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Jesús nos enseña por medio de parábolas



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Definiciones
  3. Principales
    parábolas enseñadas por Jesús.
    Significado de cada una de ellas
  4. Citas
    bíblicas
  5. Bibliografía

Introducción

Las parábolas de Jesús, son
aquellas breves narraciones dichas por Jesús de
Nazaret que encierran una educación moral y
religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.
No son fábulas, pues en estas no intervienen
personajes animales con características humanas,
ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones
creíbles, teniendo la mayoría de estos elementos de
la vida cotidiana. Las parábolas se encuentran contenidas
en los evangelios canónicos, aunque también se
pueden encontrar en los evangelios, como el
de Tomás y de Santiago, libros considerados
apócrifos.

La finalidad de las parábolas de Jesús es
enseñar cómo debe actuar una persona para entrar
al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan
también sus misterios. En ocasiones Jesús
usó las parábolas como armas
dialécticas contra líderes religiosos y
sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y
el publicano. En la Biblia se encuentran los siguientes textos
titulados Propósito de las parábolas.
(1)[1]

Jesús dice que enseña usando
parábolas para que comprendan su mensaje sólo
aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que
los que tienen "endurecidos sus corazones" y han
"cerrado sus ojos" no puedan entender. Por lo tanto
comprender el mensaje de Jesús significaría ser un
verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se
está realmente comprometido con Él y por ende no
podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje. Existen
algunos debates sobre si este es el significado original del uso
de las parábolas o si en realidad fue agregado por Marcos
para reforzar la fe de sus lectores, tal vez cuando se vio
perseguido. Esta explicación parece ser esencial para
comprender del todo el mensaje real de las parábolas de
Jesús, ya que deja claro que es necesario tener fe en
Él para entenderlas, o de otro modo se ven
confusas.

En la descripción de las principales
parábolas que Jesús nos enseñó, en el
presente trabajo no se hace una reseña de cada una de
ellas de acuerdo a las redactadas en las Sagradas Escrituras, ni
tampoco todas ellas, sino las más importantes y
significativas, y cuyo orden, el autor ha creído
importante redactarlas e interpretarlas de acuerdo a su
importancia y mayor significación. Las que no serán
redactadas e interpretadas se hará una reseña
bibliográfica de éstas.

Definiciones

La voz "parábola" designa una
forma literaria que consiste en un relato figurado del cual, por
analogía o semejanza, se deriva una enseñanza
relativa a un tema que no es el explícito. Es en esencia,
un relato simbólico o una comparación
basada en una observación verosímil.

La "parábola" tiene un
fin didáctico y podemos encontrar un ejemplo de
ella en los evangelios cristianos,
donde Jesús narra muchas parábolas como
enseñanzas al pueblo.

El término "parábola" proviene
del griego (parabole, que significa
comparación, semejanza), el nombre dado por los
rétores griegos a toda ilustración
ficticia en la forma de una breve narración. Más
adelante pasó a conocerse
como narrativa ficticia, aludiendo generalmente a algo
que puede ocurrir de forma natural, y por el cual se precisan
asuntos morales y espirituales.

"Parábola" según el DRAE, la
define como: "Narración de un suceso fingido, de que
se deduce, por comparación o semejanza, una verdad
importante o una enseñanza moral
". Proviene del
 lat. Parabola, y
este del gr. pa?aß???.[2]

Significado de "parábola", desde el
punto de vista Teológico:

La "parábola" es una breve
comparación basada en una experiencia cotidiana de la
vida, cuyo fin es enseñar una verdad espiritual. No son
fábulas ni alegorías porque se basan en un hecho o
una observación real o por lo menos
verosímil. 

Jesús utilizó parábolas
frecuentemente para enseñar las verdades más
elevadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su
enseñanza contrastaba por su sencillez y sus
imágenes con el estilo complejo de los antiguos
filósofos.  

La "parábola" no diluye lo que es
profundo sino que acerca al corazón del mensaje por
imágenes que ayudan a comenzar a razonar y nos dan una
intuición en la que obra la gracia.  

Los doctores judíos también utilizaban
parábolas, pero Jesús las llevó a la
perfección. Sus parábolas sirven para todos en
todos los tiempos.  

Jesús, después de enseñar al pueblo
en parábolas, continuaba enseñando a los
discípulos en privado más directamente y con
más profundidad de lo que era posible para el pueblo.
Así los formaba para después encargarlos de
divulgar esas verdades. 

