¿Quién es Dios para ti?

Puedes creer que esta pregunta no tiene sentido. Que estás demasiado ocupado y que no puedes desperdiciar tiempo en un tema que consideras irrelevante. Aguarda por ti un día de recargada agenda: trabajo, compromisos, preocupaciones, problemas. Coartadas perfectas para mirar a otro lado y evadir a quien llamas —en clave cáustica— el amigo imaginario.

Piensas que Dios no existe, que fue creado por el hombre a su imagen y semejanza con el objetivo de tapar huecos existenciales y calmar el miedo a la muerte y a lo desconocido; o incluso para controlar a las masas y mantenerlas en un alto nivel de estupidez para dominarlas al antojo de quienes mantienen esta mentira como mecanismo de poder.

Dios, religión. Para ti, son lo mismo. Son palabras nocivas: representan lo peor que le ha pasado a la humanidad, pues por su causa se han cometido actos de una atrocidad espeluznante, guerras, torturas, ajusticiamientos, matanzas. Y que son caldo de cultivo para la intolerancia hacia los derechos de minorías oprimidas, como la comunidad LGTB, feministas y activistas pro aborto.

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En cambio, para ti, Dios es un ser que está en alguna parte, lejano e indiferente, sentado y sin nada que hacer. Lo visualizas como un viejito de barbas blancas. No le atribuyes demasiado poder ni demasiada bondad. Estás enojado con Él porque no impide que el hombre sufra. Te levantas y lo señalas con el índice: ¿Dónde estabas cuando murió mi hija?

Le atribuyes más culpas que méritos. No atiendes a sus características positivas, te centras en su supuesto lado oscuro. Lo concibes como un dictador, como alguien que disfruta de las tragedias humanas. Estás muy enojado y le increpas.

¿Por qué permites tanta maldad, por qué dejas que los niños mueran? 
¿Por qué los desastres naturales, terremotos, huracanes, volcanes que erupcionan?

Crees que Dios es vengativo. Te tomas la molestia de extraer unos pocos versículos de la Biblia fuera de sus contextos de origen para ‘demostrar’ que es misógino, genocida, violento, desalmado, e ignoras convenientemente el noventa y tantos por ciento restante de las escrituras que solo tienen referencias a su grandiosidad, su justicia y amor incondicional. Has decidido odiar a Dios y no pierdes oportunidad para decirlo en voz alta y para ridiculizar a quienes sí creen.

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Y estás tú, que cree en Dios. Pero no tienes clara su naturaleza. No estableces una diferencia entre el Dios real y los otros dioses de manufactura humana. Para ti, Dios es una energía poderosa y da lo mismo si es divinidad cristiana, islámica, hinduista o mitológica. Es el mismo dios y varía según la cultura que lo abraza. No te preocupa averiguar más. Solo has decidido dar crédito a la existencia de un ser superior que anda por ahí, en algún lugar del cosmos, moviendo los hilos del universo.

Puede que seas teísta. Has investigado e intelectualizado la idea de un creador y diseñador del universo a partir de consideraciones filosóficas e incluso científicas. Estás capacitado para debatir con ateos y agnósticos, pues te has preparado lo suficiente para defender la existencia de un ser superior al cual le atribuyes poder, perfección, inteligencia sobrenatural e infinita. Pero, ¿le concedes características como santidad, bondad, fidelidad? ¿Le reconoces como salvador?

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Y también estás tú. Probablemente te sometes a los rituales de alguna religión. Y al lado de Dios levantas a otras deidades o ídolos. Les prendes velitas a los santos o adoras imágenes. Da igual si le rezas a Dios mismo o a San Juan Crisóstomo. Has igualado el inconmensurable poder de Dios a la limitada capacidad espiritual de otro hombre. Participas en procesiones y, de nuevo, te da lo mismo si la imagen que pasea por las calles es la de Jesús, la de María o la de cualquier otro hombre con supuesta aureola.

Y, posiblemente, tienes a Dios como un asistente invisible al que solo recurres en momentos de desesperación. No piensas en Él, no oras, no le agradeces, no lo alabas. Tu vida discurre en una cotidianidad en la que Él no toma parte. Pero llegado el momento, te acuerdas de que existe: una enfermedad, una pérdida, una situación financiera alarmante, etc., son gatillos que te hacen volver a tu Creador. Lo sacas de la caja donde lo tenías guardado para llorarle y suplicarle. Ah, pero cuando todo pasa, vuelves a ocultarlo en el olvido… hasta nuevo aviso.

