UNAM Juriquilla

La ciencia es un término que, en su sentido más amplio, se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo. La búsqueda del conocimiento es llamada ciencia básica y la búsqueda de usos prácticos del conocimiento científico y de la tecnología se conoce como ciencia aplicada.

Con los productos del conocimiento se construyen objetos y máquinas, así como se desarrollan procedimientos para adaptar el medio ambiente y satisfacer en general nuestras necesidades. Es decir, la ciencia y tecnología sirven para vivir mejor y, si se aplican racionalmente, aumentan considerablemente la calidad de vida de una sociedad: desde tener agua potable en la llave hasta obtener la cura de enfermedades antes mortales.

De alguna manera, el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) dedicado a la investigación y desarrollo tecnológico es reflejo de la importancia que una sociedad le da a este rubro. De acuerdo con datos del Banco Mundial, en 1997 China dedicó a la ciencia y tecnología 0.83% de su PIB; para 2008 éste ya era de 1.7%. Con todo lo polémico que el sistema chino pueda parecer para algunos, es innegable que la capacidad científica y tecnológica de este país ha crecido en gran magnitud.

Tomando un ejemplo más cercano, puede mencionarse a Brasil, que en 2009 dedicó 1.16% de su PIB.

Para México este dato se ha estancado en 0.4%, a pesar de que por Ley éste porcentaje debería ser del 1%. Ni que decir de nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, que dedicó 2.9% de su inmensa economía al la ciencia y tecnología; además de contar con programas de financiamiento enfocados tanto a la ciencia básica como a favorecer la aplicación de investigaciones básicas en beneficio real de la sociedad, en lo que se conoce como investigación transnacional.

Este 2013 se cumplieron 43 años de la llega del hombre a la Luna. Miles de científicos y tecnólogos trabajaron para lograr esa meta, en cuyo camino se produjo una considerable cantidad de conocimiento que condujo al desarrollo de nuevas tecnologías. En su momento, las agencias gubernamentales norteamericanas no hicieron una licitación pública, como hubiese ocurrido en México, en la que sólo pudieran participar aquellas compañías con experiencia en viajes espaciales.

Suena irrisorio, pero así es como funciona el colectivo nacional y es otra de las causas del rezago tecnológico. No sólo se necesitan recursos, sino una vasta visión política de promoción de desarrollo de tecnología entre las universidades y las empresas mexicanas.

Actualmente, existe un afán de promoción para patentar en las universidades. Pero parece que se nos olvida para qué sirve una patente más allá de la simple protección intelectual. El fin de una patente es transferirla para que se aplique, y por lo tanto, genere beneficios. No se necesitan grandes investigadores para patentar, pero si para hacer ciencia. Para patentar se necesita ingenio e innovación y un ambiente propicio para ello. Si queremos desarrollarnos como país e incrementar sustancialmente nuestro nivel y calidad de vida, México necesita una política muy agresiva para la promoción y generación de desarrollo científico y tecnológico, que vaya más allá del status quo en el que nos encontramos.

Cierro con una reflexión que ha hecho Marcelino Cereijido: ¿Desarrollamos ciencia o solo hacemos investigación? Según Cereijido no tenemos ciencia porque justamente ésta depende de que, al menos, una parte sufrientemente poderosa de la sociedad tenga una visón del mundo compatible con ella. Nuestra sociedad no ha desarrollado esta visión y, cuando mucho, solo tenemos planes con discursos meramente decorativos con relación a la ciencia y tecnología. Todos, como sociedad, tenemos mucho trabajo por delante.

*Coordinador de la Unidad Académica del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Juriquilla

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