jinete

(redireccionado de jinetes)
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jinete

(Del ár. vulgar zeneti, individuo de una tribu beréber llamada Zeneta.)
1. s. m. Persona que monta a caballo hicieron desmontar a los jinetes y retrasaron la hora de salida. jockey
2. EQUITACIÓN Persona que es diestra en la equitación a pesar de su empeño, jamás consiguió ser un buen jinete.
3. EQUITACIÓN Caballo de pura sangre.
4. EQUITACIÓN Caballo adecuado para ser montado a la jineta.
5. los jinetes del Apocalipsis RELIGIÓN Ángeles que eran ejecutores de la venganza divina, según san Juan.
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

jinete

 
m. mil. Soldado de a caballo que peleaba con lanza y adarga montado a la jineta.
El que es diestro en la equitación.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

jinete

(xi'nete)
sustantivo masculino
1. hombre que monta a caballo con destreza un jinete diestro
2. militar soldado que va a caballo los jinetes de caballería
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos

jinete

nombre masculino
caballero jockey yóquey yoqui montado caballero amazona
Yóquey es el que participa en las carreras de caballos; montado se aplica al soldado que usa caballo. Amazona es la mujer que monta a caballo.
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.

jinete

rider, horseman/horsewoman, equestrian, horseman, jockey

jinete

žokej

jinete

jockey

jinete

kilparatsastaja

jinete

jockey

jinete

džokej

jinete

競馬騎手

jinete

경마 기수

jinete

jockey

jinete

jockey

jinete

dżokej

jinete

jóquei, Rider

jinete

jockey

jinete

คนขี่ม้าแข่ง

jinete

jokey

jinete

người cưỡi ngựa đua

jinete

SMhorseman, rider (Mil) → cavalryman
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
Poco después el clarín alzaba su canto animoso y dominador como el de un gallo. Las diez lanzas de mi escolta se juntaron en la plaza: Regidos por sus jinetes piafaban los caballos ante el blasonado portón.
Eran los días de Pancho Villa, de Emiliano Zapata, Luis Carlos Prestes el caballero de la esperanza en Brasil; la rebelión de allá de la pampa argentina, de la pampa. Una gran rebelión hubo de los indios de la Pampa y los jinetes de la Pampa.
Apresuréme para ganar la otra orilla, y cuando ya mi caballo se erguía asentando los cascos en la arena, sentí en el brazo izquierdo el golpe de una bala y correr la sangre caliente por la mano adormecida. Mis jinetes, doblados sobre el arzón, ya trepaban al galope por una cuesta entre húmedos jarales.
Medró todo esto en amor y compaña maravillosamente, de manera que andando el tiempo salieron de casa del remendón dos gallardos jinetes, montados sobre dos soberbios corceles, seguidos de dos valientes sabuesos, con dos erguidas lanzas y dos brillantes escudos.
Un batallón de jinetes que entra metiendo mucho ruido en un pueblo pacífico, que en su mayor parte le ve entrar con indiferencia, da que decir a las gacetillas, y el más leve motín de un lugar abulta en los telegramas, donde no se da cuenta de los que van, como todos los años, a trillar sus parvas.
Cierto inglés, de vuelta de su saladero vadeaba este pantano a la sazón, paso a paso, en un caballo algo arisco, y sin duda iba tan absorto en sus cálculos que no oyó el tropel de jinetes ni la gritería sino cuando el toro arremetía al pantano.
Rodeaban a un hombre muy joven que la semana anterior había derrotado a Miss Arabelle y a Romulus y ganado dos mil luises saltando un foso en Inglaterra. Uno se quejaba de sus jinetes, que engordaban; otro, de las erratas de imprenta que habían alterado el nombre del animal.
En los Emiratos Árabes Unidos, mujeres y niñas son destinadas a la prostitución y el servicio doméstico, y los niños jóvenes son explotados como jinetes de camellos.
Por la izquierda y la derecha a un tiempo entraron galanas dos diferentes cuadrillas, que a unirse en el centro marchan. Compónese cada una, compitiendo en garbo y gala, de doce nobles jinetes, que de dos en dos avanzan.
Asomaba una aurora gris-cenicienta, pues el sol era importante para romper la densa valla de nubes tormentosas, cuando una mujer salía arrastrándose sobre manos y rodillas del matorral vecino; y ya en su borde, que trepó con esfuerzo, se detenía sin duda a cobrar alientos, arrojando una mirada escudriñadora por aquellos sitios desolados. Jinetes y cabalgaduras entre charcos de sangre, terceloras, sables y morriones caídos acá y acullá, tacos todavía humeantes, lanzones mal encajados en el suelo blando de la hondonada con sus banderolas hechas flecos, algunos heridos revolviéndose en las hierbas, lívidos, exangües, sin alientos para alzar la voz: tal era el cuadro en el campo que ocupó el enemigo.
Unas cuantas negras achuradoras sentadas en hilera al borde del zanjón oyendo el tumulto se acogieron y agazaparon entre las panzas y tripas que desenredaban y devanaban con la paciencia de Penélope, lo que sin duda las salvó, porque el animal lanzó al mirarlas un bufido aterrador, dio un brinco sesgado y siguió adelante perseguido por los jinetes.
Cuarenta y tantas carretas toldadas con negruzco y pelado cuero se escalonaban irregularmente a lo largo de la playa y algunos jinetes con el poncho calado y el lazo prendido al tiento cruzaban por entre ellas al tranco o reclinados sobre el pescuezo de los caballos echaban ojo indolente sobre uno de aquellos animados grupos, al paso que más arriba, en el aire, un enjambre de gaviotas blanquiazules que habían vuelto de la emigración al olor de carne, revoloteaban cubriendo con su disonante graznido todos lo ruidos y voces del matadero y proyectando una sombra clara sobre aquel campo de horrible carnicería.