Hoy, en su edad senil cuando ya el pedernal no da chispa, se alegra y siente como rejuvenecida cuando alguno de sus paisanos la saluda, diciéndola: —¿Cómo está la vieja de- Bolívar 1 Pregunta á la que ella responde, sonriendo con picardía : — Como cuando era la moza.
DOÑA BEATRIZ No más, que, aunque disculpar podría vuestro atrevimiento el traje, pues de vos no conocida puedo ser, por forastero, basta que una mujer pida que no la sigáis, pues es cierto que no necesita de otra recomendación para ser obedecida que el ser mujer; y si acaso no cesare la porfía de seguirme, habrá de ser del pedernal a las iras para vuestro atrevimiento corto castigo la vida; y así, mirad...
Chispeaba el
pedernal en las cazoletas en toda la línea, y no pocas balas caían sin fuerza a corta distancia, junto al taco ardiendo.
Eduardo Acevedo Díaz
Allí se ve, en miniatura de cera, a los chinos observando en su torre los astros del cielo; allí está el químico Lavoisier, de medias de seda y chupa azul, soplando en su retorta, para ver como está hecho el pedrusco que cayó a la tierra de una estrella rota y fría; allí, entre las figuras de las diferentes razas del hombre, están sentados por tierra, trabajando el
pedernal, como los que desenterraron en Dinamarca hace poco, cabezudos y fuertes, los hombres de la edad de bronce.
José Martí
EL PEDERNAL Y EL GIGANTE Hubo una vez, en los orígenes de todo lo que nos rodea, una gran pareja que vivía en lo más alto de los espacios visibles e invisibles, perdida en las alturas infinitas del cosmos.
Hay pueblos que viven, como Francia ahora, en lo más hermoso de la edad de hierro, con su torre de Eiffel que se entra por las nubes: y otros pueblos que viven en la edad de piedra, como el indio que fabrica su casa en las ramas de los árboles, y con su lanza de
pedernal sale a matar los pájaros del bosque y a ensartar en el aire los peces voladores del río.
José Martí
Y TONACACIHUATL miraba con tanto amor a su pedernal, que a todos sus hijos les produjo una inquietud tan explicable, que entre sí murmuraban: -Nuestra madre quiere más a una piedra inanimada que a mí que produzco la lluvia Dijo TLALOCTLI.
Son como los de Fuente Ovejuna, todos van a una. A ese no se le puede echar agua caliente (porque el pedernal basto salta). A mí no me atan corto, que corto la soga.
-Yo, CAMAXTLE, TEZCATLIPOCA rojo, propongo que sin que se dé cuenta nuestra madre, arrojemos el pedernal a la Tierra para que allá permanezca.
7 Senda que nunca la conoció ave, Ni ojo de buitre la vió: 8 Nunca la pisaron animales fieros, Ni león pasó por ella. 9 En el pedernal puso su mano, Y trastornó los montes de raíz.
23 Furio, que ni siervo tienes ni arca, ni chinche ni araña ni fuego, pero tienes padre y también madrastra, cuyos dientes bien un pedernal comerse pueden: te va pulcramente a ti con tu padre y con el leño de esposa de tu padre.
Aquella piedra era un TECPATL, es decir, un pedernal, un cuarzo duro y lustroso, como si fuera de cera, cuyos bordes, cual cristal opaco, despedían chispas y hacían que relumbrara su color grisáceo con tonos amarillentos.