SIERVO

Siervo (heb. generalmente naar, “joven” o “jovencito”; ebed, “esclavo”, “sirviente”, “súbdito”, “servidor”; gr. generalmente dóulos, “esclavo”, “sirviente”; diákonos, “sirviente”, “ayudante”, “diácono”; oikétes, “sirviente doméstico”; páis “niño”, “joven”, “chico”, “esclavo”, “sirviente”). Alguien que presta servicios, voluntaria o involuntariamente, a otra persona. El término puede aplicarse a los funcionarios de la corte como siervos del rey (Gen 41:10; Exo 7:10, 20; etc.), o a alguien que de alguna manera tiene relación de dependencia con otra persona (Dan 1:12, 13). Cuando un inferior se dirige cortésmente a un superior, a menudo se puede referir a sí­ mismo como siervo, para expresar sumisión (Gen 50:18, 2Ki 1:13; Luk 2:29; Act 4:29). A los que adoran y sirven al verdadero Dios como súbditos suyos, se los llama siervos del Señor (Gen 19:19; 1Sa 3:10; Rev 1:1; 22:6), y especialmente a sus representantes y voceros escogidos (1Ki 8:56; 2Ki 9:7; Dan 9:6). Pablo comúnmente se referí­a a sí­ mismo como “siervo” o “esclavo” de Jesucristo (Rom 1:1; Phi 1:1; Tit. 1:1; etc.). De particular interés es la expresión “mi siervo” o sus equivalentes, tal como aparecen en los cps 41-66 de Isaí­as, donde a menudo se refiere a Israel como el “siervo” de Dios, a quien él “escogió” (41:8, 9). Isaí­as ve a la nación desempeñando su papel en el marco de la relación de pacto con el Señor, particularmente con respecto al propósito de Dios para ese pueblo después del cautiverio babilónico (v 9). Al obrar como sus “testigos” (43:10) debí­an conocer y comprender la voluntad del Señor para poder dar testimonio de él ante las naciones circundantes. Dios derramarí­a su Espí­ritu sobre ellos con el fin de capacitarlos para que lo hicieran eficazmente (44:1-3). El Señor redimirí­a de Babilonia a su “siervo” Jacob y a sus descendientes, los llevarí­a de nuevo a su propia tierra (65:9), los bendecirí­a (vs 13-15) y serí­a glorificado en ellos (49:3). En caso de serle fieles, los defenderí­a de sus enemigos (cf 54:15-17). En un sentido especial, el Mesí­as en persona serí­a el “siervo” de Jehová, que completarí­a la restauración espiritual y la glorificación de Israel (ls. 42:1-4). El es el siervo sufriente de los cps 52:13-53:12. Al dar testimonio Israel ante las naciones, muchos llegarí­an a adorar al verdadero Dios, y por esto mismo se convertirí­an en sus “siervos” (56:6). Los modernos generalmente atribuyen a Israel todos los comentarios acerca del “siervo de Jehová” que aparecen en los cps 41-66, por ser el pueblo elegido de Dios. Sin embargo, los expositores judí­os más antiguos -el Tárgum de Isaí­as, por ejemplo- aplican al Mesí­as los cps 52:13-53:12. La mayorí­a de los eruditos judí­os que contribuyeron a componer el Midrás, también le aplicaron estos pasajes al futuro Mesí­as. Véanse Esclavo; Sierva.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

esclavo, persona afecta a un señor o amo, al cual está incondicionalmente sometido. En la antigüedad la esclavitud, la servidumbre, fue aceptada como algo natural en la sociedad, necesaria. A los siervos se les empleaba en los hogares, la servidumbre más benigna, en la construcción, en el comercio, en la guerra y, sobre todo, en las labores agrí­colas. El trato a los siervos variaba en las diferentes civilizaciones, por lo general no eran considerados personas, es decir carecí­an de derechos, en muchos casos eran considerados cosas, mercancí­a, simples instrumentos de trabajo. Entre los griegos el trato a los esclavos era benigno, incluso el filósofo Aristóteles proponí­a darles la libertad a los siervos fieles. Entre los espartanos, los esclavos ilotas, más numerosos que sus amos, eran tratados con mucha severidad y se les sometí­a a trabajar fuertemente en el campo.

