RENOVACION, RENOVAR

A. NOMBRE anakainosis (ajnakaivnwsi”, 342), renovación, relacionado con B, Nº 1. Se utiliza en Rom 12:2 “renovación de vuestro entendimiento”, esto es, el ajuste de la visión moral y espiritual y del pensamiento a la mente de Dios, que tiene como propósito llevar a cabo un efecto transformador sobre la vida. En Tit 3:5, donde “la renovación en el Espí­ritu Santo” (RV: “del Espí­ritu Santo”) no es un nuevo otorgamiento del Espí­ritu, sino un avivamiento de su poder, desarrollando la vida cristiana. Este pasaje pone el acento en la operación continua del Espí­ritu de Dios morando en el creyente; el pasaje en Romanos destaca la bien dispuesta respuesta de parte del creyente.¶ B. Verbos 1. anakainoo (ajnakainovw, 341), hacer nuevo (ana, atrás o de nuevo; kainos, nuevo, no en el sentido de reciente, sino de diferente), renovar. Se utiliza en la voz pasiva en 2Co 4:16, de la diaria renovación del “hombre interior” (en contraste a la constitución fí­sica), esto es, de la renovación de poder espiritual; en Col 3:10, del “nuevo hombre” (en contraste a la vieja naturaleza irregenerada), que “se va renovando hasta el conocimiento pleno” (cf. Nº 3 en Eph 4:23), esto es, el verdadero conocimiento de Cristo, en oposición a las enseñanzas heréticas.¶ Nota: Este término no ha aparecido en ningún otro escrito griego hasta ahora, aunque sí­ el Nº 2, lo que sirve para impedir la suposición de que el apóstol acuñara un término nuevo. 2. anakainizo (ajnakainivzw, 340), es una variante del Nº 1, utilizada en Heb 6:6, de la imposibilidad de renovar para arrepentimiento a aquellos judí­os que profesaran adhesión a la fe cristiana si, después de sus experiencias en ella (no verdadera posesión de sus efectos regeneradores), apostataran volviendo a su antiguo judaí­smo.¶ En la LXX, 2Ch 15:8; Psa 39:2; 103.5; 104.30; Lam 5:21:¶ 3. ananeoo (ajnaneovw, 365), renovar, hacer joven (ana, como en Nº 1, y neos, nuevo, reciente, no diferente). Se utiliza en Eph 4:23 “renovaos en el espí­ritu de vuestra mente”. La renovación aquí­ mencionada no es la de la misma mente en sus poderes naturales de la memoria, juicio y percepción, sino “el espí­ritu de la mente” que, bajo la energí­a controladora del Espí­ritu Santo residente, dirige sus tendencias y energí­as hacia Dios en el goce de la “comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo”, y al cumplimiento de la voluntad de Dios.¶ Esta palabra es frecuente en las inscripciones y en los papiros.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento