CORDERO

v. Cabrío, Carnero, Oveja
Gen 22:8 Dios se proveerá de c para .. hijo mío
Exo 29:39 ofrecerás uno de los c por la mañana
Lev 4:32 por su ofrenda por el pecado trajere c
1Sa 7:9 Samuel tomó un c de leche y lo sacrificó
Isa 11:6; 65:25


La traducción de varias palabras heb., la mayorí­a de las cuales se refieren a la crí­a de la oveja. Una, sin embargo (shes, utilizada en Exo 12:3-6), se refiere a la crí­a de la oveja o de la cabra (comparar Exo 12:5) y parece que a veces también incluye ejemplares adultos. La carne de cordero era considerada una exquisitez por los antiguos hebreos (Deu 32:14; 2Sa 12:3-6; Amo 6:4). Ya que la carne era escasa entre ellos, el degüello de un cordero marcaba una ocasión muy especial. Los corderos eran usados para sacrificios desde muy temprano (Gen 4:4; Gen 22:7).

El cordero era un elemento básico en el sistema de holocaustos de Moisés. Un cordero era ofrecido como ofrenda quemada continua cada mañana y cada tarde (Exo 29:38-42), y el dí­a sábado era el doble (Num 28:9).

El primer dí­a de cada mes (Num 28:11), durante los siete dí­as de la Pascua (Num 28:16, Num 28:19), en la fiesta de las Semanas (Num 28:26-27), en la fiesta de Trompetas (Num 29:1-2), en el dí­a de la Expiación (Num 29:7-8) y en la fiesta de Tabernáculos (Num 29:13-16) se ofrecí­an corderos. El cordero era uno de los sacrificios aceptados para la purificación ceremonial de una mujer después de haber dado a luz (Lev 12:6) o para la purificación de un leproso que se hubiera recuperado (Lev 14:10-18).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Llámase así­ al hijo de la oveja hasta de un año de edad. Por su mansedumbre e inocencia era el animal predilecto para la realización de sacrificios. Dios ordenó que se tomara †œun c. de un año, sin defecto, para holocausto† (Lev 9:3). Se sacrificaba un c. por la mañana y otro por la tarde (Num 28:4); al comienzo de cada mes (Num 28:11). También uno en cada dí­a de la Pascua (Num 28:16-24). Igualmente en la fiesta de Pentecostés (Num 28:26-30). Asimismo se ofrecí­an c. en el dí­a de la Expiación (Num 29:7-10) y en ocasiones de ofrendas de paz o voluntarias. La figura de un c. ofrecido en sacrificio es utilizada por Isaí­as al profetizar de nuestro Señor Jesucristo cuando dice que †œcomo c. fue llevado al matadero† (Isa 53:7). Para señalar la gran paz que habrá en el reino mesiánico se nos dice que †œmorará el lobo con el c.† (Isa 11:6). †¢Animales de la Biblia.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, FAUN TIPO LEYE CUAD

vet, El cordero es sí­mbolo de sumisión humilde, y cuando se seleccionaba para sacrificio tení­a que ser sin tacha: un tipo muy adecuado del Señor Jesús, el Cordero de Dios. El, el Humilde y Santo “como cordero fue llevado al matadero”, y fue proclamado por Juan como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”; y nuevamente como “el Cordero de Dios”, como objeto de la contemplación del alma (Jn. 1:29, 36). En la visión celestial de Juan, el Señor Jesús es visto como un Cordero “como inmolado”, a quien se da adoración universal. El carácter especial que va con el tí­tulo de Cordero en Apocalipsis es el de sufrimiento, Aquel que fue rechazado en la tierra, aunque visto en medio del trono en el cielo. Aquel que sufrió es vindicado allí­, y finalmente posee a Su esposa, la nueva Jerusalén, donde se establece el trono de Dios y del Cordero. El siempre llevará el carácter del Elegido de Dios, “que quita el pecado del mundo” sobre la base del sacrificio de Sí­ mismo (Ap. 5:6-13; 6:1, 16; 7:9-17; 12:11; 14:1-10; 15:3; 17:14; 19:7, 9; 21:9-27; 22:1, 3). En todos los pasajes de Apocalipsis el término usado es “arnion”, el diminutivo de “arnos”, “un cordero”, que significa “un cordero joven”. Es la misma palabra que la usada por el Señor dirigiéndose a Pedro en Jn. 21:15: “Apacienta mis corderos”, aplicada a los discí­pulos jóvenes del Señor.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(-> ovejas y cabras, chivo, pascua). Es para el Antiguo Testamento el animal sagrado (sacrificial) por excelencia. El Nuevo Testamento lo vincula con Jesús, “cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (cf. Jn 1,29.36), viniendo a convertirse de esa forma en un sí­mbolo unificador del conjunto de la Biblia. Estos son algunos de los textos y figuras con los que puede vincularse ese Jesús, Cordero de Dios.

