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MOMO EL DIOS DE LA ALEGRÍA DESBORDADA

El ascenso de Momo al trono de la alegría desbordada es largo, aunque tan impreciso como sus primeras apariciones en los mitos griegos donde, por analogía, se le pueden atribuir características diabólicas.

Se trata de un proceso del que no se cuenta con muchos datos, pero tuvo que ser lo suficiente firme para imponerse a su pariente lejano Dionisio, a Obtala el africano... Lo que quiere decir que no recorrió un camino fácil para convertirse en dios.
Momo no tuvo necesidad de batirse a duelo con ninguno de sus rivales. Inclusive si lo hubiera hecho, de seguro hubiera perdido, porque a juzgar por las menciones que de él se tienen en los textos griegos, era una figura mediocre
La primera mención que se tiene de Momo aparece en Teogonía, canto del poeta Hesíodo y que trata sobre la genealogía de los dioses griegos.
La obra fue escrita por allá en el siglo VIII antes de Cristo, y coloca a Momo como hijo de Nix -- la funesta --, y nieto de Caos, el origen primero de todas las deidades.
Por la narración que hace Hesíodo, se deduce que Nix no paría sino personajes negativos. Así se ve, por ejemplo, al odioso Moro, a Ezis, el pletórico (abundante) de dolores , y Némesis, llamado por Hesíodo el azote de los hombres mortales .
Entre los hijos de Nix aparecen también las keres inhumanas : Cloto, Lacesis y Atropos, que a los hombres dispensan bienes y males, y persiguen los crímenes de hombres y de dioses .
A este círculo de hermanos pertenece Momo, de quien no se menciona particular actitud en la obra del poeta griego, pero de cuya familia --llena de una gran cantidad de miembros-- se generaliza como predispuesta a la cólera y a la venganza.
Más adelante, el poeta alejandrino Calímaco (siglo IV antes de Cristo) lo menciona en uno de sus himnos (Dian) atribuyéndole aspectos malignos muy semejantes al Satán judeocristiano. Posteriormente, el personaje aparece cumpliendo un reto frente al dios-padre Zeus, quien pese a ser posterior a Momo, se ganó el trono de los dioses y el dominio sobre los rayos y centellas luego de liberar de las cadenas a varios sus tíos.
Algunos cantos griegos posteriores muestran a Zeus imponiendo retos en sus dominios y Momo no fue ajeno a ello. A estas alturas de la historia de los dioses, Momo no está ya impregnado del sello funesto de su familia, pero es tenido como fuente de inspiración de la burla y de la alegría desbordada, es decir, como un auténtico dios, pese a que vivía confinado a la nube negra con su madre y varios de sus hermanos.
Correspondió, entonces, a Momo un reto en apariencia sencillo, que consistía en hacerle crecer los cuernos a un toro más atrás de los hombros del animal. Nuestro personaje, sin embargo, fue incapaz de ejecutar la orden. Zeus, decepcionado, prefirió ignorarlo, y Momo continuó en su nube.
Los dioses parranderos
Para los griegos, el dios Dionisio, hijo de Zeus, fue el primero en ser tenido en cuenta como dios del jolgorio. Eso se debió a la aparición del vino en Grecia, en torno al cual se realizaban reuniones bailables. La bebida se masificó y su acogida terminó apropiándole un dios.
Más adelante, en honor a Dionisio se organizaron fiestas de adoración llamadas dionisiacas . La costumbre sería trasplantada por Roma a través de su dios Baco, en homenaje de quien se realizaban las llamadas bacanales .
Con la ayuda de los saturnales --fiestas romanas de adoración a Saturno--, y los lupercales, en honor al dios Pan, los bacanales terminaron derivando en los carnavales, que instituidos como costumbre europea, habrían de pasar a América a través de los españoles invasores.
Pero ya en América, los negros y los indígenas pusieron su sello personal en las fiestas --sobre todo el negro--, con lo que Dionisio, Baco, Saturno y Pan fueron perdiendo fuerza como fuente de adoración, y lo hicieron en favor de algunas figuras católicas, como San Sebastián y a la Virgen de la Candelaria, en el caso de las costas colombianas.
Es curioso advertir que los dioses africanos --como por ejemplo Obtala el borracho, hijo del dios yoruba Olorún-- no fueron ni siquiera considerados dentro de las deidades del carnaval pese al fuerte aporte musical y cultural de los negros africanos. Eso obedece a que las diversiones de los negros estaban muy ligadas a las fiestas religiosas, a las que se asimilaron para disfrutar de días libres de parranda y derroche. Incluso, varias deidades africanas se mezclaron con los santos debido a similitudes o a identificación con los sufrimientos de la esclavitud.
La permanente contribución de otros pueblos en el desarrollo del Carnaval de Barranquilla --al igual que pasó en otras regiones de América-- terminaron echando a un lado a los santos y figuras católicas, y entonces reaparece el dios Momo.
Pero por qué Momo? Todo parece indicar que su condición de dios de la alegría desbordada no desentonaba con el sello particular del negro; y su significado como mito griego permitía conservar la atadura con el componente europeo occidental.
Del dios al hombre
Con la institucionalización del Carnaval de Barranquilla como fiesta organizada, aparecieron los rezos al dios Momo. A la costumbre se le sumó la figura del Rey Momo en 1888, caracterización humana del dios, y que comenzó a ser coronado en los antiguos salones burreros. Este personaje presidía la fiesta y les daba inauguración oficial con la lectura de un bando escrito en tonos burlescos.
El Rey Momo desaparecería --evolucionaría, dicen algunos teóricos-- para darle paso en 1907 a los presidentes de Carnaval escogidos en el recién creado Club Barranquilla. En 1918, surgió la figura de la Reina del Carnaval. Cosa distinta ocurría, por ejemplo, en Aruba y Río de Janeiro, cuyos carnavales mantenían --y siguen manteniendo-- a Momo vivo, cada cual a su manera.
En el caso de las fiestas cariocas el Rey es Momo , personaje escogido más por su apariencia gorda y su gran tamaño que por su disposición a la rumba. En Aruba Momo es un muñeco que se quema al mediodía del martes del Carnaval en una plazoleta.
Pero ni siquiera la desaparición de su Rey puso en peligro la subsistencia del dios Momo en el Carnaval de Barranquilla, porque siguió siendo invocado por las Reinas de turno.
Ya en 1995, la persistencia de un dios sin imagen presionó la resurrección del Rey Momo correspondiéndole la representación a Enrique Salcedo. Con tal decisión, el dios de la alegría desbordada recobró puntos perdidos, para lo cual no tuvo ni siquiera que acudir a Joselito, porque, para el caso del Carnaval de Barranquilla, una cosa es ser el dios de una fiesta, y otra, su símbolo.
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