Efectos en la salud de las radiaciones ionizantes

27 de julio de 2023

Datos y cifras

  • La radiación ionizante es un tipo de energía que liberan los átomos en forma de ondas electromagnéticas o partículas.
  • Las personas estamos expuestas a fuentes naturales de radiación ionizante, como el suelo, el agua o la vegetación, así como a fuentes artificiales, tales como los rayos X que emiten algunos aparatos médicos.
  • Las radiaciones ionizantes tienen muchas aplicaciones en la medicina, la industria, la agricultura y la investigación.
  • A medida que aumenta su uso, también lo hacen los posibles peligros para la salud si no se utilizan o contienen adecuadamente.
  • Cuando las dosis de radiación son excesivas pueden tener efectos agudos en la salud, como quemaduras cutáneas o un síndrome de irradiación aguda.
  • Las dosis bajas de radiación ionizante pueden aumentar el riesgo de presentar problemas de salud a largo plazo, tales como el cáncer.

¿Qué es la radiación ionizante? 

La radiación ionizante es un tipo de energía que liberan los átomos en forma de ondas electromagnéticas (rayos gamma o rayos X) o partículas (partículas alfa y beta o neutrones). La desintegración espontánea de los átomos se denomina radiactividad, y la energía excedente emitida es una forma de radiación ionizante. Los elementos inestables que se desintegran y emiten radiación ionizante se denominan radionúclidos.

Cada radionúclido se caracteriza por su semivida y por el tipo y la energía de la radiación que emite.

La actividad de los radionúclidos, que se utiliza como medida de su cantidad, se expresa en una unidad llamada becquerel (Bq): un becquerel corresponde a una desintegración por segundo. La semivida de un radionúclido es el tiempo necesario para que su actividad disminuya a la mitad de su valor inicial debido a su desintegración. Así, la semivida de un elemento radiactivo es el tiempo que tarda la mitad de sus átomos en desintegrarse, y puede variar desde una fracción de segundo a millones de años (por ejemplo, el yodo 131 tiene una semivida de 8 días mientras que el carbono 14 tiene una semivida de 5730 años).

Fuentes de radiación

Las personas están expuestas a diario a la radiación tanto de origen natural como procedente de aparatos creados por el ser humano. La radiación natural puede producirse por muchos materiales distintos: en el suelo, el agua y el aire hay más de 60 materiales radiactivos naturales. Por ejemplo, la principal fuente de radiación natural es el radón, un gas natural que emana de las rocas y la tierra. Diariamente inhalamos e ingerimos radionúclidos presentes en el aire, los alimentos y el agua.

Asimismo, estamos expuestos a la radiación natural de los rayos cósmicos, especialmente a gran altura. Por término medio, el 80% de la dosis anual de radiación de fondo que recibe una persona procede de fuentes de radiación naturales, terrestres y cósmicas, a unos niveles que varían geográficamente debido a diferencias geológicas. En algunos lugares, la exposición puede ser más de 200 veces mayor que la media mundial.

Además, también estamos expuestos a radiación procedente de fuentes artificiales que van desde las centrales nucleares hasta aparatos médicos, tanto diagnósticos como terapéuticos. Hoy en día, las fuentes artificiales más comunes de radiación ionizante son los aparatos médicos, como los que se usan para hacer radiografías y tomografías computarizadas.

Exposición a la radiación ionizante

La exposición de las personas a las radiaciones ionizantes puede producirse en distintas circunstancias: en el hogar o en lugares públicos (exposición pública), en el lugar de trabajo (exposición ocupacional) o en un establecimiento de salud (exposición médica).

Además, esta exposición puede ocurrir por vía interna o externa.

La exposición interna se produce cuando un radionúclido es inhalado, ingerido o entra de algún otro modo en el torrente circulatorio (por ejemplo, a través de una inyección o un herida). La exposición interna cesa cuando el radionúclido se elimina del organismo, ya sea espontáneamente (por ejemplo, en los excrementos) o gracias a un tratamiento.

En cuanto a la exposición externa, se puede producir cuando el material radiactivo presente en el aire (en forma de polvo, líquido o aerosol) se deposita sobre la piel o la ropa. Generalmente, este tipo de material radiactivo se puede eliminar del cuerpo simplemente lavándose.

Además, pueden producirse irradiaciones procedentes de fuentes externas, por ejemplo, al hacerse una radiografía. Esta irradiación se evita blindando su fuente y al salir del campo de irradiación.