(1) Cordero de la Aquedah o ligadura de Isaac. Aparece vinculado al sacrificio de Isaac, al que sustituye (Gn 22,7-8). Sobre esa base aparece, con frecuencia, como signo de la vida humana. En esa lí­nea se puede afirmar que Dios “perdonó” a Isaac, pero nos ha ofrecido la vida de su Hijo, como auténtico cordero salvador (cf. Rom 8,32).

(2) Cordero pascual. Cuando salieron de Egipto, los hebreos sacrificaron el cordero y con su sangre pintaron el dintel y jambas de sus puertas, de manera que el ángel exterminador pasara de largo ante sus casas, sin matar a sus primogénitos (Ex 11,2-14). Por eso, ellos siguieron comiendo por los siglos el cordero de la pascua, en memoria del paso del Señor, en actitud de agradecimiento. Este es el cordero que les permití­a caminar hacia la libertad, manteniéndoles en vida en medio del gran riesgo de la muerte; era señal de Dios sobre la tierra.

(3) Cordero profético. Al lado del cordero pascual influye la experiencia del cordero manso, que no se opone, ni combate, no se enfrenta con sus carniceros. En ese contexto, perseguido por sus enemigos, Jeremí­as se ha mirado a sí­ mismo como un “manso cordero llevado al matadero” (Jr 11,19). En esa lí­nea avanza Segundo Isaí­as, cuando presenta al Siervo de Yahvé como cordero: “El Señor cargó sobre él nuestros crí­menes. Maltratado, se humillaba y no abrí­a la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esqui lador, enmudecí­a y no abrí­a la boca. Sin defensa, sin justicia se lo llevaron. ¿Quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron” (Is 53,6-8). Este pasaje misterioso ha servido de reflexión para generaciones de creyentes, judí­os y cristianos.

(4) Cordero mesiánico. El texto más significativo está vinculado a un eunuco de la reina de Etiopí­a, que ha venido como prosélito judí­o al templo de Jerusalén, preguntando sobre el signo del cordero; pero en el templo no le han respondido y así­ vuelve sobre el carro sin saber lo que el cordero significa. Entonces se le acerca Felipe evangelista y “partiendo de este mismo pasaje” le presenta el Evangelio (cf. Hch 8,36-40). Comprender el sentido de ese cordero es comprender y aceptar el cristianismo. Sin más dilación, Felipe bautiza al eunuco, que no necesita más catecumenado.

