TCC – Terapia Cognitivo-Conductual

Terapia Cognitivo-conductual

La Terapia Cognitivo-Conductual  (TCC) es una orientación de la terapia cognitiva enfocada en la vinculación del pensamiento y la conducta, y que recoge los aportes de distintas corrientes dentro de la psicología científica; siendo más que una mera fusión, como aplicación clínica, de la psicología cognitiva y la psicología conductista. Suele combinar técnicas de reestructuración cognitiva, de entrenamiento en relajación y otras estrategias de afrontamiento y de exposición.

Este modelo acepta la tesis conductista de que la conducta humana es aprendida, pero este aprendizaje no consiste en un vínculo asociativo entre estímulos y respuestas sino en la formación de relaciones de significado personales, esquemas cognitivos o reglas. Igualmente los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales están interrelacionados, de modo que un cambio en uno de ellos afecta a los otros dos componentes. En esa relación mutua las estructuras de significado (esquemas cognitivos) tendrían un peso fundamental, pues ellas representan la organización idiosincrática que tiene cada persona sobre lo que significa su experiencia, los otros y el sí mismo.

Durante el proceso terapéutico el clínico se vale de diversas estrategias que tienen por objeto la flexibilización y modificación de los esquemas disfuncionales y los pensamientos automáticos que se desprenden de éstos. Dicho proceso está guiado por tres principios técnicos básicos: el empirismo colaborativo, el descubrimiento guiado y el diálogo socrático.

Los resultados de investigaciones clínicas controladas dan fuerte apoyo a la eficacia de la Terapia Cognitivo-Conductual en general. Los resultados no deben confundirse entre sí, puesto que el grado de eficacia es variable y resulta dependiente del tipo de problema conductual, de tal manera que unas técnicas son mejores que otras y la integración de tecnología cognitiva y conductual parece rendir mejores resultados. Sin embargo, se ha encontrado útil tratando algunos problemas psicológicos y padecimientos como la ansiedad, depresión, crisis de pánico, fobias, problemas alimentarios

La Terapia Cognitivo-Conductual: Una terapia psicológica eficaz

La Terapia Cognitivo-Conductual es uno de los enfoques terapéuticos más utilizados en las consultas de Psicología. El secreto de su éxito radica en que se trata de una terapia enfocada en la acción, por lo que los primeros resultados no suelen tardar demasiado en apreciarse. De hecho, al unificar técnicas provenientes de la escuela conductista y cognitiva, el psicólogo dispone de un amplio repertorio de herramientas con las cuales puede hacerle frente a una gran cantidad de trastornos.

Sin embargo, la Terapia Cognitivo-Conductual no es una mera fusión de dos corrientes psicológicas, es mucho más. En su base se encuentra la idea de que la conducta se aprende, pero este aprendizaje no es un mero vínculo de estímulos y respuestas sino que está determinado por los significados, los cuales se forman a partir de nuestros esquemas cognitivos y las experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida.

Como el comportamiento, la cognición y las emociones están profundamente vinculados, un cambio en uno de estos componentes incide sobre los demás. En la Terapia Cognitivo-Conductual se trabaja para modificar determinados patrones de pensamientos, en aras de lograr un cambio en el comportamiento y en el estado emocional de la persona. A lo largo de la terapia se suelen usar técnicas de reestructuración cognitiva, entrenamiento en relajación y técnicas de afrontamiento del estrés o de exposición.

Los principales objetivos de la Terapia Cognitivo-Conductual

Terapia Cognitivo-conductual

El principal objetivo de la Terapia Cognitivo-Conductual es ayudar a la persona a solucionar el problema específico que le ha llevado a la consulta y prevenir su reaparición. De hecho, si algo caracteriza a la Terapia Cognitivo-Conductual es que se centra en el presente inmediato. Eso no significa que en ocasiones el psicólogo no necesite profundizar en el pasado para comprender de dónde provienen los patrones de pensamientos disfuncionales, pero en sentido general, esta terapia se focaliza en las emociones y pensamientos que tiene la persona aquí y ahora.