Cuando los discípulos le preguntaron por
qué enseñaba con parábolas, Jesús les
respondió:

"Es que a vosotros se os ha dado el conocer los
misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a
quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien
no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les
hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen
ni entienden. En ellos se cumple la profecía de
Isaías: "Oír, oiréis, pero no
entenderéis, mirar, miraréis, pero no
veréis."
". (2)

Usar parábolas es proceder como el padre de
familia que saca de su arca las cosas antiguas y las
nuevas.

Principales
parábolas enseñadas por Jesús. Significado
de cada una de ellas

Una serie de parábolas que son adyacentes en uno
o más evangelios tienen temas similares. La
parábola de la levadura sigue la parábola del grano
de mostaza en Mateo y Lucas, y comparte el tema del Reino de los
Cielos que crece de pequeños comienzos[3]La
parábola del tesoro escondido y la parábola de la
perla forma una pareja que ilustra el gran valor del Reino de los
Cielos, y la necesidad de una acción en la
consecución de la misma[4]

Las parábolas de la oveja perdida, la moneda
perdida, y el hijo pródigo forman un trío en Lucas
que tratan con la pérdida y la
redención[5]

La parábola del siervo fiel y la parábola
de las diez vírgenes en Mateo, adyacentes, involucran a la
espera de un novio, y tienen un tema escatológico:
estar preparados para la hora del juicio. La parábola
de la cizaña, la parábola del rico
insensato, la parábola del árbol de
higo, y la parábola de la higuera
estéril[6]también tienen temas
escatológicos.

Otras parábolas independientes, como la
parábola del siervo inútil, que trata de
perdón, la parábola del Buen Samaritano, que
trata de amor práctico, y la parábola del
siervo vigilante, frente a la persistencia en la
oración.

Pero en esta ocasión sólo analizaremos las
más remarcadas, claro está que las demás no
dejan de tener su debida importancia; sino que, las que
analizaremos son las más mentadas en el mundo
cristiano.

Parábola del Sembrador. (3)

Es una de las parábolas de
Jesús encontrada en los tres Evangelios
sinópticos, con la explicación de esta
parábola que fue dada por Jesús a
sus discípulos, en Mateo, Marcos y Lucas; como
la mayoría de las parábolas.

El texto de la parábola según el evangelio
de Marcos es el siguiente:

"Aquel día salió Jesús de la
casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha
gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda
la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas en
parábolas, diciendo:
"He aquí, el
sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de
la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la
comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no
había mucha tierra; y brotó pronto, porque no
tenía profundidad la tierra; peo salido el sol, se
quemó; y porque no tenía raíz, se
secó. Y parque cayó entre espinos; y los espinos
crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra,
y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y
cuál a treinta por
uno". El que tiene
oídos para oír, que oiga
".
(4)

Interpretación, significado.

Es la más larga de las parábolas del reino
y responde a una pregunta sobre por qué se producen
efectos tan distintos en los que escuchan el mensaje del reino.
La gracia es igual para todos, pero la libertad humana lleva a
respuestas diferentes.

Los discípulos piden
explicación.

Probablemente, todos los que escuchaban tenían
experiencia de la semilla lanzada a voleo, conocían las
inquietudes por la cosecha abundante o malograda. Quizá
por esto no era difícil extraer consecuencias
espirituales, pero los discípulos piden la
explicación del Maestro para comprender, y reciben una
primera lección sobre la necesidad de tener el
corazón bien dispuesto y sobre las malas consecuencias de
la dureza de corazón: "Los discípulos se
acercaron a decirle: ¿Por qué les hablas en
parábolas? Él les respondió: A vosotros se
os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a
ellos no se les ha dado. Porque al que tiene se le dará y
abundará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le
quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque
viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en
ellos la profecía de Isaías, que dice: "Con el
oído oiréis, pero no entenderéis, con la
vista miraréis, pero no veréis
".

Porque se ha embotado el corazón de este pueblo,
han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea
qu vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan
con el corazón y se conviertan, y yo los sane.

"Bienaventurados, en cambio, vuestros ojos porque
ven y vuestros oídos porque oyen. Pues en verdad os digo
que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que vosotros
estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros
estáis oyendo y no lo oyeron
".

La explicación para los que están bien
dispuestos es la siguiente: "Escuchad, pues, la
parábola del sembrador. Todo el que oye la palabra del
Reino y no entiende, viene el maligno y arrebata lo sembrado en
su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. Lo
sembrado sobre terreno rocoso es el que oye la palabra, y al
punto la recibe con alegría; pero no tiene en sí
raíz, sino que es inconstante y, al venir una
tribulación o persecución por causa de la palabra,
enseguida tropieza y cae. Lo sembrado entre espinos es el que oye
la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la
seducción de las riquezas sofocan la palabra y queda
estéril. Por el contrario, lo sembrado en buena tierra es
el que oye la palabra y la entiende, y fructifica y produce el
ciento, o el sesenta, o el treinta
".

