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Opinión: “Lo estoy bregando”

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Los boricuas somos expertos sacándonos de la manga las respuestas, ya sea para salir del paso, para salir de aprietos, para ganar tiempo o para parecer que sabemos de lo que nos hablan, aunque no tengamos ni idea.

Me gusta ver cuando la gente las utiliza porque hablan mucho de cada quien. Esas frases escudo, como les llamo yo, son verdaderamente mentiras disfrazadas que tienen como resultado aliviar la conciencia de quien las dice… Y reventar el hígado de quien las escucha.

Hay una frase campeona, rompe hígado, extractor literal de mi bilis: “Lo estoy bregando”. Ya ustedes saben que yo me hago novelas con las reacciones de la gente, que examino y concluyo en instantes a base del lenguaje corporal  y que suelo fantasear con lo que me gustaría que fuera mi reacción.  Lo aprendí de Ally McBeal, la brillante abogada de la serie televisiva que se quedaba pegá mirando a la persona mientras fantaseaba cómo le sacaba los ojos y resto de órganos vitales con sus manos.

Cuando alguien dice: “Lo estoy bregando”, casi siempre está mintiendo. Porque si de verdad está trabajándolo, ¿por qué no te da una explicación detallada, menos genérica y menos irritante? ¡¡Porque se la está sacando de la manga!! “Lo estoy bregando” puede significar varias cosas, ninguna de las cuales tiene que ser verdad: “No he empezado”; “Me lo acabas de recordar”; “Por ahí va, lento, pero va”. Frases escudo para esconder que verdaderamente se han estado comiendo la mi@*%.

Hubo un momento en mi vida que marcó mi relación de odio con esa frase y fue en mi boda.  El momento en que yo por poco dejo de ser Ally McBeal y me transformo del todo en la versión femenina de Hulk. Por semanas le pregunté a la cantante si ya tenía listo el “Ave María”, pero la versión que cantaban Los Chicos, que es mi canción favorita en el universo porque me recuerda a mi abuela. ¡Se la pedí por semanas! Y siempre me decía que la estaba “bregando”.

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Pues…  ¿guess what? El día de la boda, ni la versión de Los Chicos, ni la versión de Schubert, ni la versión de Tito El Bambino. Un CD. Ajá. ¡Un CD! ¿¿¿Qué, qué??? Y yo con este carácter afable que no me caracteriza me viré en pleno altar y le espeté una mirada a la cantante que puso a correr a mis amigas. Y todavía hacen el cuento de la cantante loca y de mis dardos desde el altar. No quiero revelarles lo que mi esposo me dijo entredientes porque no fue lindo.

Para los extranjeros es bien difícil entender qué es eso de “bregar”.  Y he descubierto que la mayoría de ellos, con la extraña excepción de mi noble esposo, lo ven con igual sospecha. Yo juraba que la palabra “bregar” era uso exclusivo de los puertorriqueños, pero resulta que no, que está en el Diccionario de la Real Academia Española, y que la define como “trabajar afanosamente”. Alguien cogió de zángana a la Real Academia.

Como esa, hay muchas más. Todas molestosas. Una que es bien insoportable es “entiendo que sí”. No hay nada menos profesional y más devastador que esa respuesta. Piénselo: “¿Me puede confirmar que la orden de emergencia del medicamento para el moribundo ya salió?”. “Entiendo que sí”. Se fastidió el tipo. “¿Tú aún me amas?” “Entiendo que sí”. Se fastidió el matrimonio. “¿El presidente cuenta con el respaldo de las fuerzas armadas?” “Entiendo que sí”. Se fastidió el presidente; derrocado.

En el hit parade de las frases escudo está muy cerca de las primeras posiciones otra que aplica a las relaciones de pareja: “No es por ti, es por mí”. Ay, bendito… Es por ti, es por él y posiblemente sea por el otro.

Pero la gente no quiere herir y se las inventa y se las saca de la manga. Y deja al interlocutor loco y turuleco, pensando en qué verdaderamente te quisieron decir. En ese departamento yo soy un cero a la izquierda. Cuando no quiero herir, opto por el silencio y eso muchas veces es peor.

Eso sí, nunca estoy bregándolo, siempre contesto categóricamente, y si es por ti, es por ti, no es por mí. “Brega” con eso.

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