Como se trata de una terapia que se dirige a solucionar problemas específicos, se suelen establecer metas para cada sesión y se determinan objetivos a largo plazo, lo cual hace que el tratamiento sea relativamente corto.

La Terapia Cognitivo-Conductual adopta un enfoque psicoeducativo, ya que el psicólogo utiliza experiencias estructuradas de aprendizaje para enseñarle al paciente a monitorizar sus pensamientos negativos con el objetivo de que comprenda cómo estos afectan su estado de ánimo y determinan su comportamiento.

El objetivo final de la Terapia Cognitivo-Conductual es ayudar a la persona a cambiar los pensamientos poco adaptativos o disfuncionales que están en la base de la problemática y que contribuyen a mantenerla. Para ello, es fundamental que el paciente sea consciente de los pensamientos e imágenes que condicionan negativamente sus emociones y comportamientos para que después logre reemplazarlos con ideas más positivas y adecuadas que den lugar a un cambio estable.

Aunque el psicólogo asume un rol directivo, durante todo el proceso de una Terapia Cognitivo-Conductual el paciente también desempeña un rol activo en la solución de sus problemas. A menudo el psicólogo le entrega al final de cada sesión una serie de tareas que debe realizar en casa, a través de las cuales potencia la responsabilidad y el compromiso con el cambio.

¿Cómo transcurren las sesiones de la Terapia Cognitivo-Conductual?

En las sesiones se utilizan diferentes técnicas, dependiendo del problema que se aborde, pero como el objetivo esencial de esta terapia consiste en analizar la validez de los pensamientos, se suele aplicar el descubrimiento guiado, una técnica mediante la cual el psicólogo y el paciente se centran en una situación específica en aras de identificar los pensamientos disfuncionales y evaluar su validez, intentando modificar las creencias limitantes.

Una vez que la persona se apropia de determinadas herramientas psicológicas y comprende el mecanismo de base que genera el malestar, se convierte en su propio terapeuta, razón por la cual la mayoría de los tratamientos se resuelven en unas 15 sesiones, aunque quienes presenten problemas más complejos suelen necesitar un tratamiento mucho más largo.

Durante todo el proceso de la Terapia Cognitivo-Conductual, la relación que se establece entre el psicólogo y el paciente es esencial ya que este tipo de terapia demanda que ambos formen un equipo. De hecho, las decisiones sobre la frecuencia de las sesiones, los problemas que se abordarán y las tareas a desarrollar se toman de común acuerdo. De esta forma el psicoterapeuta logra involucrar a la persona en la terapia y la responsabiliza con el cambio.

¿Qué problemas se suelen abordar con la Terapia Cognitivo-Conductual?

La Terapia Cognitivo-Conductual se puede aplicar para tratar una amplia gama de problemas. Se utiliza a menudo para enfrentar  el estrés, la ansiedad, la depresión, las obsesiones-compulsiones, las crisis de pánico, las fobias y miedos, problemas derivados de las experiencias traumáticas, las adicciones y los problemas del comportamiento alimentario.

También se aplica con excelentes resultados para ayudar a las personas a superar el duelo y la ruptura de pareja. Además, se utiliza en los programas de manejo de la ira y es un enfoque muy útil para enseñar a las personas a afrontar las situaciones de estrés, solucionar las dificultades en sus relaciones interpersonales, mejorar su autoestima y tomar decisiones trascendentes.

En algunas enfermedades específicas, como las cefaleas, el insomnio, la fibromialgia y el colon irritable, la Terapia Cognitivo-Conductual también ha demostrado ser muy eficaz, sobre todo para aliviar los síntomas y prevenir las recaídas.

En sentido general, esta terapia es apropiada para aquellas personas que quieren solucionar un problema específico y necesitan la guía estructurada que le ofrece el terapeuta y está indicada para los casos en que hay un problema puntual, no un malestar inespecífico, en cuyo caso no sería la técnica más adecuada.

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