Cueca

Tran-Pueta.

Se viene el dieciocho y seguramente usted, lector, sentirá su espíritu patrio fluir por las venas al ritmo incesante de charrasqueo de las guitarras y el repique del acordeón, que seguramente le llevarán a modificar la escritura de su destino por el impostergable llamado interno a batir las palmas. Y entonces querrá echar mano al pañuelo de tela, que seguramente dejó de usar hace tiempo, cuando entró al mercado el pañuelo desechable. Y maldecirá: "mierda!". Y el resto le responderá "viva!", creyendo que no alcanzaron a escuchar el viva chile precedente. Y querrá bailar, y alternará zapateos y vueltas de acuerdo a las instrucciones que alguna vez oyó en su colegio, una lejana mañana de clases de educación física.

Bueno, como sé que usted, señor lector, es un letrado que busca La Estructura en todas las creaciones del universo (tal como los matemáticos del Renacimiento buscaban la proporción dorada, o nuestro amigo de la película "Pi", que buscaba la repetición de un patrón en los decimales del irracional), a usted quisiera dedicar este pequeño recordatorio de la estructura que podemos encontrar en la aparentemente simple cueca chilena.

Lo primero será decir que la poesía chilena tiene raíces en la española, y a su vez, ésta se encuentra fuertemente influida por la arábica. Si usted leyó "El hombre que calculaba" me va a encontrar la razón respecto a que nuestros antepasados árabes gozaban de una pasión desmedida por el equilibrio y los números, y mas aún, por los números que representan cierto equilibrio. Pues bien, en la cueca identificamos esta búsqueda del equilibrio universal en la constante presencia de los números seis y ocho. Si usted se fija en el conjunto de pestañas y cejas que componen la mirada –vale decir el juicio, la sapiencia– contará seis segmentos de arco. Si cada arco se une al otro formará un ocho.

Y en la cueca, veremos, los versos de la cuarteta tienen ocho sílabas, se cantan en grupos de seis versos, llenando cuarenta y ocho compases (6x8), en semicirculos y con vueltas en forma de ocho.

La estructura poética.

Toda cueca se compone de una cuarteta, dos seguidillas y un remate. La cuarteta es una estrofa de cuatro versos octosilábicos, con rima consonante del segundo con el cuarto. Por ejemplo:

En la quinta por la costa
Todo vale por ganar
Disfraces, mentiras, coimas
Perseguir y amenazar

La seguidilla es una sucesión de cuatro versos, en la que los impares tienen siete sílabas y los pares cinco, en que nuevamente la restricción de rima consonante recae en los pares.

Todo huele terrible
Tremenda bosta
Ya se apartó un perico
En quinta costa

La construcción de la siguiente seguidilla tiene una nueva restricción: el primer verso debe ser idéntico al cuarto de la primera seguidilla. Ya sé que me va decir. El primer verso no puede ser igual al cuarto de la primera seguidilla porque éste último tiene cinco sílabas y el primer verso de una seguidilla debe tener siete. Bien pues, deberemos agregar el conjunto "ay si". Veamos como queda.

En quinta costa, ay sí
Por seguimientos
Derecha progresista
Se lleva el viento

Finalmente el remate es una especie de media seguidilla, con ambos versos rimando.

Candidaturas cruentas
Guerra sangrienta

 

La estructura musical.

Para cantar la cueca no se debe seguir el orden estricto anteriormente descrito. El cante de la cueca requiere reglas especiales, que aseguran el equilibrio armónico de los compases.

En primer lugar para cantar la cuarteta debemos hacer que las ocho sílabas de cada verso nos calcen con los doce tiempos que requiere la estructura. ¿Qué hacemos? Podemos entrecortar las palabras po-or eje-emplo, o usar comodines como "la vida", "caramba", etc. Pero esto no es todo. Los versos 1,2,3 y 4 se cantarán en este orden: 1,2,2,3,4,1 (seis versos). Volvamos a nuestro ejemplo.

En la quin - ta - por la costa
Todo vale por ganar – no, loco, me voy
Todo vale por ganar – ni loco, no voy
Disfraces - men - tiras, coimas
Perseguir y amenazar – motora, yo soy
En la quinta por la costa – motora, me voy

Además, la cueca debe ser cantada entre tres hombres: mientras uno canta la letra, el segundo "aviva la cueca" con gritos y silvidos mientras espera su turno. Así se van rotando estas dos tareas entre los tres cantores.