Pensando en las formas de protegerse de la radiación ionizante, se pueden distinguir tres situaciones distintas, ya se trate de una exposición planificada, existente o debida a una emergencia. La exposición planificada se produce cuando se usan de forma deliberada fuentes de radiación con fines concretos, como los aparatos médicos empleados para el diagnóstico o el tratamiento, así como otros de uso en la industria o la investigación. Otro caso es la exposición conocida a la radiación que ya existe y que se puede tratar de controlar, como la exposición al radón en el hogar o en el lugar de trabajo o a la radiación natural de fondo existente en el medio ambiente. Por último, pueden producirse exposiciones en las situaciones de emergencia, por ejemplo, ante un acontecimiento inesperado que requiere actuar con rapidez, como un accidente nuclear o un acto delictivo.

El uso médico de radiaciones abarca el 98% de la dosis que recibe la población procedente de aparatos creados por el ser humano y el 20% de su exposición total. Cada año se realizan en el mundo más de 4200 millones de pruebas diagnósticas radiológicas, 40 millones de pruebas de medicina nuclear y 8,5 millones de tratamientos con radioterapia.

Efectos de las radiaciones ionizantes en la salud

El daño que causa la radiación a los órganos y tejidos depende de la dosis recibida (o dosis absorbida), que se expresa en una unidad llamada gray (Gy), del tipo de radiación y de la sensibilidad cada órgano y tejido.

Para medir la radiación ionizante en términos de su potencial para causar daños se utiliza la dosis efectiva. La unidad para medirla es el sievert (Sv), que toma en consideración el tipo de radiación y la vulnerabilidad de los órganos y tejidos. Es una manera de medir el potencial de la radiación ionizante para causar daños.

Además de la cantidad (o dosis) de radiación, otro parámetro importante es la velocidad con que se recibe (o tasa de dosis), que se mide en microsievert por hora (μSv/hora) o milisievert al año (mSv/año).

Por encima de ciertos umbrales, la radiación puede afectar el funcionamiento de los órganos y los tejidos, y producir efectos agudos como enrojecimiento de la piel, caída del cabello, quemaduras por radiación o síndrome de irradiación aguda. Estos efectos son más intensos cuanto mayores son la dosis y la tasa de dosis. Por ejemplo, la dosis liminar para el síndrome de irradiación aguda es de aproximadamente 1 Sv (1000 mSv).

Si la dosis de radiación es baja o la exposición a ella tiene lugar durante un periodo prolongado (es decir, si la tasa de dosis es baja), el riesgo es considerablemente inferior porque hay más probabilidades de que se reparen los daños. No obstante, sigue existiendo un riesgo de sufrir efectos a largo plazo, como la catarata o el cáncer, que pueden tardar años, o incluso decenios, en aparecer. Si bien no siempre aparecen efectos de este tipo, la probabilidad de que se produzcan es proporcional a la dosis de radiación. El riesgo es mayor para los niños y adolescentes, pues son mucho más vulnerables a la radiación que los adultos.

Los estudios epidemiológicos realizados a poblaciones expuestas a la radiación, como los supervivientes de bombas atómicas o los pacientes sometidos a radioterapia, han mostrado que el riesgo de cáncer aumenta significativamente con las dosis superiores a 100 mSv. De hecho, en estudios epidemiológicos más recientes efectuados a pacientes expuestos por motivos médicos durante la infancia (por ejemplo, a tomografías computarizadas) se ha observado que el riesgo de cáncer puede aumentar incluso con dosis más bajas (entre 50 y 100 mSv).

La radiación ionizante puede producir daños cerebrales en el feto tras la exposición prenatal aguda a dosis superiores a 100 mSv entre las 8 y las 15 semanas de gestación y a 200 mSv entre las semanas 16 y 25. En cambio, en los estudios en humanos no se ha demostrado que la exposición a la radiación antes de la octava semana o después de la semana 25 afecte al desarrollo cerebral del feto. Los estudios epidemiológicos indican que el riesgo de cáncer tras la exposición fetal a la radiación es similar al que conlleva la exposición en la primera infancia.

Respuesta de la OMS

La OMS trabaja en todo el mundo para reforzar la protección de los pacientes, los trabajadores y la población frente a las radiaciones ionizantes, ofreciendo a los Estados Miembros orientaciones basadas en la evidencia y asesoramiento técnico sobre cuestiones de salud pública. Las actividades de la Organización se centran en los aspectos relativos a la salud pública de la protección contra la radiación y abarcan la evaluación, la gestión y la comunicación de los riesgos.

De conformidad con su función básica de «establecer normas y promover y seguir de cerca su aplicación en la práctica», la OMS, junto con otras siete organizaciones internacionales, ha ayudado a elaborar, ha copatrocinado y ha ratificado la última versión de las normas internacionales básicas de seguridad y, actualmente, promueve su uso por los Estados Miembros.