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Hasta aquí, he considerado algunas posibilidades de respuesta ante la pregunta que da nombre a este artículo. De seguro hay muchas más, con otros matices, pero creo que estas sirven para trazar un mapa más o menos confiable de las diversidades en torno a la idea de Dios.

Para mí, y para todos los creyentes en el Dios vivo, Él lo es todo. Es el ser todopoderoso, creador y diseñador del universo. Además, es santo, tres veces santo, amoroso, justo, fiel y verdadero. Nos amó tanto, que envió a su hijo unigénito, Jesucristo, a morir para pagar nuestros pecados sustituyéndonos en la cruz.

Sin Dios no hay esperanzas. La vida sin Él es un hueco vacío. Nada tendría sentido. Todo se reduciría a lo que ocurra en esta vida, sin el amparo de una justicia genuina, sin la certeza de que luego de esta vida viviremos en su gloria por la eternidad. Estaríamos sujetos a un sufrimiento sin propósito, permeables a eventos aleatorios que nos afectarían dejándonos en una situación de abandono total, merced a una adversidad sin retorno.

Incluso si lográramos una vida exitosa por cuenta nuestra, ¿de qué nos valdría si al morir todo se reduciría a polvo bajo la tierra? En Dios encontramos las respuestas a todas las preguntas, la resolución de todos los misterios del por qué y para qué estamos aquí. En Cristo Jesús encontramos el propósito de nuestras vidas: sostener una comunión con el Señor, rendirle honor y servirlo para gloria suya.

Dios no es religión. Convertirse al cristianismo no es cambiarse de religión. Es pasar a una relación personal con Dios, mediante Jesucristo, único mediador entre el hombre y el Padre. Él preserva nuestra libertad para elegir el bien o el mal, y sin embargo, el hombre lo culpa por sus propios errores y sus malas decisiones.

Dios es por quién y para quién vivimos. Él es el comienzo y el fin. Todo cuanto hay fue creado por Él. Es nuestro Padre eterno. Es quien propició nuestra salvación de la condenación eterna, pues, sabiendo que somos incapaces de alcanzar su estándar moral perfecto, hizo que Jesús pagara lo que nosotros no podemos. Nos liberó del pecado y de la segunda muerte (la muerte espiritual definitiva de quienes al final de los tiempos serán arrojados al lago de fuego).

Aún estás a tiempo de obtener el regalo de la salvación. Solo tienes que recibir a Jesús como tu Señor y Salvador, arrepentirte de tus pecados y depositar tu entera confianza en Él. La consecuencia de esta decisión será tu admisión a vivir la eternidad en la gloriosa presencia de Dios.

9 respuestas a “¿Quién es Dios para ti?”

      • quien se ira a salvar oi en dia…con tantos fraudes y mentiras con poder y milagros cualquiera cae DIOS o JESUS NAZARENO.an puesto una terrible cortina o venda en los ojos de los hombres para que no le vean ..y sepan que el es DIOS..quien se salvara…somos menos que sus criaturas con gloria que siempre vieron su rostro sus ojos su mirada estos gloriosos angeles sea cual sea que ahora se llaman Angeles kaidos con poder..golpean al hombre de carne y hueso debil como un papel frajil fasil de persuadir a la maldad..quien se salvara

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    • Hola. No entiendo del todo tu requerimiento. Si los autores que necesitas son verdaderos cristianos, es decir, guiados por la Biblia, no van a tener diferencias, sino más bien concordancias en la definición de Dios. Los que creemos en la Biblia como palabra de Dios tenemos una misma definición de Dios. Si buscas opiniones distintas acerca de Dios, tendrías que contrastar opiniones de cristianos versus opiniones de personas de otras religiones, debido a lo cual vas a encontrar inevitablemente conceptos erróneos o al menos no del todo verdaderos acerca de la naturaleza de Dios. ¿Quiénes podrían tener una visión diferenciada de Dios? Pues, aquellos autodenominados ‘cristianos’ que siguen doctrinas no bíblicas, sean estos mormones, testigos de Jehová o de alguna otra secta; y personas de otras confesiones, como el budismo, el hinduismo, el islam, etc.

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  1. Me encanto tu reflexión, confirmo todo lo que escribes, me ha tocado ver y oir a personas que tienen la misma percepción sobre quién es Dios para ellos. Me hiciste reflexionar mucho y quisiera proponerte algo, yo soy creador de contenido en YouTube y quisiera pedir tu permiso para hacer uso de tu texto para hacerlo en formato audio visual, creo que es algo que puede hacer a muchas personas reflexionar y hacer volver su vida al corazón de Dios. Seria genial!

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