Diciembre es el mes de las festividades, especialmente las celebraciones navideñas donde se rinde homenaje al nacimiento del Niño Jesús; una de esas es la Novena de Navidad que comienza a rezarse el 16 de diciembre de cada año, para rezar la última al llegar al día 24, la fecha en que Jesús nacerá.

Hoy celebramos el último día de la novena. Cada 24 de diciembre nos preparamos para celebrar con alegría el nacimiento de Jesús, prueba grandiosa del amor de Dios por los hombres y mujeres de todos los lugares del mundo. Los gestos y actitudes que tiene Jesús, especialmente con los más pobres y necesitados, reflejan la grandeza de un Dios que siempre quiere estar cerca de su creación.

Cómo rezar la Novena

(Con la señal de la cruz)

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En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Oración inicial:

Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno, te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estímulo, a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén.

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(Se reza un Padre Nuestro)

Cuando estaban en Belén le llegó el día en que debía tener su hijo. Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la sala común. En la región había pastores que vivían en el campo y que se turnaban por la noche para cuidar sus rebaños. El ángel del Señor se les apareció y los rodeó de claridad la Gloria del Señor y fueron presa del temor. Pero el ángel les dijo: “No teman, porque vengo a darles una buena nueva que será motivo de alegría para el pueblo: hoy ha nacido en la ciudad de David un salvador, que es el Mesías, el Señor”.

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Lectura: (Mt. 1.18-25):

Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.

Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alaban a Dios, y decían: !!Gloria a Dios en las altura y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

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Reflexión de la lectura:

Jesús nace en Belén como muestra del amor de Dios por la humanidad. Aunque muchas cosas hayan cambiado en todos estos siglos, hay algo que no ha cambiado jamás: la Buena Nueva de que Jesús, nuestro Señor y Salvador, vino al mundo porque Dios nos ama (Jn 3,16).

Esto debe llenarnos de mucha esperanza y confianza: “Les anuncio una noticia que los va a llenar de alegría, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador”. Sí, hoy nace Jesús que viene a salvarnos a todos, no por nuestros méritos, sino por su infinito amor. Y este anuncio les hace a pastores que vivían en los campos cercanos, trabajadores pobres, sin poder, ni importancia social. Ellos son los primeros testigos y los primeros que comunican a otras personas la llegada del Salvador.

Petición:

En este último día de la Novena, ponemos los ojos en Jesús que nace en Belén, acompañado de María y de José. Esta Sagrada Familia la tomamos como el espejo que refleje a nuestras familias.

Oración por la familia:

Señor, haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión. Que no haya amargura porque Tú nos bendices. Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas. Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón. Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros. Que sepamos marchar hacia ti en tu diario vivir. Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio. Que cada noche nos encuentre con más amor.

Haz, Señor, con nuestras vidas, que quisiste unir, una página llena de ti. Haz, Señor, de nuestros hijos lo que anhelas, ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que nos esforcemos en el apoyo mutuo. Que hagamos del amor un motivo para amarte más. Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos conceda el hallarnos unidos para siempre en ti.

Amén.

Oración por la Virgen María:

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Se reza tres veces el Ave María.

Oración por San José:

Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan soberanos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Te rogamos, por el amor que tuviste a tu divino Hijo, que nos llenes del fervoroso deseo de verle y recibirle con amor. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

Gozos:

Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!,
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo!

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!

¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado luce, hermosa estrella, brota, flor del campo!

¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Véanse mis ojos, de ti enamorados bese ya tus plantas, bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos;
¡Ven a nuestras almas! ¡ven, no tardes tanto!

Oración final:

Señor Jesús, Tú eres amor y vida. Has querido nacer como todos nacemos, de una mujer. De esta forma has bendecido a la familia. haz que cada familia se convierta en verdadero santuario de vida y de amor. Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos, hacia el bien de sus familias. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia una fuerte de apoyo para su crecimiento en la verdad y en el amor. Haz que los niños sean esa semilla de esperanza en la familia y así, con nuestro amor, se renueve su inocencia. Haz que el amor santificado por la gracia del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis. Amén.

Se cierra la novena con algún villancico. (I)