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Red Internacional

NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y CÁRCEL. Ningún pibe nace chorro, lo fabrica este sistema

Son el producto de “políticas sociales” de años, eslabones de la cadena de opresiones de un sistema perverso que se alimenta de desigualdades. No nacieron de un útero burgués… Son los hijos de nadie.

Martes 23 de agosto de 2016

Imagen de "Pibe chorro", documental-ensayo de Andrea Testa

“Ahí pasa de todo todos los días, es difícil la cárcel como ser humano, si bien es un lugar físico, donde más sentís la prisión es en la mente, tu vista no va más allá de ese muro, tu horizonte es el muro y el cielo, después de estar un tiempo ahí no te imaginás nada más allá de ese horizonte. No le deseo a nadie estar ahí, si bien uno está ahí por ‘hacer algo’ en ese lugar nadie respeta a nada ni nadie, nadie puede privarte de los derechos humanos, el derecho a la salud, a vivir en condiciones, es contradictorio, porque supuestamente las cárceles son centros para la reinserción social pero lo que genera la cárcel es rencor, es resentimiento, nadie sale ‘bien’ de ese lugar, ahí haces y ves cosas que nunca te imaginas que vas a vivir, es difícil reinsertarse a la vida social, porque ese lugar es un jungla, es tierra de nadie, si bien esta el servicio penitenciario que tiene la función de cuidarte, lamentablemente acompaña a ese sistema perverso, alimenta a las fieras digamos.” (Nicolás, 25 años, exdetenido).

Los gobiernos hablan de erradicar la violencia y la delincuencia de las calles. ¿Encerrando pibes en condiciones inhumanas pretenden erradicar la violencia? ¿Privándolos de oportunidades? Como evidencia el relato de Nicolás, la violencia no se pudo ni se podrá erradicar ni con políticas ni con instituciones que fomenten, a través de sus prácticas cristalizadas, más violencia y menos oportunidades para los hijos de la pobreza.

El “pibe chorro” es un ser humano al que nunca se le preguntó nada, sólo se lo condena y etiqueta socialmente. Son los que “nunca van a cambiar… nacieron así… los negros son así no les importa nada” ¿Fueron visibles para alguien alguna vez? ¿Alguien se preguntó qué siente un pibe que es oprimido y al que se le quita todo tipo de oportunidad? ¿Por qué llega una persona de tan corta edad a no tener amor por su propia vida?

Ellos son invisibles para el Estado, son el producto de políticas sociales de años que fomentaron las desigualdades, son uno de los eslabones de la maldita cadena de opresiones en la que nos envuelve este sistema perverso que se alimenta de las desigualdades. No nacieron de un útero burgués… son los hijos de nadie.

El sistema hace que crezcan desprotegidos, nadie les enseña el amor por la vida, ni la propia ni la ajena, se les roba oportunidades desde que nacen por ser pobre.

Las penitenciarías son utilizadas por el Estado para alimentar la violencia social y la desigualdad, las cárceles son instituciones para criminalizar la pobreza y asegurar la continuidad de la delincuencia, de la que tanto se alimentan los políticos en sus campañas.

Pero cuando se trata de apellidos y de la gente del poder, las leyes y la justicia no actúan de la misma manera. Los Videla, los Menen, los banqueros, los empresarios, los López y los Kirchner no abundan por las cárceles.

Ninguna ley establece que el detenido, además de perder su libertad tenga que perder sus derechos como humano, como lo son el derecho a la salud, a la alimentación, al trabajo, a educación y a vivir en condiciones dignas.

Pero claro, como se trata de “pobres, sucios, feos y rudos”, es más barato tenerlos hacinados y en condiciones inhumanas, con falta de higiene y salubridad, rodeados de tuberculosis, de sarna, muchas veces sin agua y sin luz, hasta sin comida o con comida en mal estado.

Ni hablar de la prohibición de oportunidades, porque para acceder a la educación o a un trabajo, que por cierto es trabajo esclavo porque laburan horas para cobrar centavos, tenés que hacerte de un contacto para acceder al jefe de penal que es el que tiene que autorizar la salida del pabellón a la escuela o al trabajo.

Para los pobres nunca hay oportunidades, ni afuera, y mucho menos estando encerrado entre muros.

Las cárceles encierran miles de historias y todas reflejan que esta institución no es más que un lugar para depositar a quienes ya no son útiles al sistema.

Y cuando llega la libertad…

“Algo que me quedó patente fue la primera vez que vi salir en libertad a alguien, eso sí que fue algo totalmente humano. Vos pensás que en un lugar donde hay mucho egoísmo, donde primero es uno, segundo uno, tercero uno y así, que suceda algo bueno es increíble. Ahí adentro el interno que va en libertad le deja a su compañero de celda o a su ‘rancho’ (personas de confianza ahí adentro) todo el ‘mono’, se llama así a todas las pertenencias del preso, ropa, equipo de visita, cubiertos, todo lo que uno tenga, sea poco o mucho; esa persona se va a la calle sin nada porque deja todo, y si te ponés a pensar eso es un acto de humanidad, porque el preso que sale sabe que en la calle va a tener oportunidad de conseguir esas cosas de nuevo, pero el que se queda ahí adentro no, y dejar las cosas de uno sale del corazón”.

A Nicolás le llegó la libertad a la noche. Salió sin nada. Hasta tuvo que pedirle al chofer de la Costera que lo llevara gratis. A diferencia de la mayoría de los que salen en libertad, Nicolás pudo conseguir trabajo por el apoyo de su familia que lo bancó durante todo este tiempo. Lamentablemente no todos los presos corren con esta suerte.

Esta historia no hace más que comprobar que “ningún pibe nace chorro”, sino que es este sistema capitalista que margina, condena y oprime, quitándole oportunidades a los hijos de los que menos tienen.


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