Los romanos eran más duros pues disponí­an a su arbitrio de la vida del siervo; la economí­a romana, su sistema social y su actividad imperial guerrera hací­an necesario un gran número de esclavos para el trabajo agrí­cola y el mantenimiento de los hogares. Existí­an varias formas para hacerse a los siervos, por la compra venta; por la guerra, los prisioneros pasaban a ser siervos de los vencedores; los hijos de esclavos nací­an con esta condición; muchas personas por necesidades económicas, para pagar una deuda, por ejemplo, se entregaban como esclavas o entregaban a miembros de su familia.

En las Escrituras encontramos que los hebreos fueron esclavizados. José fue vendido como s. a unos mercaderes madianitas, los que a su vez lo negociaron con el jefe de la guardia del faraón, en Egipto, Gn 37, 28 y 36. El pueblo hebreo estuvo esclavo en Egipto, donde, por ejemplo, debió trabajar en la construcción de ciudades, Ex 1, 11.

Entre los israelitas también existió la institución de la servidumbre aunque la Ley impuso ciertas restricciones y obligaciones de los amos para con ellos, y siempre se les recuerda a los israelitas que ellos también fueron oprimidos en Egipto, por lo que se les pide un comportamiento humano con sus siervos. Los israelitas también compraban esclavos, Gn 17, 12; Lv 25, 44 s; los prisioneros de guerra también eran sometidos a servidumbre, Dt 21, 10; también los hijos de los siervos eran propiedad del señor. El amo podí­a castigar al s., pero si morí­a en el acto, aquél podí­a ser castigado, Ex 21, 20; si le causaba una lesión permanente, la pérdida de un ojo, de un diente, debí­a darle la libertad, Ex 21, 26-27. El s. también formaba parte de la Alianza, por lo que se circuncidaba, Gn 17, 12 y 23; Ex 12, 44; tení­a derecho al descanso sabático, Ex 20, 10; 23, 12; así­ como participar en las fiestas, Dt 12, 12; 16, 11 y 14.

Los esclavos entre los israelitas eran extranjeros sin embargo, un israelita podí­a ser s. de un connacional suyo, por pobreza, por el pago de una deuda, pero la Ley manda no tratarlo como esclavo, Ex 21, 1-11; Lv 25, 39-41. El profeta Amós denuncia el abuso de esta costumbre de comprar siervos que se vendí­an por la extrema pobreza o por deudas, Am 2, 6; 8, 6; lo mismo critica Nehemí­as, Ne 5, 5; esta situación se habí­a vuelto endémica en Israel, como se puede ver en tiempos del profeta Elí­as, 2 R 4, 1.

En tiempos de Jesús y en la época apostólica aún subsistí­a esta institución de los siervos. En los Evangelios se mencionan los siervos de los sumos sacerdotes, Mt 26, 51; Jn 18, 18; así­ como los siervos de los funcionarios reales, Jn 4, 51; el centurión de Cafarnaúm le habla a Jesús de su s., Mt 8, 9.

Es un término muy empleado en la Biblia sobre todo para significar la dependencia y la sumisión del hombre a Dios, pero no como una relación de amo a esclavo, sino filial, de confianza. Yahvéh llama a Abraham su s., Gn 16, 14; Moisés se dice s. de Yahvéh, Ex 4, 10; Nm 11, 11; y Yahvéh también le llama su s., Nm 12, 7-8; Jos 1, 2; el pueblo de Israel es el s. de Yahvéh, 2 Cro 6, 21; Sal 136 (135), 22; Yahvéh le dice a los israelitas que son sus siervos, Lv 25, 42; Israel es escogido por Yahvéh como su siervo, Is 41, 8. En el N. T., Marí­a se entrega a la voluntad de Dios, cuando el ángel le anuncia que será madre de Jesús: †œHe aquí­ la esclava del Señor; hágase en mí­ según tu palabra†, Lc 1, 38.

