¿Cómo saber si soy una mujer rencillosa?



La mayoría de las veces que vemos que la Biblia menciona a una “mujer rencillosa”, pensamos que se trata de una mujer que no conoce a Dios, por lo que afirmamos con seguridad: “sin duda, yo no soy esta clase de mujer”.

Pero hoy, vamos a exponernos a ser evaluadas a la luz de lo que las Escrituras quieren enseñarnos. Intentaremos detectar si realmente no somos esta clase de mujeres.

Primero necesitamos entender qué exactamente quiere decir esta palabra, rencillosa, en efecto se trata de una persona o individuo que esta inclinado o es propenso a rencillas, es decir a la pelea, contienda, riña o reyerta que puede provocar alguna hostilidad entre dos o varias personas. (1)

Observemos detenidamente. pelea, contienda y provoca hostilidad entre dos.

Profundizamos en la Palabra viendo ejemplos de algunas actitudes que tiene una mujer rencillosa.

Busca pleitos

Proverbios 27:15 “Gotera continua en día de lluvia y mujer rencillosa, son semejantes”. 

La Biblia compara a una mujer rencillosa con una gotera que no cesa. Es gotera continua, que molesta e incordia. Esta mujer es así porque no pasa por alto la ofensa, no cede, sino que reprocha continuamente a los demás echando en cara y recordando los errores pasados.

Se enoja con facilidad

Proverbios 21:19 “Mejor es habitar en tierra desierta que con mujer rencillosa y molesta”. 

Es tan molesta que es mejor habitar en una tierra desierta. Está claro que es dominada por su rabia y se muestra amenazante, agresiva y siempre a la defensiva.

Una mujer rencillosa es alguien a quien no le importa el sufrimiento del otro. Ella cree que los demás tienen que cumplir sus caprichos y estar pendientes de sus intereses. Vive centrada en ella, en cómo se siente y en lo que los demás no hacen por ella, por lo que es exigente y continuamente demandante.

Al entender un poco más todo lo que conlleva ser una mujer así, quizá te des cuenta que, en muchas áreas podrías definirte como una mujer rencillosa y te preguntes: “entonces, ¿qué hago? ¿por qué digo que soy cristiana y vivo como una mujer rencillosa?”

Y una gran pregunta que resuena en tu cabeza es: ¿Cuál es la solución a este pecado? La respuesta es muy sencilla: Permanece en él.

 Solo permaneciendo en Él podemos dar fruto en nuestras relaciones. Si leemos Juan 15:4 dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí”. 

Permanecer pegadas a esa vid, es estar en comunión continua con Dios. Diaria y continua. Cada vez que comiences el día sin permanecer en Él, tu vida no dará buen fruto y serás esta clase de mujer. Si entendiéramos que necesitamos esa comunión continua con Dios, esa dependencia diaria, lucharíamos por tenerla.

Ahora que ya sabemos que, permaneciendo en Él, podemos vencer y dar fruto, quizá te preguntes – ¿Qué necesito hacer para estar en comunión con Dios? ¿Cómo puedo experimentar esa cercanía? –

Busca a Dios en Su Palabra

Colosenses 3:16 “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros”. Por medio de su Palabra conocemos como piensa, qué es y cómo vive un discípulo suyo, cuáles son las salidas a nuestros pecados, las salidas que necesitamos diariamente. Su Palabra nos enseña a ser mujeres prudentes, nos anima, confronta y nos muestra el ejemplo de la mujer sabia, dócil, sumisa, activa, una mujer conforme el modelo bíblico.

Busca a Dios en oración

Mateo 7:7 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.  

Filipenses 4:6 “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios”. 

Colosenses 4:2 “Perseverad en la oración”. 

La oración es un medio que nos permite estar en comunión con Dios, experimentar una relación cercana y nos da paz saber que Él conoce lo que nos pasa, que nos va a ayudar y que siempre nos escucha y permanece cercano a nosotras.

 Amiga, disfruta el permanecer en Él. Enfrenta tus hábitos y comprueba lo maravilloso que es caminar cerca de tu Padre y Dios. Con sólo mirarlo, nuestra mirada, pensamientos y actitudes cambian por completo. Nos deleitamos en Él, y nuestro corazón se inflama de felicidad.


Veronica Rodas 


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