Cuando la insuficiencia renal llega a unas fases muy avanzadas, es preciso plantear el inicio de diálisis. Es posible que usted se encuentre aparentemente bien y que incluso no sienta ninguna manifestación clínica y por tanto no entienda por qué es necesario iniciar ya el tratamiento con diálisis.

Síntomas y signos clínicos que orientan a la necesidad de iniciar Diálisis:

  • DIGESTIVOS: Náuseas y vómitos generalmente matinales. Ardor de estómago.
  • LOCOMOTOR: Cansancio fácil, debilidad muscular, fracturas óseas.
  • CARDIOVASCULAR: Hipertensión, de difícil control, fallo cardiaco, pericarditis, sensación de falta de aire.
  • CUTÁNEOS: Picor generalizado. Heridas cutáneas por depósitos de calcio.
  • HEMATOLÓGICOS: Anemia, trastornos de coagulación, tendencia al sangrado.
  • SISTEMA NERVIOSO: Hormigueos, movimientos involuntarios como espasmos en cara o miembros, temblores, tendencia al sueño o insomnio, pérdida del nivel de conciencia.
  • DESNUTRICIÓN: Falta de apetito, pérdida de peso y masa muscular.

¿De qué depende cuándo hay que empezar diálisis?

La decisión de cuando hay que empezar diálisis, dependerá de un conjunto de aspectos clínicos y analíticos que el Nefrólogo analiza y comparte con el paciente y su familia.

Por un lado, se tienen en cuenta los síntomas y signos y por otro las alteraciones de laboratorio que pueden acarrear complicaciones importantes (urea, potasio, bicarbonato, fósforo ect).

Si el paciente se encuentra muy mal y/o los análisis están muy alterados, el momento de iniciar diálisis ha llegado ya. Pero si la analítica no está muy alterada y la situación clínica es adecuada y el paciente puede realizar numerosas actividades de la vida diaria, se podría esperar, pero siempre acompañado de un seguimiento más estrecho con visitas médicas y análisis.

Por lo general y a pesar de una aparente situación clínica estable, se debería empezar diálisis cuando la función renal está entre un 8-12%. Por debajo de estas cifras, el deterioro general será muy rápido y por tanto no merece la pena retrasar más el comienzo, estamos hablando sólo de algún mes más y mejorar luego esa situación costará más y el paciente tardará más en encontrarse bien en diálisis.

Hay situaciones sin embargo, en las que puede ser beneficioso esperar un poco si la situación psicológica del paciente lo exige o si se está pendiente de la realización o maduración de un acceso vascular o peritoneal, pero siempre que la situación clínica y analítica lo permita.

Opciones de tratamiento renal sustitutivo Cuando la función renal ha llegado a su fin las opciones de tratamiento que hay son:

1. Tratamiento conservador

Es cuando la diálisis no se debe de realizar o es la decisión del paciente. Las personas que además del riñón tienen enfermedades muy graves del corazón, del hígado, cánceres no controlados, deterioro general por edad muy avanzada etc., el iniciar diálisis no consigue ninguno de sus objetivos (remontar la situación general clínica, analítica, la actividad física y en general la calidad de vida del paciente) y por el contrario puede desencadenar complicaciones y se empeora claramente la calidad de vida del paciente.

En estos casos, hablamos de tratamiento conservador, de manera que se continúa realizando controles periódicos en consulta y se modifica el tratamiento según los cambios clínicos y de los análisis que se van presentando, a fin de mantener al paciente en la situación clínica más confortable. Además, se solicita colaboración a la Unidad de Cuidados Paliativos de cara a un apoyo al paciente y la familia cuando llegue el momento final.

2. Diálisis

La diálisis es la técnica que sustituye parcialmente la función de los riñones, como es la función depurativa y normalizadora del líquido y la composición de la sangre. Para ello, se utiliza una membrana que contacta con la sangre, que actúa a modo de filtro a través de la cual se produce la filtración de la sangre imitando a lo que harían los riñones. Las funciones de formación de Eritropoyetina y producción de la Vitamina D activa, no las llevan a cabo y por tanto hay que añadir este tratamiento.

Hay dos tipos de diálisis, la diálisis peritoneal y la hemodiálisis.

La DIÁLISIS PERITONEAL, es la que se realiza en la cavidad peritoneal y utiliza como filtro la membrana natural peritoneal que rodea a toda la cavidad. Para que la depuración de la sangre pueda llevarse a cabo, se introduce a través de un tubo blando de silicona en la cavidad peritoneal, un líquido especial (líquido de diálisis) que se recambia periódicamente. Es una técnica sencilla que se realiza en el domicilio (es una opción domiciliaria de diálisis).

La HEMODIÁLISIS, es la que utiliza la sangre del paciente, haciéndola pasar a través de un filtro artificial en el exterior y es a nivel de este filtro donde se realiza la función depurativa y normalizadora del líquido y composición de la sangre. Es una técnica que se realiza fundamentalmente en unidades hospitalarias o en centros de diálisis, si bien actualmente se está desarrollando también el tratamiento de hemodiálisis domiciliaria.

¿Qué diferencias hay entre ambos tipos de diálisis?

A grandes rasgos podríamos decir que ambas técnicas son superponibles en su función de sustituir parcialmente la función renal. La diálisis peritoneal se realiza en el domicilio y es el propio paciente el que se la realiza después de un periodo corto de aprendizaje, es continua a lo largo del día y por tanto más fisiológica y sobre todo, permite al paciente realizar con mayor libertad su actividad social y laboral habitual.

La hemodiálisis normalmente se realiza en unidades hospitalarias o centros de hemodiálisis, por lo general 3 veces a la semana (en algunos se hace diaria y más corta) a días alternos y en unos horarios fijos preestablecidos, esto impide en muchas ocasiones la conciliación con la actividad laboral y social, además que el hecho de ser una técnica intermitente hace que sea menos fisiológica por cambios más bruscos. Hoy en día se están desarrollando programas de hemodiálisis domiciliaria que consiguen subsanar estos inconvenientes.

3. Trasplante renal

Sin duda, es la mejor opción de tratamiento de la insuficiencia renal, tanto por una mayor supervivencia, como por una mejor calidad de vida y esto es así para cualquier edad. Cualquier persona en diálisis que no tenga una contraindicación absoluta para ser trasplantado, debe de ser valorado para ver si cumple los criterios para ser incluido en lista de espera de TRASPLANTE RENAL DE CADÁVER.

Hoy en día además, se contempla siempre la opción del TRASPLANTE RENAL DE VIVO que puede ser de un donante familiar o incluso no familiar. Este último puede dar lugar al llamado trasplante renal cruzado entre personas no emparentadas, buscando el mejor donante para cada caso. La opción del trasplante renal de vivo se puede hacer desde el momento que el paciente entra en las fases de insuficiencia renal avanzada, no dando incluso ocasión a que se empiece la diálisis.

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