También se emplea es sentido figurado para hablar de la servidumbre al pecado, †œtodo el que comete un pecado es un esclavo†, Jn 8, 34; Rm 6, 16-23.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver OFICIOS

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Ver “Servir”. El Cap. 53 de Isaí­as el del “Siervo de Dios”.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

†¢Esclavitud.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Véase MINISTERIO.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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El que está al servicio o en dependencia de otro. Tal situación aparece con frecuencia en la Biblia. Es equivalente a “Ministro”. El término de siervo (dulos) aparece 126 veces en el Nuevo Testamento. Junto con el de servicio (duleia) o servir (duloo) y sus derivados se halla otras 55. Son suficientes para advertir el profundo alcance evangélico que tiene la disponibilidad o la generosidad en el lenguaje evangélico.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Este artículo trata de la palabra «siervo» (más propiamente, esclavo) tal como se aplica a hombres con un ministerio especifico para el Señor. La palabra hebrea es ʿeḇeḏ, que la LXX traduce pais, zerapōn, y doulos. Tal como se aplica a los hombres que sirven a Dios en una capacidad particular, la palabra denota (1) sumisión y (2) el honor de haber sido elegido para el servicio. Este último rasgo no se ve claramente cuando el siervo habla de sí mismo en oración (Moisés Nm. 11:11; Sansón Jue. 15:18; Samuel 1 S. 3:10; Saúl 1 S. 14:41; David 2 S. 7:19f.; Salomón 1 R. 3:7s.; Nehemías, Neh. 1:6; Elías 1 R. 18:36), lo cual quizá sea un reflejo de la etiqueta semítica al dirigirse a un superior (véase 1 R. 1:26–27). Sin embargo, es particularmente evidente en la forma en que se designa generalmente a Moisés y a David como siervos de Dios (Nm. 12:1–7; 2 R. 21:8; Mal. 4:4; 2 S. 7:5; 2 R. 19:34; Sal. 89:3). Debe notarse especialmente la designación, ʿeḇeḏ YHVH o ʿeḇeḏ hā ʾĕlôhîm como se aplica a Moisés (Dt. 34:5; Jos. 1:7; 1 Cr. 6:49; 2 Cr. 1:3; Neh. 10:29; Dn. 9:11) y su sucesor Josué (Jos. 24:29; Jue. 2:8). Igualmente significativa es el resumen de la actividad profética por medio de la frase «mis siervos los profetas» (2 R. 17:13, 23; Jer. 7:25; Ez. 38:17; Am. 3:7; Zac. 1:6). El énfasis recae aquí en la proclamación fidedigna del mensaje de Dios.

Todas las palabras que la LXX usa para traducir el hebreo ʿeḇeḏ aparecen en el NT. Se designa a David (Lc. 1:69; Hch. 4:25) y a Jesús (Hch. 3:13, 26; 4:27; 30) como pais de Dios, y a Moisés como su zerapōn (Heb. 3:5). En otros lugares se usa doulos. Todavía se puede encontrar la designación de «siervos de Dios» para los profetas, en forma notable en Apocalipsis 1:1; 10:7; 11:18. Quizás esto es lo que se quiere cuando se designa a Pablo y a Silas como «siervos del Dios Altísimo» (Hch. 16:17). No obstante, en el NT encontramos un nuevo énfasis. Se llaman a los hombres «esclavos de Cristo»: Pablo (Ro. 1:1; Fil. 1:1; Gá. 1:10), Santiago (Stg. 1:1), Pedro (2 P. 1:1), Judas (Jud. 1) y Epafras (Col. 4:12). Aparte del ejemplo de Epafras, el resto son casos en que los autores mismos se designan de este modo.

Rengstorf (TWNT, vol. II, p. 276) afirma que uno no puede estar seguro de que ésta sea una aplicación consciente de la designación como profeta o de un reconocimiento personal de una completa sumisión a Dios. Sin embargo, la última alternativa encuentra apoyo en la conciencia que Pablo tenía de haber sido asido por Cristo (Fil. 3:12) como también en el uso de la figura de los esclavos que Jesús usó para ilustrar la necesidad de un servicio fiel (Mt. 24:45s.; Mr. 13:34; Lc. 17:7s.). Con todo, en 2 Timoteo 2:24 «siervo del Señor» es un término técnico que nos recuerda el dado a Moisés.

Charles A. Hodgman

LXX Septuagint

TWNT Theologisches Woerterbuch zum Neuen Testament (Kittel)

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (573). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología