Los grandes meritos del evangelio de San Juan –
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Los grandes méritos del
evangelio de San Juan
El Cuarto Evangelio es el mejor y el más notable
de los cuatro evangelios del Canon de 27 libros del Nuevo
Testamento. Aunque el autor no es nombrado en el texto, la
tradición es unánime en designar al
Discípulo Amado, o a San Juan Apóstol, como su
autor. Se usa el término "mejor" en referencia a la su
alta calidad teológica, a su profundidad, y a la claridad
de conceptos, expresados con precisión y con un
mínimo de palabras, evadiendo la tendencia común de
las repeticiones innecesarias de las narraciones hebraicas y
arameas.
Es el último de los Evangelios, en el orden del
tiempo, pues san Juan lo escribió en su ancianidad, al
final del siglo I (aprox. año 90 D. de C.), cuando los
otros evangelios de Mateo, de Marcos y de Lucas, ya estaban
escritos desde unos cuarenta o cincuenta años
antes.
Por ese motivo es que Juan, observando ciertos vacios
importantes en ellos, intentó y logró mostrar una
imagen de Jesús y de su doctrina mucho más profunda
y conceptualmente más acabada que el esfuerzo meramente
catequístico y anecdótico, de nivel básico,
que habían efectuado los anteriores recopiladores de la
vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret.
En el Evangelio de san Juan, el poderoso exorcista y
sanador itinerante que atraía muchedumbres, y que
proclamaba para sí los títulos Mesiánicos de
"Hijo de David", o de "Hijo del Hombre", en la
terminología del Profeta Daniel, o de Cristo, es decir,
Ungido de Dios como Rey, Sacerdote y Profeta, -pero siempre y
esencialmente UN HOMBRE-, pasa a ser UNA ENCARNACIÓN
DIVINA. la propia Deidad, o su Sabiduría Creadora o su
Verbo, Razón o Palabra Personificada, Inteligente y
vivificadora, se ha hecho hombre. Y eso es mucho más de lo
que un semita o un judío podía concebir respecto de
un enviado o mensajero de Dios.
Los judíos cultos y el pueblo simple
podían aceptar a Jesús como el Profeta, superior a
todos los profetas anteriores, y al Jesús Mesías
(Masiaj es "ungido", en hebreo; Xristo en griego), como rey y
salvador de su pueblo.
La historia de Israel estaba llena de ejemplos de
Líderes carismáticos que fueron Jueces y Reyes de
la nación. Pero es algo demasiado novedoso el hecho de que
determinadas afirmaciones de Jesús, tanto públicas
como privadas, insinúan que él NO ES DE ORIGEN
HUMANO, QUE SALIÓ DE DIOS Y QUE A EL DEBE VOLVER (Ev. De
Juan 16,27-28), y que EXISTÍA DESDE ANTES DE LA FUNDACION
DEL MUNDO (Ev. De Juan 17,5 y 17,24), y que antes de que Abraham
existiera JESUS YA ERA (Ev. De Juan 8,58). Y en otras partes de
este grandioso evangelio, Jesús dice: YO SOY DE ARRIBA,
VOSOTROS SOIS DE ABAJO (Ev. De Juan 8,23).
Y a las afirmaciones ya señaladas se agregaban
otras, más interesantes e inquietantes, que relacionaban a
este Hijo del Hombre, con el Eheíeh ashr Eheíeh
(Soy el que Soy) que habló con Moisés desde la
zarza ardiente (Éxodo 3,14). Decía: YO SOY LA
VERDAD (Ev. De Juan 14,6), YO SOY LA LUZ DEL COSMOS (Ev. De Juan
8.12). NADIE VIENE AL PADRE SINO POR MI (Ev. De Juan 14,6), y EL
QUE ME VE A MI VE AL PADRE (Ev. De Juan 14,9), PUES EL PADRE Y YO
SOMOS UNO (Ev. De Juan 10,30). Y no eran meras afirmaciones
paranoicas, pues poderes misteriosos se manifestaban en Cristo
para resucitar muertos, para multiplicar panes, caminar sobre las
aguas, transformar las moléculas del agua en
moléculas de vino, y vino del mejor.
Esos milagros confirmaban las palabras que lo
señalaban como el YO SOY o el Yahvé que
habló con todos los profetas (Éxodo 3,14-15). El
Dios del Antiguo Testamento. Solo un Dios podía hacer lo
que Jesús el Cristo hacía. Era más que un
Hombre. Era una Emanación de Dios entre los Hombres, era
el Emanuel de Isaías (7,14).
Ni la propia muerte podía vencerlo, pues el mismo
resucitó de entre los muertos, y veía y oía
lo que ocurría en un cuarto sin estar presente, como
cuando supo lo que Tomás había dicho en su
ausencia: SI YO NO METIERE MIS DEDO EN LAS HERIDAS DE SUS MANOS Y
MI PUÑO EN SU COSTADO, NO CREERÉ QUE HA RESUCITADO
DE ENTRE LOS MUERTOS (Ev. De Juan 20,25). De allí que
cuando se le aparece a Tomás le repite sus propias
palabras y lo invita a meter los dedos y la mano en sus llagas, Y
TOMAS DIDIMO NO PUEDE HACER OTRA COSA QUE ARRODILLARSE Y DECIR:
"SEÑOR MIO Y DIOS MIO" (Ev. De Juan 20,27-28).
Otra característica meritoria del Evangelio de
Juan es la sutil numerología sagrada que va sirviendo de
eje argumental y central. El número siete, emblema o signo
del UNO divino, va mostrándose inteligentemente en la
narración. ES EL UNICO EVANGELIO EN EL QUE APARECEN SOLO
SIETE MILAGROS, Y SIETE "YO SOY" o afirmaciones directas de su
ser divino. Y ese doble siete, en que se unen estos hechos
prodigiosos con las siete palabras de su divinidad, es marca o
señal de UNO, de Dios mismo, pues la suma de los primeros
siete dígitos: 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 = 28 . Y si sumo
2 + 8 = 10. Y 1 + 0 = 1. El siete es la imagen o la
proyección del Uno dentro del tiempo.
Este número 10 que resulta de la adición
del 2 + 8 es muy importante, pues Diez es el valor de la letra
Hebrea Yod , que es primera letra del nombre de Yahvé, y
simboliza por si misma LA MANO CREADORA DE DIOS, y el elemento
Fuego. Para la kabalah cada letra del alfabeto hebreo es un
ideograma y un número. La letra NUN, por ejemplo, vale 50
y representa a un pez. Por eso se dijo anteriormente que Yod
representa una mano de fuego y el número diez. Mem es agua
y vale cuarenta. Son 22 letras en total. Con los ejemplos dados
basta para comprender la idea. El siete entonces está
vinculado con el 10, con la mano creadora y con el UNO, pues 10
es igual a 1 al sumar las dos cifras que lo componen.
De allí surge el concepto de Plutarco (en Isis y
Osiris), que denomina al número siete como el
número Virgen, pues sólo puede ser producido por la
multiplicación del número uno, y no por la
multiplicación del dos por dos o del dos por tres, como
ocurre con los otros dígitos. Solo el Uno puede
engendrarlo, tal como Zeus engendró a la Virgen Atenea sin
mujer en si mismo. Y la diosa nació adulta, como
sabiduría completa, que no necesita del tiempo para
aprender algo. Sabe todas las cosas sin pasar por las fases del
desarrollo humano o el de las creaturas. Sabiduría que
viene desde fuera del tiempo, atemporal. Ese es El Logos, el
Verbo o Sabiduría eterna de Dios.
Esta sutil numerología del siete se encuentra
combinada en este cuarto evangelio con el número nueve.
Pues al otorgarnos las siete identificaciones de Cristo con el
Ser Absoluto, se observa que tales afirmaciones indican en
realidad nueve cualidades en total.
Veámoslas en detalle: 1°.- YO SOY EL PAN DE
"LA VIDA" O SOY EL PAN BAJADO DEL CIELO (6,35). 2°.- YO SOY
LA LUZ DEL MUNDO, EL QUE ME SIGUE NO ANDARÁ EN TINIEBLAS,
SINO QUE TENDRÁ LA LUZ DE LA VIDA (8,12). 3°.- YO SOY
LA PUERTA DE LAS OVEJAS (10,7). 4°.- YO SOY EL BUEN PASTOR
(10,14). 5°.- YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
(11,25.- 6°.- YO SOY LA VID VERDADERA….(15,1) .
7°.- YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA (14,6).
Cuatro veces se repite LA VIDA combinada con otras
cualidades del Ser. Y en la séptima aparecen dos rasgos
nuevos, ausentes en las anteriores: EL CAMINO Y LA VERDAD. Si uno
separa y ordena estas cualidades del Ser Divino, y las cuenta,
descubre que son nueve, a saber: PAN, LUZ, VIDA, PUERTA, PASTOR,
RESURRECCION, VID, CAMINO Y VERDAD. Nueve atributos de la
divinidad, insinuados por varios profetas del Antiguo Testamento.
Ezequiel, por ejemplo, ya nos habla de Dios como Pastor de Israel
que vendrá personalmente a hacerse cargo de su
rebaño, su pueblo.(Ezequiel 34, 11 al 17).
Isaías ya nos había hablado de ELOAY AMEN,
DEL DIOS DE LA VERDAD, en cuyo nombre todos se bendecirán
y por el cual los hombres juraran en el futuro, en los tiempos
mesiánicos (Isaías 65,16). Moisés, al orar
por alimento para su pueblo durante la travesía por el
desierto, había logrado que Yahvé se manifestara
como el MANA, por seis días a la semana,
deteniéndose el descenso del pan del cielo los días
sábados o el séptimo día. Y curiosamente,
Jesús se da a conocer como el Pan de la Vida o Pan del
Cielo para la Vida del Mundo en el Capítulo SEIS de este
interesante Evangelio.
Dejemos espacio a la libre investigación de los
lectores, y volvamos al número NUEVE. El Evangelio de Juan
nos insiste en dicha cifra, ya en forma más directa, en su
último capítulo (el 21), cuando nos narra la pesca
milagrosa de SIETE APOSTOLES una cierta madrugada en que
Jesús resucitado vino hacia ellos, cuando no habían
pescado nada en esa noche. El Maestro les ordena arrojar las
redes A LA DERECHA de la barca. Y extraen del lago CIENTO
CINCUENTA Y TRES PECES (Ev. De Juan 21,11). Es decir, 1 + 5 + 3 =
9 .
Y es en el capítulo 21 (3 x 7 ) donde se narra
esto. Y el apóstol Pedro TRES VECES AFIRMA QUE AMA A
CRISTO y TRES VECES JESUS LO CONFIRMA COMO PASTOR DEL
REBAÑO. TRES por TRES es igual a NUEVE.
Sin embargo, este misterioso número nueve en
relación con los peces del milagro, deben relacionarse con
la condición y la misión de ser PESCADORES DE
HOMBRES. Los ciento cincuenta y tres son una clave
kabalística de todos los hijos de Adam que deben ser
salvados o redimidos por la obra de los discípulos del
Maestro, pues en hebreo cada letra vale un número, y la
palabra ADM VALE CUARENTA Y CINCO. Es decir, A es 1 , D es 4 y M
es 40, sumados son 45. Y al volver a sumar las cifras nos da
exactamente nueve (4 + 5 = 9).
Como puede observarse, el Evangelio de san Juan contiene
muchísimos más datos implícitos, que los que
uno podría esperar de unos judíos ignorantes y
preparados a la rápida para su oficio apostólico.