El fruto depende de la libertad del
hombre.

La semilla tiene poder de fructificar siempre; pero el
fruto depende de la libertad del hombre, que puede estar
condicionada por el maligno, por la propia inconstancia o por las
dificultades –externas o internas–, o por la
seducción del mundo y las riquezas. La misma variedad de
frutos muestra la calidad de la fe y de las buenas disposiciones
en los que la escuchan y llevan a la práctica la doctrina.
El mensaje es claro en esta parábola acerca del reino, que
no puede darse con violencia, sino que debe ser aceptado con
libertad para arraigar y dar fruto.

Muchos eruditos piensan que la parábola era
originalmente optimista en perspectiva, ya que a pesar de los
fracasos, finalmente la siembra de la "semilla"
será exitosa, echará raíces y
producirá muchos "frutos". Acorde a
la fuente canónica, que establece que el libro de
Marcos fue el primero de los evangelios sinópticos en
ser escrito, la parábola del sembrador vendría a
ser también la primera parábola en ser escrita,
pues es la primera parábola de este libro. Marcos usa a
esto para resaltar la reacción que las anteriores
enseñanzas de Cristo han tenido sobre las personas, como
también la reacción que el mensaje cristiano ha
tenido en el mundo durante las tres décadas desde el
ministerio de Cristo hasta la escritura del Evangelio. La
parábola ha dado a entender algunas veces que hay (al
menos) tres "niveles" del divino progreso y la
salvación.

La parábola de la semilla de mostaza.
(5)

La parábola de la semilla de mostaza es una de
las tantas parábolas relatadas por Jesús de Nazaret
transmitida en el Nuevo Testamento por los evangelios
de Mateo, Marcos y Lucas.

En el evangelio según San
Mateo Jesús dice lo siguiente:

Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos:
el grano de mostaza que el hombre tomó y sembró en
su campo, es la más pequeña de las semillas pero
cuando crece se hace más grande que las plantas del
huerto. Es como un árbol de modo que las aves vienen para
posarse en sus ramas.

Interpretación, significado.

La parábola del grano de mostaza, que
también aparece en el capítulo 4 de Marcos, resalta
dos ideas: en primer lugar, el sorprendente crecimiento en la
cantidad de personas que han aceptado el mensaje del Reino, y en
segundo lugar, la protección que estas reciben.
Jesús dijo: "¿A qué hemos de asemejar el
reino de Dios, o en qué ilustración lo
presentaremos? Como un grano de mostaza, que al tiempo que se
sembró en la tierra era la más pequeña de
todas las semillas que hay en la tierra…, pero cuando se ha
sembrado, sale y se hace mayor que todas las demás
legumbres, y produce grandes ramas, de modo que las aves del
cielo pueden hallar albergue bajo su sombra".

En esta parábola se habla del crecimiento del
"reino de Dios", crecimiento que se manifiesta en la gran
difusión que ha tenido el mensaje del Reino y en el
aumento que ha experimentado las congregaciones cristianas.
El grano de mostaza, que es diminuto, se utiliza a veces
para representar cosas muy pequeñas (compárese con
Lucas 17:6).

Pero, aunque es de tamaño reducido, produce una
planta que puede alcanzar una altura de 3 a 5 metros (10 a
15 pies) y llegar a tener ramas fuertes, por lo que
prácticamente se la puede considerar un
árbol.

 Desde el establecimiento del Reino de Dios en los
cielos, las ramas del simbólico árbol de mostaza se
han extendido mucho más allá de lo esperado.
El pueblo de Dios ha presenciado el cumplimiento literal de
la siguiente profecía del libro de Isaías: "El
pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una
nación poderosa". (6)

Pero ahí no termina el crecimiento.
Llegará el momento en que toda persona que viva en este
planeta sea súbdito del Reino de Dios. Para entonces,
todos los malvados habrán sido eliminados. Y eso
no ocurrirá gracias a los esfuerzos humanos, sino a
la intervención del Señor Soberano Jehová
(léase Daniel 2:34, 35). Entonces veremos el
cumplimiento final de otra profecía de Isaías, que
dice: "La tierra ciertamente estará llena del conocimiento
de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar".
(7)

Jesús dijo que las aves del cielo hallan refugio
bajo la sombra del árbol, es decir, del Reino. Estas aves
no representan a los enemigos del Reino que intentan comerse
las semillas, como sucede con las aves de la parábola de
los diferentes tipos de terreno. En la parábola del
grano de mostaza, las aves representan a la gente de
corazón recto que busca refugio en la congregación
cristiana. Tales personas ya están recibiendo
protección de las prácticas moral y espiritualmente
degradantes de este mundo. Jehová hizo una
comparación similar entre el Reino mesiánico y un
árbol al profetizar lo siguiente: "A la montaña de
la altura de Israel la trasplantaré, y ciertamente
echará ramas mayores y producirá fruto y
llegará a ser un cedro majestuoso. Y debajo de
él realmente residirán todos los pájaros de
toda ala; en la sombra de su follaje residirán".
(8)

La parábola del Buen Samaritano.
(9)

La parábola del buen samaritano es una
de las parábolas de Jesús más
conocidas, relatada en el Evangelio de Lucas. Se la
considera una de las parábolas más realistas y
reveladoras del método didáctico empleado
por Jesús de Nazaret, un ejemplo expresivo e
incisivo de su mensaje exigente.

Presenta el tono que caracteriza a las
llamadas parábolas de la misericordia propias
del Evangelio de Lucas. La parábola es narrada por el
propio Jesús a fin de ilustrar que la caridad y
la misericordia son las virtudes que guiarán a
los hombres a la piedad y la santidad.
Enseña también que cumplir el espíritu de
la ley, el amor, es mucho más importante que
cumplir la letra de la ley. En esta parábola, Jesús
amplía la definición de prójimo. La
elección de la figura de un samaritano, considerado
un herético para los sectores más
ortodoxos de la religión hebrea, sirve para redefinir el
concepto de prójimo que se manejaba entonces.
Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe
debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el
concepto de fe en la vida religiosa judía, entre los
cuales resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes
Jesús en numerosas ocasiones llama hipócritas por
su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el
espíritu de la ley. El contraste establecido entre los
prominentes líderes religiosos inmisericordes y el
samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de
la ley (como es el caso del interlocutor de Jesús) de que
estaban olvidando el principio de la verdadera religión y
Jesús emplea un personaje despreciado por ellos para
mostrarles su error.

La narración comienza cuando un doctor de la ley
le preguntó a Jesús con ánimo de ponerlo a
prueba qué debía hacer para obtener la vida eterna.
Jesús, en respuesta, le preguntó al doctor
qué está escrito en la ley de Moisés.
Cuando el doctor cita la Biblia, y precisamente:
"amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas
"
(10), y la ley paralela "amarás a tu
prójimo como a ti mismo
" (11), Jesús
dijo que había respondido correctamente y lo invitó
a comportarse en consecuencia. En ese punto, queriendo justificar
su pregunta, el doctor preguntó a Jesús
quién era su prójimo. Jesús le
respondió con la parábola.

"Bajaba un hombre de Jerusalén a
Jericó, y cayó en manos de salteadores, que,
después de despojarle, y golpearle, se fueron
dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel
camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un
levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un
samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al
verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó
sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo
sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y
cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos
denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y,
si gusta algo más, te pagaré cuando vuelva.".
¿Quién de estos tres te parece que fue
prójimo del que cayó en manos de los
salteadores
?".

El doctor dijo: "El que practicó la
misericordia con él
."

Díjole Jesús: "Vete y haz tu lo
mismo
."

Es de notar que Jesús no definió, tal como
pretendía el doctor de la ley, quién es el
prójimo: solo preguntó quién obró
como prójimo del herido. Por la respuesta del legista
queda implícito que se considera "prójimo"
a todo aquel que obra compasivamente con otro hombre, es decir,
la definición se da en función de la
obra. Asimismo, el legista no respondió a
Jesús directamente ("el samaritano"), sino
indirectamente, al decir "el que tuvo compasión de
él
", lo que en general se interpreta como una
dificultad de su parte en reconocer que no fueron el sacerdote o
el levita quienes observaron el espíritu de la ley sino
alguien que, en el ambiente judío, era considerado un
hereje, un paria.

Estructura del pasaje.

El pasaje del Evangelio de Lucas
-mostrativo del método didáctico usado
por Jesús de Nazaret- consta de los siguientes
elementos: (12)

  • Pregunta de un maestro de la ley
    (Lc. 10:25).

  • Contra pregunta de Jesús
    (Lc. 10:26).

  • Respuesta del maestro de la ley
    (Lc. 10:27).

  • Mandato de Jesús (Lc. 10:28).

  • Nueva pregunta del maestro de la ley (Lc.
    10:29).