Todo huele terrible
Tre - menda bosta
Ya se apartó un perico
En quinta costa – mira no máh
Todo huele terrible
Tre - menda bosta – huele no máh

Eh-Eh-Eh-En quinta costa, ay sí
Por - se - guimientos
Derecha progresista
Se lleva el viento – mira no mah

Candidaturas cruentas
Gue - rra sangrienta

 

El baile.

Pasemos ahora a las indicaciones que le salvarán del paso cuando tenga que bailar la cueca de rigor ante sus amigos.

El paseo: Con el pañuelo al hombro, ofrézcale el brazo a su china para hacer un pequeño paseo que servirá para asegurar su espacio en la pista y para acordar pequeños detalles con ella, como por ejemplo qué tipo de vuelta inicial ejecutarán. Ahora si usted quiere aprovechar para intimar, preguntar el nombre, el signo del zodiaco, etc., este es el momento. Cuando haya terminado, ubíquese frente a frente de su pareja a un par de metros y si los cantores no han iniciado, rellene con algunas palmas.

Las palmas: ()-clap-clap-()-clap-clap-... ¿se entiende? O sea, un silencio y dos palmas. Fíjese que el acento es "acompasado" o sea el segundo clap es el ritmo fuerte de las guitarras.

Vuelta inicial: Cuando entra el cantor usted toma el pañuelo (como un lazo, por favor, a dos tercios del extremo mas alejado) y lo alza mientras avanza lateralmente haciendo un círculo (abre con la pierna derecha y cierra la izquierda) hasta llegar al lugar donde partió. Luego gire en su lugar por el lado derecho hasta quedar con su pareja a la vista nuevamente. Existen otras variantes de vuelta inicial, pero debe terminar siempre en el mismo lugar donde inició.

 

Cuarteta: Los seis primeros versos (que son cuatro, con repetición de dos, como ya sabe) debe avanzar en medias lunas (las de los arcos de los ojos, ¿recuerda?), el hombre al encuentro de la china, y ella a la defensiva, tímida, coqueta, sonriente. El paso básico debe llevar el ritmo, sin saltar, como caminando y retrocediendo, algo suspendido. El huaso, consistente con su temple indomable y buscando llamar la atención de su china, podrá zapatear o escobillar brevemente, aunque los momentos de dedicación para estas artes vendrán luego, en las seguidillas.

Primera vuelta: Al terminar la cuarteta, el huaso tomará actitud de vuelta, pudiendo indicar a su china que deben intercambiar posiciones (bastará alzar la mirada en actitud de invitación). El recorrido de la vuelta es una "S", partiendo por la derecha. Como ella hará lo mismo, sus trayectorias dibujarán un 8 en el piso.

Primera seguidilla - escobillado: Se realizan medias lunas, como en la cuarteta, pero ahora el paso es de escobillado, o sea, raspando levemente el suelo con la punta del zapato, sin elevar el taco.

Segunda vuelta: Terminando la primera y antes de la segunda seguidilla. Algunos avivadores de cueca gritan "vuelta", "güerta" o simplemente "hueeeel", pero no se confíe. Debe estar atento siguiendo los versos.

Segunda seguidilla - zapateo: tap-tap-()-tap-tap-()-... Sí, ya sé que me entendió. Dos zapateos y un silencio. Esto es "desacompasado" respecto a las guitarras así que practíquelo antes. Con el peso del cuerpo en una media planta, taconee con el otro pie y cambie para repetir. La china se tomará el vestido con las dos manos para esta operación. Note que al ser la segunda seguidilla más breve que la primera, usted deberá estar en su lugar, presto a iniciar la vuelta de remate.

Remate - vuelta final: Proceda con una vuelta como las anteriores, pero al finalizar el canto (y no la música) deberán quedar tomados del brazo.

 

Extensiones.

Las variaciones las encontramos en el baile (cueca agarrada, cueca valseada, cueca con botella), en la música (cueca campesina, cueca urbana), en la repetición de los versos, en los instrumentos utilizados, etc. Si usted quiere seguir investigando le recomiendo el siguiente libro:

Claro Valdés, Samuel, 1934-1994. Chilena o cueca tradicional : de acuerdo con las enseñanzas de Don Fernando González Marabolí / Samuel Claro Valdés, Carmen Peña Fuenzalida [y] María Isabel Quevedo Cifuentes

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