¿Qué Dice la Biblia sobre el Abuso del Cónyuge?

Pregunta:

“¿Hay algunos pasajes bíblicos que hablen en cuanto al abuso del cónyuge?”.

Respuesta:

La Biblia condena el abuso conyugal al demandar una vida de amor y compasión, lo cual descarta la violencia en el hogar. Sea que se trate del aspecto mental, físico o verbal, el abuso no calza en el estilo de vida cristiano. Ningún miembro de la familia tiene derecho a herir a otros miembros de la familia.

Pablo escribió a los esposos: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella… Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:25,28-29). Si el esposo ama a su esposa como Cristo ama a la iglesia, no abusará de su esposa. Cristo Se dio a Sí mismo por la iglesia, y la ama y cuida. Si los esposos siguen Su ejemplo, amarán y cuidarán de sus esposas. El abuso niega el amor y menosprecia a la esposa. El hombre deja “a su padre y a su madre, y [se une] a su mujer, y [ellos son] una sola carne” (Génesis 2:24). El hombre que abusa de su esposa actúa como si odiara a su propio cuerpo, ya que él y su esposa comparten esta relación “unida”.

Pablo escribió: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Efesios 5:22-24). Desafortunadamente, algunos hombres han interpretado ser cabezas del hogar como una licencia para abusar de sus esposas e hijos. La sumisión no autoriza el abuso.

En los versículos previos a su amonestación para que las mujeres se sometan a sus esposos, Pablo habló de que todos debían someterse mutuamente en el temor de Dios (Efesios 5:21). Ni el esposo ni su esposa deben tratar al otro con prepotencia; sino ambos deben someterse mutuamente en amor. La sumisión no permite ni autoriza el abuso, ni protege al que abusa de las consecuencias de sus acciones.

Pedro expandió el enfoque correcto de la sumisión: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3:1-2). Luego añadió que la mujer cristiana que se adorna de mansedumbre (poder bajo control) y paz puede ganar a su esposo que no es cristiano (vss. 3-6). “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7). El esposo piadoso que honra a su esposa vivirá con ella en paz y amor, y nunca considerará herirla. La iglesia debe ayudar a las familias a aprender a vivir en amor y paz, sin violencia.