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Cigarro o puro: ¿Cuál es más dañino que el otro?

Cigarro o puro dividen a quienes afirman que uno es menos dañino que el otro. Aquí vamos a intentar establecer las diferencias, si acaso las hay, entre los dos
Cigarro o puro ilustracion cigarros
Cigarro o puroMalte Mueller

Cigarro o puro... A estas alturas de la historia nos resulta difícil creer que en una época fumar cualquiera de estos dos productos era “cool” y “chic”. En las películas de los inicios del cine y durante casi todo el siglo XX, las estrellas femeninas y masculinas aparecían fumando y, claro, las hordas de fans les imitaban. La industria de inhalar y emanar humo se hizo un monstruo trillonario y, aunque ya las cosas han cambiado un poco al menos en los medios de difusión y en las redes sociales de esta era, sigue habiendo millones de adictos al tabaco de todas las edades en todo el mundo. Entre los fumadores existe la creencia de que el puro es menos dañino que el cigarrillo... ¿Será cierto? Vamos a averiguarlo aquí, a la vez que tratamos de establecer las diferencias, si acaso las hay, entre uno y otro.

La mayor diferencia entre un cigarro y un puro es su tamaño y el tipo y cantidad de tabaco que contienen. Empecemos por los cigarros. Comparados con los puros, estos tienen un tamaño uniforme y están hechos de una mezcla de tabaco no fermentado en la cantidad habitual de 1g. Otra diferencia es que se consumen mucho más rápido, en menos de 10 minutos. Los puros, por su lado, se hacen con un solo tipo de tabaco curado al aire y fermentado, conteniendo hasta 20 gramos de tabaco. Por lo regular, consumirlos toma una o dos horas, en lo que es casi un ritual de degustación que los más refinados parean con licor o café de alta calidad y muy fuerte... Hasta ahí las diferencias. Lo mejor, por supuesto, es no fumar.

En los dos casos, el humo contiene sustancias tóxicas y cancerígenas que afectan a fumadores y no fumadores por igual como consecuencia de la concentración de alquitrán y de sustancias tóxicas, como las nitrosaminas, que contiene. Todas estas sustancias producen cáncer, según han demostrado ampliamente estudios, investigaciones y estadísticas. Agreguemos que los dos son una gran fuente de polución en ambientes cerrados. Tanto puros como cigarros están asociados al cáncer de la cavidad oral, faringe, esófago, pulmón y páncreas. Por supuesto, a mayor consumo, mayor riesgo. Igualmente son agentes causantes de enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

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Hay quienes afirman que el puro es menos dañino porque no suele inhalarse al fumarlo. La realidad es que, a pesar de que la mayoría de los fumadores de puros no traga el humo, la nicotina se absorbe a través de la mucosa de la boca y produce la misma adicción y una buena dosis de daños. Agreguemos a eso que los puros contienen mucho más tabaco que los cigarrillos (un solo puro tiene más nicotina que todo un paquete de cigarros). Además, algo del humo que queda en el ambiente ingresa también en los pulmones, aumentando la presencia de nicotina en la sangre. 

Aún si asumiéramos que el hecho de no inhalar el humo de los puros (sin importar cuál eliges) les hace menos agresivos para los pulmones y el corazón, al final quienes los fuman tienen más probabilidad de desarrollar un cáncer de boca. Todos los fumadores están, en realidad, exponiendo la boca, la lengua, la garganta y la laringe a sustancias altamente nocivas.

Aun si no inhalas el humo, los agresores para tu salud se instalan en la saliva y de ahí pasan al esófago. El peor de los ingredientes es la nicotina, que suma a su nocividad la capacidad de activar el factor adictivo. Esta se puede llegar al organismo por la propia inspiración o a través del revestimiento de la boca.

La conclusión es que tanto puros como cigarros son tremendamente nocivos y, para empeorarlo todo, muy adictivos. Entonces ¿por qué es legal el tabaco? Quienes dan respuesta a esto en la Organización Mundial de la Salud argumentan que el tabaco no se puede prohibir “porque sus efectos nocivos y perjudiciales se asumieron de manera global casi un siglo después de que fuera un producto legal de amplia difusión, cuando ya había mil millones de consumidores en todo el mundo”. De manera que crearnos consciencia y abandonar el hábito queda por cada uno de nosotros. Si nos queremos a nosotros mismos y nos importa la salud de todos —fumadores activos y pasivos—, lo mejor es dejar de fumar.