A ambos lados del cochecito de nuestra hija, que hemos arrastrado hasta allí, mi mujer y yo miramos en lontananza, felices. —Papá, un tren—dice mi hija extendiendo sus flacos dedos que tantas noches besamos a
dúo con su madre.
Horacio Quiroga
La tía Simona canturria por lo bajo: Su hija se dispone a hacerle el dúo, cuando se oye en el corral un coro de relinchos y un ruido sobre los morrillos, como si avanzaran veinte caballos.
¡Ulpianito ni se acordaba de él!... -¡Imposible! ¡Imposible! -exclaman a
dúo las dos señoras. -No ha vuelto... ¡Ni un día! Ulpianito ha averiguado con el Vicerrector, con los Pasantes, con los Profesores todos del Seminario.
Tomás Carrasquilla
Monótono pasear por el camino, idas y venidas a la fuente en el dúo apacible del amor, que espera paciente y seguro el encarnamiento.
A su cooperación se ha debido indudablemente que se haya oído bien por primera vez en Madrid el final del primer acto, que arrebató. ¡Qué verdad, qué expresión en el
dúo del segundo acto con el tenor, y singularmente en todo el tercer acto!
Mariano José de Larra
- ¡Sí, ya lo he visto! -exclamaron los niños a dúo; y entonces supieron que aquello era verdad. - ¿Y podría entrar aquí la reina de las nieves?
Yo había halagado a la amada tiernamente con mis juramentos y frases melifluas y cálidas, y juntos seguíamos en un lánguido
dúo de pasión inmensa.
Rubén Darío
No paró hasta Panticosa, donde tuvo la última posada. No se sabe que jamás hubiera vuelto a acordarse de la tos del
dúo. La mujer vivió más: dos o tres años.
Leopoldo Alas
Mercedes le arreglaba a ésta una canastica de flores; Máximo, que había estado bobeando con la niña toda la mañana, entró en juicio, repantigóse en una mecedora, levantó la cabeza hacia el cielo del corredor como si contase los portaletes, y dando golpecitos con los dedos en los brazos de la silla, a guisa de acompañamiento, se puso a silbar el
Dúo de los paraguas.
Tomás Carrasquilla
«Estamos cantando un
dúo», pensó; y hasta sintió cierta alarma del pudor, como si aquello fuera indiscreto, una cita en la noche.
Leopoldo Alas
«Así se acompañarán las almas del purgatorio.» Por una asociación de ideas, natural en una institutriz, del purgatorio pasó al infierno, al del Dante, y vio a Paolo y Francesca abrazados en el aire, arrastrados por la bufera infernal. La idea de la pareja, del amor, del
dúo, surgió antes en el número 32 que en el 36.
Leopoldo Alas
Pues y ¿qué me dirán de aquella maldita casualidad de venir el honrado correveidile de Rodolfo a dar su recado precisamente cuando el horno estaba menos para rosquillas y el señor más furioso, y equivocarse y tirarle nada menos que un
dúo de tiros?
Mariano José de Larra