(5) Cordero que quita los pecados del mundo. El evangelio de Juan ha reflexionado sobre el tema del cordero que quita los pecados. Ciertamente, está en el fondo la experiencia de los sacrificios de Israel, entre los cuales se encuentra también el del cordero, para expiación de los pecados (cf. Lv 4,22; 5,7; 9,3; 14,12.24-25, Nm 6,12; etc.). En un sentido, la gran fiesta de la Expiación y de perdón de los pecados está vinculada al chivo* expiatorio (emisario) y no al cordero (cf. Lv 16), pero eso no impide que el conjunto de la liturgia israelita haya visto al cordero como animal expiatorio. Por otra parte, el ritual del sacrificio supone a veces que pueden emplearse por igual cabritos o corderos (Ex 12,5 indica que la pascua se puede celebrar con cordero o cabrito). Pues bien, desde el ese fondo se eleva la palabra de Juan* Bautista refiriéndose a Jesús: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). El plural del texto evocado (Is 53,5 se ha vuelto aquí­ singular: en el fondo, según Juan, sólo hay un pecado, el rechazo del mundo que se opone a Dios. Pues bien, por medio de su entrega Jesús ha destruido ese pecado, volviendo a poner a los hombres ante el misterio de Dios.

(6) Apocalipsis. (1) El libro del Cordero degollado (Ap 5,5-7) (libro*, ancianos*). En el contexto anterior se comprende la imagen del Cordero como personaje central del Apocalipsis, en la gran visión del Libro: Ap 5. La escena anterior (Ap 4) ha presentado a Dios sentado sobre el trono. Lleva en su derecha el libro de la historia de los hombres. Nadie puede abrirlo y el profeta llora. “Entonces uno de los ancianos me dijo: no llores, ha vencido el león de la tribu de Judá, el descendiente de David, para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Entonces, entre el trono con los cuatro vivientes y el cí­rculo de los ancianos, vi un Cordero: estaba de pie, como sacrificado; tení­a siete cuernos y siete ojos que son los siete espí­ritus de Dios enviados a la tierra entera. Se acercó y recibió el libro de la mano derecha del que está sentado sobre el trono. Cuando recibió el libro, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero… cantando un canto nuevo: ¡Digno eres de recibir el libro y de soltar sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Ap 5,5-9). Normalmente, en los textos apocalí­pticos (como en Dn, 4 Esd, 2 Bar) suele haber primero una visión enigmática y después viene la aclaración, hecha por un ángel o hermeneuta superior. Aquí­ se invierte el orden: primero hay una palabra, de tipo israelita (el anciano habla al profeta del león vencedor: Ap 5,5), y luego viene la visión de tipo cristiano (el profeta mira y ve un cordero: 5,6). En ese contexto se entiende la escena. Lloraba el vidente, pues nadie podí­a abrir el Libro (Ap 4,4). Un Anciano con función de ángel (cf. 7,13; 10,4.8; 17,1; etc.) le consuela: Ha vencido el León de Judá (cf. Gn 49,9: reino daví­dico), como rey de estepa o selva, animal poderoso, conforme a una imagen conocida en Israel (cf. 1 Mac 3,3-4; 4 Esd 10,60-12,35) y su entorno. Ha vencido el retoño, descendiente, de David (del árbol de Jesé: cf. Is 11,1.10). Del plano animal (león) se pasa así­ al reino vegetal: árbol fuerte que revive y crece, cargado de vida y futuro, será el Cristo. El anciano dice al profeta que el león-retoño ya ha vencido, de manera que él puede abrir el libro cerrado, donde se contiene todo el despliegue de la historia del Apocalipsis. Pues bien, cuando el vidente mira no descubre un león, sino un Cordero (ar11í011) degollado, de pie, victorioso, en el centro del corro que forman los vivientes del tetramorfo* y los ancianos. (7) Apocalipsis. (2) La identidad del Cordero. Hemos visto al Cordero. Ahora debemos precisar mejor su sentido dentro del Apocalipsis, (a) Podrí­a ser camero luchador. Algunos piensan que el amion que ha visto Juan no es un cordero, sino el camero fuerte (Aries) de la constelación celeste, animal de guerra, como el de Dn 8,3-7. Varios textos apocalí­pticos (Test XII Pat y 1 Hen 89-90) presentaban la batalla final como combate de animales. En ese contexto deberí­a entenderse el amion-carnero del texto (cf. Ap 6,15-16; 14,1-5; 17,14). (b) Es Cordero degollado, pues Juan le llama así­ (es amion), añadiendo que está degollado; no es carnero luchador (que se dice en griego krios, en los textos ya citados de Daniel LXX). Vence por su muerte, como el Siervo de Is 53; es signo pascual, salva a los hombres por su sangre (Ap 5,9; 7,14; 12,11), no a través de una guerra militar, (c) ¿Es Cordero de la akedah (sacrificio de Isaac: Gn 22)? La tradición judí­a ha destacado (cf. Targum de las Cuatro copas*) la importancia cósmica y salvadora del cordero de Isaac y en esa lí­nea podrí­an entenderse algunos elementos de este cordero mártir mesiánico de Ap 5. Sea como fuere, la imagen del Cordero degollado emerge de la tradición israelita, de un modo especial de Is 53,7, donde se presenta al Siervo de Yahvé como “cordero llevado al matadero”. La novedad del Apocalipsis está en que lo ha identificado con Jesús, Hijo del Hombre, presente en las iglesias (Ap 2-3) y en que lo muestra como degollado de hecho. Los siete cuernos son su fuerza, el poder de Dios, y se identifican en algún sentido con los siete ojos del mismo Dios que actúa de forma poderosa sobre el mundo. Juan nos habí­a saludado de parte de los Siete Espí­ritus (Ap 1,4) que eran entorno, irradiación de fuego, del poder de Dios (4,5). Pues bien, ahora descubrimos que esos espí­ritus son ojos del Cordero que, asumiendo el poder de Dios (cuernos), dirige su mirada hacia todos los misterios de la realidad (cf. 3,1). Sólo el Cordero posee los Espí­ritus (ojos) de Dios y puede abrir el Libro, revelando sus secretos. El Mesí­as de Dios es un Cordero sacrificado que todo lo ve, que lo puede todo. Toda la trama posterior del Ap, hasta las Bodas del Cordero (21,1-22,5), brota de esta imagen: el Esposo final de la historia no es un de miurgo machista, sino el Cordero débil que se desposa en amor con la humanidad. Juan, el apocalí­ptico, ha formulado así­ su clave hermenéutica más honda. En una perspectiva convergente se sitúa la imagen en Juan evangelista, que presenta a Jesús como “cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29.36).

Cf. J. M. Ford, Revelation, AB 38, Doubleday, Nueva York 1975; B. J. MALINA, Oh the Genre and Message of Revelation. Star Visions and Skv Joumevs, Hendrickson, Peabody MA 1985.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Véase OVEJA.

Fuente: Diccionario de la Biblia

kebes (cb,K, , 3532), “cordero; cabrito; chivito”. El cognado acádico de este nombre significa “cordero”, mientras que el cognado arábigo quiere decir “carnero joven”. El término aparece 107 veces en el hebreo veterotestamentario y sobre todo en el Pentateuco. El kebes es un “corderito” que casi siempre sirve para fines sacrificiales. La primera vez que se usa en Exodo tiene que ver con la Pascua: “El cordero será sin defecto, macho de un año; tomaréis un cordero o un cabrito” (Exo 12:5 rva). El vocablo gedéí†, “chivito”, es un sinónimo de kebes: “Entonces el lobo habitará con el cordero [kebes], y el leopardo se recostará con el cabrito [gedéí†]. El ternero y el cachorro del león crecerán juntos, y un niño pequeño los conducirá” (Isa 11:6 rva). La traducción tradicional de “cordero” no deja en claro su género. En hebreo el término kebes es maculino, mientras que el femenino es kibsah, “cordera”; véase Gen 21:28 “Entonces puso Abraham siete corderas del rebaño aparte”. En la Septuaginta encontramos las siguientes traducciones: amnos (“cordero”), probaton (“oveja”) y arnos (“cordero”). Las diferentes versiones de la rv se valen de los dos sentidos: “cordero; oveja”.