  • Contra pregunta de Jesús que contiene la
    parábola del buen samaritano (Lc.
    10:30-36).

  • Respuesta del maestro de la ley (Lc.
    10:37).

  • Mandato de Jesús (Lc. 10:37).

Contexto geográfico: el camino de
Jerusalén a Jericó.

En la época de Jesús, era notorio el
peligro y la dificultad que caracterizaba al camino
de Jerusalén a Jericó, conocido como
"Camino de Sangre", en razón de la sangre que
allí se derramaba, de las muertes que ocurrían por
causa de los ladrones. El camino se iniciaba a unos 750
metros sobre el nivel del mar, y bajaba unos mil metros
hasta alcanzar Jericó, en el valle del
Jordán, a 258 metros bajo el nivel del
mar.

Martin Luther King, en su último discurso,
pronunciado el 3 de abril de 1968 -el día anterior a su
asesinato- y popularizado bajo el título "I've
Been to the Mountaintop
", traducido al español:
"He estado en la cima de la
montaña
", donde describió el camino
de Jerusalén a Jericó.

Personajes de la parábola.

El Sacerdote y el levita.

El sacerdote y el levita son los dos personajes que
primero pasan por delante del judío apaleado y lo ignoran,
siguiendo su camino a Jerusalén. Normalmente
pensaríamos que esa actitud se debía a una pobre
compasión y a una indiferencia al dolor, pero el
significado va más allá. Es muy probable que ambos
clérigos fueran rumbo a Jerusalén a oficiar en el
Templo. La ley establecía que quien tocara un
cadáver ensangrentado quedaría impuro hasta la
noche, y alguien impuro no podía participar de los
rituales religiosos. Estos dos destacados representantes de la
observancia de la ley no ayudan al hombre que había sido
totalmente despojado y se encontraba aparentemente muerto, por
temor a contaminarse. Es por ello que el simbolismo del
sacerdote y el levita no es de impiedad ni de crueldad, sino de
anteponer formalismos rituales a la misericordia y el
perdón. Esta imagen de la balanza entre el espíritu
de la ley y la letra de la ley es uno de los pilares de la
enseñanza de Jesús, y también
del Antiguo Testamento: "misericordia quiero y no
sacrificios
". (13)

El samaritano.

La imagen del samaritano como el piadoso
salvador del judío apaleado constituye toda una fragua al
concepto de "prójimo". Los samaritanos y los
judíos constituían rivales irreconciliables; unos a
otros se consideraban herejes. Los judíos fundamentaban
sus razones en que los samaritanos hacían su culto en el
monte Garizim (o Gerizim) en lugar del Templo de
Jerusalén. Además, solamente aceptaban
a Moisés como único profeta, y no
reconocían la tradición oral del Talmud, el
libro de los Profetas ni el de los Escritos. Por su parte, los
samaritanos odiaban a los judíos por las veces que estos
habían destruido y profanado el santuario de
Garizim.

Ciertamente no están mencionados sin
intención el sacerdote y el levita. A buen seguro que
tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso
condición de samaritano. Todo ello está muy
deliberadamente escogido para subrayar la nueva noción de
prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es
la escuela y acerada enseñanza de su parábola: el
amor al prójimo es hacer esto, y el prójimo es
éste, un samaritano, un extraño.

Enseñanza
fundamental.

El pasaje, presenta dos significados:

  • Una lección de misericordia hacia los
    necesitados, y

  • un anuncio de que los no judíos pueden
    también observar la ley y, en consecuencia, entrar en
    la vida eterna.

Jesús no hace distinciones entre los hombres en
este aspecto: todos son «prójimos», sin
importar nacionalidad, religión, ni ideas
políticas; porque prójimo es sinónimo de
próximo, cercano. Asimismo, el sujeto tampoco reconoce
límites, significando que la práctica del
mandamiento del amor es para todos.

Jesús escoge a un samaritano para ilustrar el
concepto de un sujeto cuya extensión es
ilimitada.

En efecto, el objetivo de la parábola es
"detener la atención del lector para obligarlo a
imitar el comportamiento de un paria, de un
samaritano
".

Simbología e importancia.

Esta parábola es una de las más famosas
del Nuevo Testamento, y su influencia es tal que el
significado actual de samaritano en la cultura occidental es el
de una persona generosa y dispuesta a ofrecer ayuda a quien sea
que lo requiera. El "buen samaritano" se
convirtió en símbolo típico de la
fraternidad humana y del humanitarismo.

La parábola del Hijo Pródigo.
(14)

La parábola del hijo pródigo es
el término popular que describe a una de
las parábolas de Jesús de Nazaret 
recogida en el Nuevo Testamento, específicamente en
el evangelio según San Lucas.

