vorágine


También se encuentra en: Sinónimos.

vorágine

(Del lat. vorago, -inis.)
1. s. f. Remolino muy fuerte que forman las aguas en algunas zonas. vórtice
2. Aglomeración de sucesos, cosas o personas que se mueven de forma confusa en la entrada del edificio había una vorágine de gente . tumulto
3. Pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos muy intensos.
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

vorágine

 
f. Remolino impetuoso que hacen en algunos parajes las aguas.
Encadenamiento confuso de sucesos o pasiones.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

vorágine

(bo'ɾaxine)
sustantivo femenino
1. remolino de agua una vorágine de mar
2. calma mezcla de sentimientos desenfrenada una vorágine de amor y odio
3. aglomeración o sucesión desordenada de personas o sucesos una vorágine de acontecimientos
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos

vorágine

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.

vorágine:

torbellinoremolino, tumulto, barahúnda, aglomeración, desorden, caos, confusión, vórtice,
Traducciones

vorágine

voragine, vortice

vorágine

Vortex

vorágine

Vórtice

vorágine

Vortex

vorágine

vorágine

vorágine

vorágine

소용돌이

vorágine

Vortex

vorágine

SF [de mar, río] → whirlpool, vortex, maelstrom (frm); [de odio, destrucción, confusión] → maelstrom; [de actividad, publicidad] → whirl
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
Ejemplos ?
Los personajes de Volanterías que Domínguez Hidalgo, ¿imaginador fantasioso?, la faceta que de él, tan versátil, se abre a la literatura, nos presenta en su peculiar estilo intermitente, son acaso quienes fueron arrojados a la vorágine de lo deshumanizado, a la peor pobreza, la de espíritu.
Cierto munícipe mío quiero que de tu puente vaya en picado al lodo, por cabeza y pies, pero donde, de todo el lago y el pútrido pantano, lividísima y máximamente es profunda la vorágine.
El no vio más que la necesidad de mantener triunfante el principio constitucional: no alcanzó á convencerse de que la causa de Salaverry, el re- volucionario de cuartel, había llegado á convertirse en la causa nacional; y cuando midió el abismo y quiso retroceder, ya era tarde. Había avanzado demasiado y la vorágine lo envolvía.
De manejar las fuerzas de la naturaleza, les viene ser hermosos como ellas. New York va siendo a modo de vorágine: cuanto en el mundo hierve, en ella cae.
¿... o por la sociedad...? LA VORÁGINE. El anuncio luminoso de una taberna se enciende y se apaga. Son los primeros atisbos de la oscuridad nocturna.
Sin embargo, cuando al calor de las sábanas la excitación nerviosa, sin calmarse, se hizo placentera, se dejó embriagar como en una orgía de corazón y cabeza, y sintiéndose arrebatado como a una vorágine mística, se dejó ir, se dejó ir, y con delicia se vio sumido en un paraíso subterráneo luminoso, pero con una especie de luz eléctrica, no luz de sol, que no había, sino de las entrañas de cada casa, luz que se confundía disparatadamente con las vibraciones musicales: el timbre sonoro era, además, la luz.
Y en la hazaña maromera de sus pensamientos —palomas despiadadas— —castos lagares— se fustiga el agobio carcelero que lo saca de órbita y le ciega el caudal de sus incendios… ¡Humífera vorágine del fuego que lo marchitó!
En abiertos panoramas los espectros fatigados de esperar promesas continuaron derruyéndome senderos, desgajando caminatas jóvenes, agrietando con sus odios las vehemencias por forjar en mis oscuras las proezas, derrumbándome las alas con presencias espirales de vocablos laberintos: La vida es vorágine de máscaras donde todos sucumben en sus hilos diluidos entre imágenes de lágrimas.
Proletario que mueres de universo, ¡en qué frenética armonía acabará tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente, tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico, tu gana dantesca, españolísima, de amar, aunque sea a traición, a tu enemigo!
Lo ignoro. La vorágine de fuego que vi elevarse en el aire fue horrible, y debió devorarlo todo. Sin embargo, vi la mano fraternal de un compatriota desenterrar a dos valientes colombianos sepultados en aquellas abrasadas ruinas.
Y el temple de ánimo se agita, se golpea, aúlla, sangra, muerde sus arterias, quiere escapar hacia el convite, sucumbir devorado en la vorágine, hundido en bacanales, desgarrado en las entrañas de la madre tierra.
Y en su vaivén de delirios líricos, “Vorágine de los sentidos húmedos”, la sensualidad exige ir más allá del segundo carnal; imposible anhelo de un extraño misticismo erótico donde el ser amado es dios que se acerca y se distancia sin ser él, sino una esencia que a fuerza de desearse y poseerse, desaparece en el íntimo escombro de una nostalgia sin ruego; porque el hablante lírico de Esther Puhyol maneja temples de ánimo que nunca se arrodillan a suplicar compasión, sino que solazándose en lo que fue, como recuerdo incesante que no muere al borde del fin, vitalizado por la maravilla melancólica de las hormonas, se transforma en la palabra diáfana de reminiscencias: “Te echarás sobre mi sombra / como antes amante / en mi cuerpo...