Conóceme, y no te ahuyente la faz severa que ves: máscara forzosa es, que dió el pesar a mi frente; pero tras ella te espera, para templar tu dolor, el tierno, indulgente amor de una madre verdadera.
Divino SER, con el humano mixto, indulgente, social, sencillo y blando, cumplía los preceptos que iba dando; ejemplo hasta sus días nunca visto.
-La muerte es quizá la mayor felicidad que le pueda desear una mujer -le dije-; me alegra ver que el tiempo la ha hecho tan indulgente, miss Dartle.
Giovanelli lo apaciguó con palabras de indulgente sumisión y con la promesa de decirle a la vuelta si era cierto todo lo que de la Argentina contaban.
No era con él la maga así indulgente ni tan ciega de Amor soberbio era que, igual que el viejo Atlante, solamente la vida preservarle pretendiera.
-¡Siempre será usted una chiquilla, Mercedes! -contestó indulgente el cazador. -Mercedes me llamo y me gusta que me den mi nombre.
Yo tranquilicé al Rey: —No es nada, Señor: Están jugándose las futuras soldadas. Don Carlos tuvo una sonrisa indulgente. —¿Conoces quiénes son?
Sin que ello importe parangonarme con mis dos ilustres amigos y compañeros en la Real Academia Española, al lado de los cuales no paso de ser un simple (y tómese este simpVe hasta en su acepción maligna) borroneador de papel, declaro que, como ellos, prefiero pecar de indulgente á pecar de severo.
En provincias no se está tan bien. Tenía que ser indulgente con los rosellonenses. Aunque yo argumentaba que después de recorrer las montañas un montón de paja sería una magnífica cama, seguían pidiéndome que disculpara a unos pobres campesinos que no me trataban como hubieran deseado.
El público es «ilustrado», el público es «
indulgente», el público es «imparcial», el público es «respetable»: no hay duda, pues, en que existe el público.
Mariano José de Larra
Y el estómago sano había engendrado el equilibrio del ánimo y el buen humor, y Perogil se había acostumbrado a juzgar todas las cosas con
indulgente optimismo.
Emilia Pardo Bazán
Tornóle el padre a sus brazos y perdonó en conclusión, que al cabo los hijos son de las entrañas pedazos. Tornó a ser, pues, lo que era; y quedaron finalmente el padre tan indulgente y el hijo tan calavera.