Sentido de la Parábola.

Esta parábola, como muchas otras de Jesús
(Véase: Parábola del fariseo y el publicano)
se enmarca como respuesta a una crítica de
los fariseos y los escribas,
expertos judíos en la Ley mosaica, que estos le
propinaban por andar y compartir en presencia de pecadores. La
parábola fundamentalmente recalca
la misericordia de Dios hacia los pecadores
arrepentidos y su alegría ante la conversión de los
descarriados; esto ha llevado a muchos teólogos y expertos
bíblicos a pensar que el nombre de la parábola
debería ser "el padre misericordioso", en lugar
de "el hijo pródigo". En efecto el enfoque de la
parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido,
sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida al hogar
a su hijo. El mensaje teológico que brinda esta
parábola constituye la cimentación de la
prédica de Cristo, siempre guiada a la
conversión de los pecadores, al perdón de los
pecados y al rechazo a los formalismos que apartan al creyente de
la verdadera fe y misericordia.

Personajes de la
Parábola:

Hijo pródigo.

Es sobre quien gira la historia aparente, pues es quien
hila las tres escenas de esta, el pecado, el arrepentimiento y el
perdón. Representa a la humanidad pecadora y descarriada
que se ha olvidado de Dios. Su entrada comienza
informándonos que es el menor de dos hermanos y que le
pide al padre su parte de la herencia. Teológicamente
podría interpretarse a dicha herencia como los dones y
gracias que Dios pone en cada uno de nosotros, por lo que la
escena rememora el Jardín de Edén en el momento de
la caída en el pecado; el hijo exige su libertad para
usarla fuera de la voluntad de su padre. Posteriormente se
señala que malgasta esa herencia viviendo como un
libertino, o sea su pecado no está tanto en la
reclamación de su libertad como en la utilización
descarriada de la misma que lo lleva al fracaso. Otro factor a
tener en cuenta es que, para la comunidad Judía de ese
tiempo, el cerdo era un animal abominable tal como se describe en
la ley de Moisés (15), ni aún se
podía criar, esto enseña que el
pecado[7]y la vida de libertinaje lleva al hijo
pródigo, en un acto desesperado, a cometer un acto
abominable y como consecuencia, empeora más su
situación.

Esta parábola describe posteriormente la escena
del arrepentimiento. Tras la vida de derroche y libertinaje, el
hijo cae en la miseria y reflexiona acerca de su provecho
personal y cae en cuenta que le traerá mayor bienestar
regresar donde el padre que seguir por su cuenta. Aquí hay
varios aspectos muy interesantes desde una perspectiva
teológica, en primer lugar refleja que las desgracias que
provoca el pecado no son castigos divinos sino resultado de las
malas acciones que siempre acaban mal, por otro lado refleja una
actitud interesada en la conversión, es decir se
arrepiente racionalmente y no sentimentalmente, va buscando un
provecho personal y no la santidad en sí, de ahí
que prepare una disculpa para el padre en la que le pida que lo
acepte como trabajador. Parte de regreso a casa de su padre y
encuentra en este un perdón incondicional. Se puede decir
que su verdadera conversión, el arrepentimiento real,
ocurre en este momento pues ve en la actitud del padre
desinterés y amor, principales características de
una verdadera conversión. Esta conversión ocurre al
acudir a Dios y al arrepentirnos de las malas acciones de nuestra
vida.

Padre misericordioso.

Este es verdaderamente el personaje central de la
parábola. Representa a Dios Padre y fundamentalmente su
atributo de misericordia. Desde el comienzo de la parábola
se nos lanza una enseñanza, el padre tenía dos
hijos. Aquí los dos hijos representan a la humanidad
entera, uno a los pecadores que se alejan de la voluntad del
Padre y el otro a los que se someten a esta, pero ambos son
merecedores de la herencia paterna. El padre respeta y acepta la
determinación que su hijo toma por su libre
albedrío, le reparte su herencia y lo deja marcharse. Esta
imagen nos presenta a un Dios que no es ni dictador, ni
prepotente, que nos muestra el camino, nos da su heredad pero nos
deja libres para que escojamos nuestro destino.

La otra aparición del padre es la
manifestación de su plena misericordia. Al ver a su hijo
que regresa sale a buscarlo corriendo y antes de que diga palabra
alguna lo abraza y lo besa. En esta imagen se explica como Dios,
incluso sabiendo que la conversión no es completa y que
puede haber un trasfondo, sale en busca de aquel que lo necesita
y lo llama, aceptándolo sin reprocharle su
descarrío ni su indiferencia anterior. Por otra parte en
su diálogo con su primogénito se transluce
cómo Dios no descuida a aquellos que lo han seguido
justamente y cómo ante el pecado de los justos su reclamo
es tierno pero firme.