Hay una sabiduría secreta o esotérica en el texto
que vale la pena ser examinada, respetada y seguida. Es un
documento para auténticos Buscadores de la Verdad, no para
principiantes. Los otros tres evangelios son para ellos. Son para
nutrir la fe simple de las masas. Pero el Evangelio de Juan es
para nutrir en profundidad a la inteligencia del lector y
alcanzar un nivel de maestría, o de la madurez en el
Conocimiento o Gnosis del creyente, nivel que en realidad
está por encima de la fe.
Si, pues existe una Gnosis interior especial para los
cristianos, y una gnosis externa al cristianismo, para los
paganos. La Meta de esa gnosis de los cristianos es el
CONOCIMIENTO DE DIOS, y luego de alcanzar la vida eterna por
medio de la Gnosis de Dios y de su Enviado (Ev. De Juan 17,3), el
discípulo debe alcanzar LA UNION CON DIOS O LA UNION
MISTICA con Cristo y con el Padre (Ev. De Juan 17, 21 al
23).
Es el único Evangelio que nos transmite el
propósito de Jesucristo de hacer de sus apóstoles
unos VIDENTES O PROFETAS, con poderes idénticos a los que
tenían los adeptos de las escuelas de profetas del Antiguo
Testamento. En el capítulo primero, vers. 51 dice: DE AQUI
EN ADELANTE VEREIS LOS CIELOS ABIERTOS Y A LOS ANGELES DE DIOS
QUE SUBEN Y DISCIENDEN SOBRE EL HIJO DEL HOMBRE. Tal como era
vidente y soñador hiperlúcido el patriarca Jacob,
según Génesis 28,12; quien tuvo esa visión
de ángeles que subían y bajaban sobre el sitio en
que descansaba su cabeza y su cuerpo.
El apóstol Simón Pedro adquirió ese
poder, según consta en los Hechos de los Apóstoles,
cap. 10,11 donde dice que Pedro "… vio el cielo abierto y
que descendía algo semejante a un gran lienzo, atado de
las cuatro puntas, era bajado a la tierra…..etc.". Lo mismo
ocurre con san Juan, que actúa como Profeta de Dios al
narrarnos las visiones en que le fue revelado el Apocalipsis. Y a
través de los siglos, miles de santos han sido bendecidos
con visiones de cielos abiertos en los que se les muestran las
realidades de los mundos espirituales o los paraísos
invisibles, como también porciones del futuro de la
iglesia y de las naciones. Así el propio san Pablo, en la
Segunda Carta a los Corintios, cap. 12, 2 al 4, nos narra una
experiencia celestial de esa clase.
El Evangelio de san Juan es el único documento en
el que nos pinta a Jesús resucitado como Yahvé
Elohim en el Génesis, SOPLANDO SU ESPIRITU EN EL ROSTRO DE
LOS ONCE APÓSTOLES FIELES, CREANDO A UNA NUEVA HUMANIDAD,
a un nuevo Adam colectivo, a su iglesia original, haciendo nacer
hombres nuevos con ese gesto sacramental y misterioso (20,22) y
desde luego otorgándoles al mismo tiempo el poder de
perdonar los pecados que mancharon al primer Adam.
Magistral es su primer capítulo con la doctrina
del Verbo o del Logos, que siendo Dios se hace carne en medio de
la humanidad. Y es el que abre a la humanidad caída la
posibilidad de pasar de la categoría de meras criaturas de
Dios al exaltado nivel de ser Hijos de Dios, que NO SON
ENGENDRADOS DE SANGRE, NI DE VOLUNTAD DE CARNE, NI DE VOLUNTAD DE
VARON, SINO DE DIOS (Cap. 1,12-13).
Y eso involucra un nuevo nacimiento DEL AGUA Y DEL
ESPIRITU, que permite al hombre entrar al Reino de Dios y conocer
directamente las realidades trascendentes (Ev. De San Juan cap.
3, 5).
El Evangelio de Juan es el único que nos habla de
las bodas de Caná, y de la transformación de seis
vasijas de agua en vino. Y el único documento que nos dice
que del pecho o del costado de Cristo, al ser herido por la lanza
de un soldado romano, brotó sangre y agua. Ese surgir de
la sangre y del agua del pecho de Cristo es la razón por
la que en la Eucaristía el sacerdote antes de consagrar el
vino lo mezcla con unas gotas de agua. Es también el
único evangelio que nos dice el texto completo del cartel
que se escribió y se puso sobre su cabeza: Jesús de
Nazaret, Rey de los Judíos, señalando la causa de
su condenación.
Es el único que nos cuenta el episodio de la
mujer adultera perdonada por Cristo ante la multitud,
inmortalizando en aquel evento dos frases para el bronce: AQUEL
QUE ESTE LIBRE DE PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA PIEDRA. Y a la
mujer ya perdonada, le dice: VETE Y NO PEQUES MÁS. Y el
episodio del ciego de nacimiento que nació ciego para
gloria de Dios y no por sus pecados, como también es el
único que narra la muerte y resurrección de
Lázaro.
Es realmente un Evangelio original, elevado, espiritual,
en que los milagros no son solo manifestaciones de la
misericordia de Cristo, sino que son una forma de lenguaje de
Dios, un signo o un gesto simbólico externo de algo
más profundo. Así la sanación del ciego le
permite a Jesús hacer su discurso sobre la ceguera
espiritual de los líderes del pueblo judío. Pues
existe una ceguera del alma que es más grave que la
ceguera del cuerpo, de allí la importancia del ver y del
comprender espiritualmente las cosas y las personas.
Y la multiplicación de los panes permite a Cristo
enseñar a los hombres que él es el Pan de la Vida,
un alimento de vida eterna, y entregar las bases de la doctrina
eucarística, y entender mejor la última cena y su
misterio o sacramento.
Y suma y sigue. Es el único evangelio que
registra palabras directas de Jesús desde la cruz hacia
María, su madre, y hacia san Juan, el discípulo
amado, haciendo a Juan Hijo adoptivo de María, y a
María madre espiritual de Juan. (Ev. De Juan 19,
26-27).
Es un documento digno de estudio asiduo y profundo. Muy
instructivo. Con un importante vínculo con las doctrinas
de Hermes Trismegisto y con la tradición iniciática
griega. Ejemplo, en los Misterios de Eleusis se enseñaba
la importancia del grano de trigo, su muerte y su
resurrección en el seno de la tierra. Justamente, en el
capítulo 12, cuando se le informa a Jesús que unos
griegos conversos querían hablar con él,
Jesús dice: De cierto os digo, que si el grano de trigo no
cae en la tierra y muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho
fruto. Extraña coincidencia de alegorías, entre el
uso de la imagen del grano de trigo y la inminente entrevista con
los griegos, y su propia muerte fructuosa.
La tradición joánica es muy rica, y
conviene que sea aprovechada no solo por los fieles de las
iglesias cristianas, sino también por otros herederos de
esa misma tradición joánica, como son los masones,
los rosacruces, los neo-templarios, los gnósticos
cristianos modernos, y los estudiantes de esoterismo de todas las
escuelas de oriente y de occidente. Comparar con el Bhagavad
Guita y la doctrina de los Avatares de la India puede ser muy
interesante, pues se demuestra por este evangelio que
Jesús es un Avatar, un Descenso de la Divinidad en cuerpo
físico, tal como lo es Krishna.
La palabra Avatara es sánscrita, y significa EL
QUE DESCIENDE. Se refiere a Dioses, o a seres emancipados de la
reencarnación, (Jivanmuktas o Bodisattvas) que deciden
volver a la tierra a salvar a los hombres de la ignorancia y del
mal, o del Adharma. Esos seres superiores descienden de plano
obedeciendo un misterioso mandato de Ishvara o de Vishnú.
Y varias veces en la historia sagrada de los Hindúes es el
mismo Vishnú el que desciende, es decir, la segunda
persona de la TRIMURTI.
Pues bien, Juan, sin ninguna influencia cultural del
hinduismo, registra en su evangelio unas solemnes palabras de
Jesucristo: PORQUE HE "DESCENDIDO" DEL CIELO, NO PARA HACER MI
VOLUNTAD, SINO LA VOLUNTAD DEL QUE ME ENVIÓ. (Ev. De Juan
6,38). Por lo tanto, Jesucristo, a los ojos de la cultura
hindú es un AVATAR. Y no un avatar menor. Pues en varios
textos de Juan se insiste, DE DIOS YO HE SALIDO.
Es el único evangelio en el que se declara el
poder liberador de la Verdad, pero que además, esa Verdad
no es algo abstracto, sino que es Una Persona Viva, es el Hijo
del Hombre o el Hijo de Dios, que al ser conocido y amado, libera
al hombre de la mentira y del pecado como el gran esclavizador
del alma del ser humano. Sus palabras textuales son Y CONOCEREIS
LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARA LIBRES. (Juan 8,32). (Lo que no
deja de tener un eco casi psico-analítico en las palabras
de Jesús). Y cuatro versículos más adelante
afirma: SI EL HIJO OS LIBERTARE, SEREIS VERDADERAMENTE LIBRES.
(Juan 8,36). Y para que no quede duda acerca de qué clase
de libertad se trata, Juan agrega en el versículo 34 del
mismo discurso del cap. 8 : DE CIERTO, DE CIERTO, OS DIGO, QUE
TODO AQUEL QUE HACE PECADO, ESCLAVO ES DEL PECADO.
Por último el Evangelio de Juan es el
único en el cual Jesucristo declara abiertamente su
carácter mesiánico sin tapujos. Lo hace delante de
la Samaritana, junto al pozo de Jacob, cuando ella le conversa
acerca del mesías que también los samaritanos
esperan desde hace siglos, como los judíos. La mujer dice:
"SE QUE HA DE VENIR EL MESÍAS….CUANDO EL VENGA NOS
DECLARARÁ TODAS LAS COSAS. JESÚS LE DIJO: YO SOY,
EL QUE HABLA CONTIGO". (Cap. 4 vers. 25-26 del evangelio de
Juan).
Y esa directa declaración no deja de sorprender a
los discípulos, por dos motivos. Primero por conversar
cara a cara con una mujer sobre esos misterios del Reino de Dios,
que se consideraban sólo para tratarse en el
círculo interno de los apóstoles, de acuerdo con
Marcos 4,11-12. Y por tratarse de una samaritana, una no
judía, miembro de un pueblo rechazado por los de
Judá.
La actitud de Jesucristo indicaba una apertura del
mensaje a la universalidad de los pueblos del mundo, cosa que los
discípulos se demoraron varios años en
internalizar, aceptar y promover, pues eran víctimas de la
idea del exclusivismo de la salvación. Y la
declaración de Jesús Mesías delante de la
samaritana no dejó de dar frutos, pues ella fue la puerta
que permitió que Cristo fuese ampliamente escuchado en el
territorio de Samaria, según atestigua el resto del
capítulo cuatro del evangelio de Juan.
Este diálogo universalista registrado por Juan en
el capítulo cuatro NO ES el único, pues en el
Evangelio de Juan, cap. 10,16 nos dice: TAMBIEN TENGO OTRAS
OVEJAS QUE NO SON DE ESTE REDIL; AQUELLAS TAMBIÉN DEBO
TRAER, Y OIRAN MI VOZ; Y HABRA UN REBAÑO Y UN
PASTOR.
Autor:
Fernando Laredo Cárter
Profesor de Religión.