Los robots ya están entre nosotros. En realidad llevan décadas aquí, en las cadenas de montaje, la informática, y otros sectores. ¿Existen trabajos que un robot nunca podrá quitarle a un humano?

Hasta hace poco los robots se ocupaban de tareas monótonas, repetitivas o peligrosas, que ningún humano podía o quería hacer. Hoy vivimos el proceso contrario. Son los robots los que aprenden a hacer cosas de humanos, cada vez más y mejor, hasta el punto de comenzar a sustituirnos en los puestos de trabajo. Hoy en día basta con ir al banco, o a una hamburguesería, y usar una máquina para hacer una transferencia, contratar un préstamo o pedir una hamburguesa, algo que hasta hace poco solo se podía hacer a través de una conversación con un empleado de banca, o un dependiente de la hamburguesería.

Los empleos asociados a la industria, cadenas de montaje, secretaría, cálculo y gestión, tareas repetitivas, árbitros deportivos, están entre los más amenazados por la automatización. ¿Existen profesiones inmunes a los robots?

Los expertos coinciden en que los puestos de trabajo asociados a las emociones, el instinto y la naturaleza humana, son los más difíciles de sustituir por un robot.

Así, por ejemplo, la profesión de juez o abogado no se puede sustituir por un robot, porque las leyes no se aplican a rajatabla. Un juez tiene que leer los motivos, analizar las circunstancias, y tomar decisiones que no siempre son ortodoxas. Del mismo modo, un abogado debe entender la naturaleza humana, descubrir los puntos fuertes y débiles de las personas, y generar argumentos que puedan convencer al juez o al jurado, ya sea para defender, o para acusar.

Las profesiones asociadas a los cuidados de personas, como los médicos de cabecera, enfermeros, asistentes personales, tampoco deben preocuparse demasiado. Son puestos de trabajo que exigen sentimientos como la compasión, la empatía, el respeto o la paciencia, que son muy díficiles de replicar en un robot.

Profesiones en las que hay que tomar decisiones al más alto nivel, y en donde influye el instinto, la personalidad, el riesgo, o el conocimiento de las personas, como un CEO, un jefe o un directivo, también están a salvo de la automatización.

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Algo similar ocurre con los deportes, o las artes. El fútbol o el atletismo nos gustan no solo por el deporte en sí, sino porque es practicado por personas. La esencia del deporte consiste en superar los límites humanos, en hacerlo mejor que los mejores, en sufrir, desesperarse o alegrarse cuando ganas o pierdes. Un partido de fútbol con robots programados para ganar perdería toda la pasión y emoción, y acabaría aburriendo. Algo similar ocurre con la pintura, o la música.

Son puestos de trabajo a salvo de los robots... hoy en día. Pero dentro de 50 años... quién sabe...