Primogénito.

El primogénito es el personaje que menos
participa en la parábola. Representa a los justos y fieles
hijos de Dios, que se someten a la voluntad del Padre. El
verdadero sentido de este personaje es mostrarnos como los fieles
de Dios también caen en el pecado, en este caso la
soberbia, y representa muy bien a los fariseos y escribas a los
que Jesús le hablaba. Al reprocharle al padre lo que le
hace a su hermano en comparación con lo que ha hecho por
él se muestra que también en su fe su obediencia
existía un móvil interesado.

Enseñanza fundamental.

Esta parábola transmite una enseñanza
tanto para los fariseos y escribas como para los pecadores y
publicanos. Hoy en día puede decirse que sirve de
enseñanza para los fieles cristianos y para el
resto de las personas. A los primeros les muestra su debilidad
ante la tentación. Indica que el pecado de soberbia puede
alojarse fácilmente en ellos por profesar una fe, al mismo
tiempo transluce que la fe cristiana no consiste solamente en
participar en ritos y liturgias sino en practicar la misericordia
y no juzgar a los demás. En relación a los segundos
consiste en una invitación a la conversión.
Así se les muestra las terribles consecuencias
del pecado y de las malas acciones, la importancia de
un verdadero arrepentimiento y la misericordia de Dios que todo
lo perdona.

Punto de Vista Judío
Nazareno.

Dentro del judaísmo nazareno esta parábola
o Midrash[8]cobra un cariz totalmente diferente al
tradicional. La parábola ha sido vista como el retorno de
la Casa de Efraím, las Diez Tribus perdidas de Israel, y
su final unión a la Casa de Judá. Inclusive ha sido
preservado con un nombre distinto: El Midrash del
"Amor del Padre", puesto que el personaje central de la
narrativa no es el hijo necio sino el padre amoroso (16).
El análisis textual de este bellísimo Midrash, de
acuerdo a la teología judía nazarena es
trascendental para entender el futuro retorno de la Casa de
Efraím.

Pasukim[9]que proviene del hebreo Pasuk,
que designa
el versículo bíblico.

Etimológicamente
significa división y es el participio pasivo de
la primera forma del verbo pasak (dividir).

En cuanto a los orígenes de la división
del texto sagrado en versículos creen los críticos
que hay que buscarlos en la misma época y momento de la
redacción última del canon actual, por
más que hay divergencias en cuanto a este punto entre
los Setenta y el texto hebreo; parece que la
división en versículos de este último en su
estado actual es obra de la Masora.

El contenido de este artículo incorpora material
del tomo 42 de la Enciclopedia Universal Ilustrada
Europeo-Americana (Espasa)[10], cuya
publicación fue anterior a 1934, por lo que se encuentra
en el dominio público.

La historia inicia diciendo que un hombre tenía
dos hijos. En los profetas estos dos hermanos son descritos como
hijas o hermanas (17). El mayor quien representa a la Casa
de Judá, y el menor quien toma la imagen de la casa de
Efraím. Este último pidió a su padre la
parte de la herencia que le correspondía. De acuerdo al
Talmud había dos formas de transmitir los bienes: Por
testamento tras el deceso del padre, y por donación en
vida. En el segundo caso, el hijo recibe la herencia pero no los
intereses o su usufructo. En caso de venta, el comprador no
podía tomar posesión del inmueble hasta que el
padre había fallecido. Lo sorprendente de esta narrativa;
y sin duda causó desasosiego en los que escucharon este
Midrash de labios de Yahushúa[11]ben David
fue que el hijo menor se atreviera a pedir el control completo de
la herencia, dejando a su padre desprotegido. El hijo mayor
también recibió sus bienes en donación, la
doble porción del primogénito, pero su
ambición no le llevó a los extremos del hijo
menor.

El hijo menor vendió todo y con el dinero
emigró a una provincia lejana del Imperio Romano donde
vivió perdidamente. En otras palabras se asimiló en
la población gentil.

Tras haber agotado sus recursos, sin amigos ni consuelo
decidió tomar un trabajo que acarreaba maldición,
cuidando una piara de cerdos.

Su hambre era tan acuciante que hubiera querido comer el
pienso de los animales, pero nadie se lo daba. En breves palabras
Yahushúa reflejó la dura realidad de la
asimilación y el exilio, donde el judío se
veía (y se ve en la actualidad) forzado a comprometer sus
principios religiosos para sobrevivir. El hecho que el hijo menor
cuidara animales impuros (19), y no pudiera guardar el
Shabat o alguna otra de las solemnidades lo abismó en la
apostasía. (20)

Entonces se "volvió hacia sí",
esta es una expresión hebrea que significa "hacer
penitencia
". Arrepentirse en polvo y ceniza.

Y se puso en marcha mientras elaboraba su
petición de perdón. No tenía esperanzas de
ser recibido como hijo, dado que ya no tenía ningún
derecho para un techo, vestido o comida, solamente anhelaba ser
recibido como jornalero y ganarse su sustento.

Cuando su padre lo avistó a lo lejos no
esperó a recibirlo, corrió hacia él y lo
besó largamente como señal de perdón
(compárese con 2da. de Samuel) (21). Para el
mesoriental de edad madura de aquellos lejanos días correr
aun cuando había prisa era considerado un acto
desacostumbrado y poco digno. Que el padre del relato no se
hubiera molestado en guardar las apariencias indicó a los
oyentes del Midrash cuánto amaba a su hijo perdido.
(22)

Rápidamente, el hijo dio inicio su
petición de perdón pero jamás llegó
decir "hazme como uno de tus jornaleros" porque su padre ya
había dado tres órdenes a sus siervos semejantes a
las que dio el faraón para elevar a Yoséf ha Tzadik
a la dignidad de virrey (23). "Poned un anillo en su
mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo,
y comamos y hagamos fiesta
".

"Sacad el mejor vestido, y vestidle". Un
vestido de fiesta confeccionado con una tela preciosa, elevando a
su vástago al nivel de un invitado de honor. (24)
En el antiguo oriente no eran conocidas las condecoraciones o
medallas, si se deseaba honrar a alguien se le daba una ropa
lujosa (compárese Génesis 37:3) (25). "Y
poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies
". Un
anillo y calzado. El anillo era en realidad un sello con el
nombre familiar que se empleaba para firmar documentos legales
(compárese con Haggeo 2:23) (26), mientras que el
calzado era para indicar que ya no era más un esclavo o un
sirviente.

"Y traed el becerro engordado y matadlo, y comamos y
hagamos fiesta
". Por lo general las familias judías
comían carne en los días de fiesta como
Shabat[12]o Sukot si lo permitía el
presupuesto familiar; pero si su situación era
económicamente estrecha se optaba con cebar algún
cordero, cabra o carnero para ocasiones especiales. En este caso
se sacrificó el becerro cebado de la familia para hacer un
banquete de honor y una fiesta con música, palmadas,
gritos de júbilo y danzas de varones.
(27)

El padre introdujo en su casa al hijo perdido y
explicó su alegría a los miembros de la familia e
invitados en los siguientes términos: "Porque mi hijo
muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es
hallado
". Hay dos imágenes muy importantes en este
pasaje: La resurrección de los muertos en las palabras
"muerto era, y ha revivido" y la reunión de los
exiliados de los cuatro puntos de la tierra en la
expresión "perdido, y es hallado". (28) El
paralelismo con las profecías de las dos casas es
notable.

Cuando llegó del campo el hijo mayor, el cual
representa a la Casa de Judá, rehusó a unirse a la
fiesta y dar la bienvenida a su hermano menor. Ante las
circunstancias, el padre tuvo que salir fuera a hablarle
amistosamente. Sin embargo, el hijo mayor cegado por los celos
llegó al extremo de reprochar a su padre y censurar a su
hermano, a quien niega todo parentesco aplicándole
públicamente la palabra "este" en tono despectivo
y "tu hijo" en lugar de "mi hermano".
(29) Con estas palabras casi lapidarias el Mesías
revela una dolorosa situación para los tiempos de la
restauración: El duro rechazo de la Casa de Judá
hacia sus hermanos de la Casa de Efraím que vuelven de las
naciones sin medios ni formas de comprobar su judaidad.
Rechazados por los gentiles por juzgarlos demasiado
judíos, y despreciados por los hebreos por considerarlos
demasiado gentiles. Sombras desconocidas que serán
leyenda. Pese a ello, la Casa de Efraím vuelve llevando
dentro de su ser un alma judía que ama al Todopoderoso, a
la nación de Israel, a la Ley de Moshé y a su
Mesías.".

Etimología y orígenes hebreos
reclamados.

Tres formas de escribir "Joshua", que se encuentran en
el texto masorético de la Biblia hebrea (i) Yehoshua; (ii)
Jehoshua; y, (iii) Yeshua.

Partes: 1, 2

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