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

1. aren (ajrhvn, 704), nombre cuyo caso nominativo se halla solo en la época más antigua. Aparece en Luk 10:3: En su uso normal era sustituido por arnion (Nº 2), del que es el equivalente.¶ 2. arnion (ajrnivon, 721) es una forma diminutiva, pero no debe insistirse en la caracterí­stica diminutiva (véase Nota bajo el Nº 3). La tendencia general en la lengua vernácula era la de usar libremente los nombres acabados en -ion, aparte de su significado diminutivo. Lo utiliza solo el apóstol Juan: (a) en plural, en el mandato del Señor a Pedro (Joh 21:15), con referencia simbólica a los convertidos recientes; (b) en otros pasajes, en singular, en Apocalipsis, unas 28 veces, de Cristo como el Cordero de Dios, teniendo el simbolismo referencia a su carácter y a su sacrificio vicario, como base tanto de la redención como de la venganza divina. El es visto en la posición de gloria y honor soberanos (p.ej., 7.17), que comparte en un plano de igualdad con el Padre (22.1,3), siendo el centro de los seres angélicos y de los redimidos, y el objeto de la adoración de ellos (p.ej., 5.6,8,12,13; 15.3), el conductor y Pastor de sus santos (p.ej., 7.17; 14.4); la cabeza de su desposada espiritual (p.ej., 21.9), la luminaria de la ciudad celestial y eterna (21.23), Aquel a quien ha sido entregado todo juicio (p.ej., 6.1,16; 13.8), el conquistador de los enemigos de Dios y de su pueblo (17.14); el cántico que celebra el triunfo de aquellos que “habí­an alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen” es el cántico de Moisés, y †¦ del Cordero (15.3). Su sacrificio, cuya eficacia está disponible para aquellos que aceptan la salvación que se provee mediante El, constituye la base de la ejecución de la ira divina para el que lo rechaza, y para el que desafí­a a Dios (14.10); (c) en la descripción de la segunda “bestia” (Rev_13 11), que se ve en la visión semejante “a un cordero”, sugiriendo su capacidad de actuar en el papel de un falso Mesí­as, usurpando el papel del verdadero. Para su utilización en la LXX, véase Nota bajo el Nº 3. 3. amnos (ajmnov”, 286), cordero. Se usa figuradamente de Cristo (Joh 1:19,36), con el artí­culo, señalándole como el esperado, aquel que era bien conocido como el cumplimiento personal y la personificación de todo lo que se habí­a indicado en el AT, aquel mediante cuyo sacrificio se iba a obtener liberación del juicio divino; en Act 8:32 (de la LXX de Isa 53:7) y en 1Pe 1:19, la ausencia del artí­culo destaca la naturaleza y el carácter de su sacrificio como se establece en el simbolismo. La referencia es en cada caso al cordero que Dios provee (Gen 22:8), y al cordero pascual señalado por Dios para su sacrificio en Israel (p.ej., Ex 12.5,14,27; cf. 1Co 5:7).¶ Nota: El contraste entre arnion y amnos no recae en el carácter diminutivo del primero en comparación con el segundo. Como ya se ha señalado bajo el Nº 2, arnion perdió su fuerza de diminutivo. El contraste reside en la manera en que Cristo es presentado en los dos respectos. El uso de amnos señala directamente al hecho, a la naturaleza, y al carácter de su sacrificio; arnion (solo en Apocalipsis) le presenta, ciertamente, en el terreno de su sacrificio, pero en su majestad, dignidad, honor, autoridad y poder adquiridos. En la LXX, se usa arnion en el Psa 114:4,6; en Jer 11:19, con el adjetivo akakos, inocente; en Jer 27:45 “corderos”. No hay nada en estos pasajes que sugiera un contraste entre un cordero en el sentido general del término y su diminutivo; el contraste es entre corderos y ovejas. En otras secciones de la LXX amnos se usa en general alrededor de 100 veces en relación con los corderos para el sacrificio.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento