaba expresamente prohibida (Dt. 4.19; 17.3) adquirió distintas formas en Judá (2 R. 23.11; Ez. 8.16–17). Hay varios pasajes que indican el control que Dios ejerce sobre el sol (Jos. 10.12–14; 2 R. 20.8–11; Is. 38.7–8). El cuadrante solar de Acaz (2 R. 20.11; Is. 38.8;) probablemente tenía la forma de una escalinata (* Grados).

En el libro de los Salmos tres veces se menciona al sol como emblema de la constancia (Sal. 72.5, 17; 89.36), y en el Sal. 84.11 se dice que Dios es un sol, sugiriendo que él es la fuente de la luz y la alegría espirituales. El rostro de Jesús en el momento de la transfiguración es comparado con el sol en su fulgor (Mt. 17.2), y cuando Juan tuvo la visión en Patmos le parecio “como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Ap. 1.16). Por otra parte, la gloria de Dios y de Cristo se declaran mayores y más duraderas que la luz del sol (Is. 24.23; 60.19; Hch. 26.13; Ap. 21.23; 22.5). Malaquías profetiza que en el día del Señor “el Sol de justicia” nacerá y traerá sanidad en sus rayos para aquellos que temen a Dios. En su contexto esto significa que no solamente serán castigados los malos, sino que también la justicia de Dios será reivindicada, y el deseo por la justicia tanto de la personal como del medio será enteramente satisfecho (Mal. 4.2). Los Padres de la iglesia comprendían que la expresión se refería a Cristo, y la objeción de que šemeš es femenino no puede ser aceptada en vista de la forma en que se usa en Sal. 84.11 (véase sup.). Parte de las imágenes que se asocian con el “día del Señor” en las Escrituras es un eclipse de sol (Is. 13.10; Jl. 2.10; 3.15; Am. 8.9; Mt. 24.29; Ap. 6.12), mientras que la tercera parte del sol deja de funcionar después de que suena la cuarta trompeta (Ap. 8.12).

Bibliografía. T. Hartmann, “Sol”, °DTMAT, t(t). II, cols. 1238–1252.

W.J.C.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico