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La medicina galénica

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Flebotomía, British Library, Londres. Fuente: Corpus digital d’Arnau de Vilanova, UAB [http://grupsderecerca.uab.cat/arnau/es/teorica].

El galenismo es el aparato doctrinal más extendido en la medicina medieval. En siguientes entradas de nuestro blog iremos completando el panorama médico de la Edad Media, que no se limita estrictamente al galenismo, pero hoy vamos a comenzar con un comentario a algunos de los puntos fundamentales de esta teoría científica.

Lo que convencionalmente conocemos como “galenismo medieval” es el resultado de la transmisión, cristalización, reordenación y reelaboración de la medicina clásica, de tradición galénico-hipocrática, que llevaron  a cabo los árabes entre los siglos VIII al XI, y al que se van a añadir los comentarios y las aportaciones originales de una larga lista de médicos del mundo islámico, a destacar fundamentalmente Avicena, Averroes y Al-Kindi; así como de la innovación en la doctrina de la medicina universitaria occidental (ss. XII-XVIII). Por lo tanto, las aportaciones médicas de la Antigüedad clásica son el sustrato del que parte el conocimiento médico del Occidente medieval, y lo hace mediatizado y ampliado por la tradición árabe.

Al margen del proceso de transmisión de los conocimientos médicos grecolatinos, y de los diferentes centros, fases y personajes destacados, vamos a describir algunos de sus puntos doctrinales:

Teoría humoral. Los médicos medievales (llamados “físicos”) comprendían el cuerpo humano en base a la existencia de cuatro humores o sustancias básicas del individuo, que eran la bilis negra, la bilis amarilla, la sangre y la flema. Estos líquidos estaban relacionados con sus respectivos órganos: bazo, hígado o vesícula biliar, corazón y cerebro o pulmón. El autor de este postulado es Hipócrates, y se convirtió en el núcleo doctrinal de la terapéutica galénica.

Teoría de los elementos. Los cuatro humores constitutivos de los seres vivos fueron puestos en relación con la teoría de los cuatro elementos de la naturaleza. En el pensamiento científico grecolatino se impuso este modelo físico frente a otros planteamientos, como el atomista. Según esta teoría, y siguiendo textos aristotélicos como De caelo, en el mundo no existe el vacío, y la materia es continua. Esta materia adquiere forma determinada, en diferentes objetos sobre la base de la existencia de una proporción constitutiva de cada sustancia. Esta proporción se realiza entre los cuatro elementos constitutivos, que se presentan mezclados. Se trata del aire, agua, fuego y tierra. Fundamental el concepto de sustancia para explicar el mundo aristotélico.

Teoría de las cualidades. La vinculación entre los cuatro elementos constitutivos de la materia y los cuatro humores del cuerpo humano la llevó a cabo el médico clásico Galeno, a través, precisamente, de la teoría de las cualidades. Los filósofos clásicos distinguían cuatro cualidades físicas: humedad-sequedad y frío-calor, agrupadas en dos parejas. Al combinarse daban como resultado cuatro parejas: caliente y húmedo; caliente y seco, frío y húmedo; y frío y seco. Estas parejas definían los elementos aire, fuego, agua y tierra, respectivamente. Pero además, se estableció una correlación con los humores: sangre, bilis amarilla, flema y bilis negra, en el mismo orden. En la práctica tenían una nula presencia los elementos. No así las cualidades, que dotaban de dinamismo y variedad a cada uno de los humores, así como a la acción de los medicamentos sobre cada una de las partes del cuerpo. Eran también el fundamento científico de la dietética alimentaria.

La teoría de la eucrasia y la discrasia. Con este aparato teórico el galenismo describió un concepto fundamental, el de complexio, el resultado de la combinación de estas cualidades y humores que es particular en cada individuo. Cuando se presenta en un equilibrio, se llama la equalis complexio o eucrasia, y es en definitiva, el estado de salud. Lo contrario sería la consecución de un estado de inequalis complexio, discrasia o de desequilibrio, que es, precisamente, lo que se identifica con la enfermedad.

La teoría de la cocción y de la crisis. Según la patología humoral, la naturaleza, con la ayuda ocasional del médico, provoca alteraciones humorales en un proceso curativo conocido como “cocción”. Suele ir unido este proceso a la modificación más o menos rápida de la enfermedad, conduciendo, por ejemplo, a la curación, o a la muerte. Esa modificación es la “crisis”. Estas dos realidades no siempre van unidas, pero son los conceptos fisiopatológicos claves del galenismo. De hecho, los médicos debían hacer un seguimiento del paciente, por ejemplo, analizando la orina, para verificar estos cambios.

La teoría gradual. La terapéutica galénica describió cuatro grados de modificación de la complexión humoral, para hacer frente a la enfermedad. Los medicamentos iban desde un primer grado, de efecto casi imperceptible, hasta los de cuarto grado, que podían destruir la complexión del miembro afectado o del cuerpo entero. El conocimiento de estos grados era fundamental para la elaboración de los fármacos (o simples) y de su administración.

La “evacuación universal”. Cuando la enfermedad era descrita según un desequilibrio en la cualidad, proporción o cantidad de los humores, la solución se encontraba en la naturaleza, la cual buscaba mecanismos de evacuación. Cuando ésta no era suficiente, intervenía el médico. El tratamiento más habitual era la flebotomía o sangría terapéutica, que consistía en sajar la vena o aplicar ventosas. Averroes describió la flebotomía como la “evacuación universal”, porque permitía a la naturaleza purgar el cuerpo expulsando a través de la sangre manante los elementos nocivos, y así restituir la eucrasia o equilibrio entre los humores.

Teoría de la correlación microcosmos-macrocosmos. La doctrina galénica habría carecido de articulación y consistencia teórica si no fuera por la correlación microcosmos-macrocosmos. Las cualidades ponían en contacto los elementos del macrocosmos, es decir, de la naturaleza, del mundo físico, de la materia; con los humores del cuerpo humano, es decir, el microcosmos. Y no sólo eso, sino que subyacen principios astrológicos sujetos a la controversia y a una continua discusión intelectual durante la Edad Media, puesto que en un esquema aristotélico, se describía una influencia en clave causal, del macrocosmos en diferentes cielos y en el mismo ambiente de la naturaleza, sobre finalmente el microcosmos.

La teoría de las res naturales, las res non naturales, y las res contranaturales. En el galenismo existe esta clasificación de las cosas naturales en función de su descripción médica. Las primeras son las que pertenecen al cuerpo sanable y son todo aquello sin lo cual el cuerpo no estaría sano. Comprenden las principales (elementos, complexiones, humores, miembros, virtudes, operaciones y espíritus) y secundarias (sexo, edad, color y hábito). Las no naturales favorecen al cuerpo sanable y el cuerpo no puede vivir sin ellas mucho tiempo, pero si se usan indebidamente pueden ser perjudiciales. Hay principales (continente, movimiento, reposo, sueño y vigilia) y consecuentes (clima, coito, trabajo, juego, baño y costumbre). Las contranaturales son siempre contrarias a la salud, es decir, se trata de la enfermedad, sus causas y sus accidentes.

La teoría de la “humedad radical” y del “calor innato”. El primer principio consiste en que todo ser vivo posee una “humedad radical”, que está sujeta a cambios, normalmente a una progresiva desecación, que es el proceso vital de la vejez. La humedad radical puede corromperse o destruirse, y es fundamental para la vida. Este principio es similar al del calor innato. En el Canon de Avicena se pone en relación la humedad radical con la complexio, de forma que en el galenismo se introduce definitivamente la idea de la individualización del tratamiento de cada paciente, puesto que cada uno presenta unas características distintas, una tendencia a unas enfermedades en particular, etc.

El corpus doctrinal galénico es muy complejo, debido a la amplitud de textos, autores y circunstancias históricas. Espero que este bosquejo ofrezca algunos puntos de reflexión. Recomendamos la lectura de “Nuevos valores y nuevas estrategias en medicina”, en Historia de la ciencia y de la técnica en la Corona de Castilla. Edad Media. Vol. I, 2010, pp. 645-708, de Luis García Ballester, base de esta entrada.

Añadimos una pequeña selección bibliográfica en castellano, aunque el galenismo ha sido profusamente tratado en las diferentes historiografías europeas e internacionales:

AMASUNO SÁRRAGA, Marcelino, “La licentia practicandi y el ejercicio de la medicina en la Corona de Castilla durante el siglo XIV”. Anuario Medieval. 6 (1994), pp. 7-38.

BALAGUER I PERIGÜELL, E.: “Arnau de Vilanova. La medicina, la ciencia y la técnica en tiempos de Jaime II”. Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval. 11 (1996-1997), pp. 13-28.

COMENGE Y FERRER, L., La medicina en el Reino de Aragón (siglo XIV), Valladolid, Universidad de Valladolid, 1974.

GARCÍA BALLESTER, Luis, “La circulación de las ideas médicas en la Castilla de Alfonso X el Sabio”, Revista de Occidente, 43, 1984, pp. 85-107.

—: Historia social de la medicina en la España de los siglos XIII al XVI, Akal, Madrid, 1976.

— y ARRIZABALAGA, J.: “El médico en la Edad Media”. En El médico de familia en la Edad Media. Doyma, 1999, pp. 35-47.

GIL-SOTRES, P., “Los evacuantes particulares: ventosas, escarificaciones, sanguijuelas y cauterios en la terapéutica bajomedieval”. Medicina e Historia. 34 (1990), pp. 1-16.

FORTALEZA, P. de y. GONZÁLEZ DE FAUVE, M. E.: “Entre la teoría y la praxis. La actividad quirúrgica hispana y la búsqueda de un campo profesional autónomo (ss. XIV-XVI)”. Cuadernos de historia de España. 75 (1998-1999), pp. 205-242.

GALLENT MARCO, Mercedes, “Profesionalización y ejercicio de la medicina medieval”, Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, 4-5, 1986, pp. 225-236.

MENSA I VALLS, J.: Arnau de Vilanova (c. 1240-1311). Madrid, Ediciones del Orto, 1998.

Aprovechamos para recomendar la Mesa redonda “Médicos y enfermos en la Edad Media”, organizada por el profesor Pablo Martín Prieto (UCM) y en la que participarán dos miembros del grupo Renovatio Medievalium: David Pasero y Miguel J. López-Guadalupe. Tendrá lugar el 7 de noviembre a las 16:00 h. en la Sala de Juntas de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense. Aquí tendremos ocasión de comentar algunos aspectos de este tema y de otros relacionados.

Miguel J. López-Guadalupe Pallarés.

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