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Los 20 mandamientos del melómano moderno

Estos son los referentes para detectar a un melómano verdadero. ¿Eres uno de ellos o un poser?
Hombre con audífnos
Mandamiento del melómano moderno Getty

Un melómano auténtico trae muchísima —demasiada— música por dentro, pero también la pasión desbordada por fuera, y se nota. Por eso, todo amante de la música que se respete debe contar con alguna —o todas— de estas cualidades para ser tomando en serio.

Estos son los referentes para detectar a un melómano verdadero. ¿Eres uno de ellos o un poser?

A un melómano le gustan los discos completos

El melómano no es como la mayoría de las personas que sólo conocen las canciones famosas de los artistas (y que aún así se atreven a decir que son fans). El melómano escucha los discos de pies a cabeza, sabe perfectamente cuáles son los álbumes esenciales y, de hecho, le suelen gustan más las rarezas y los temas semidesconocidos tanto o más, que las canciones obvias y los hits que todo mundo conoce. En los conciertos, suele hacer corajes con el público que reconoce sólo los éxitos de los artistas en cuestión, porque él se sabe todo el set-list.

Tiene un gran equipo de sonido

Porque para un melómano serio escuchar música es más importante que nada, cuenta con un gran y caro sonido y equipo para reproducir casi cualquier formato nuevo o vintage. Su autoestéreo no es la excepción y de su colección de audífonos de lujo y bocinas ambientales para cada espacio de la casa, ni hablar. Y sí, para él es un pecado mortal escuchar la música en las bocinitas del celular.

Todavía compra discos…pero también es moderno

El melómano es de esa estirpe que necesita contar con el disco en formato físico para tocarlo, palparlo y hasta oler el olor a CD, casete o vinilo. Gusta coleccionar álbumes porque según él, contar con un disco digital es como tener una novia virtual que se supone que es su pareja, pero a la que no puede tocar ni sentir más allá de la pantalla del celular o computadora. Claro, igual posee las versiones digitales y suele armar sus muy personales playlist en diversas plataformas (además almacena toneladas de mp3s —que por cierto, ya están muertos—), pero sigue emocionándose al comprar un flamante vinilo edición especial, ir a las pocas tiendas de discos que sobreviven o comprar en línea, montones de acetatos o CDs. Pero ojo: el melómano también está actualizado, y cuenta con suscripciones a todas las plataformas musicales que existen en el mercado (y paga las versiones premium).

Tiene en orden alfabético su colección

Además de que así puede encontrar fácilmente el disco que busca en la fila de CDs o vinilos, para un verdadero melómano es una obligación tener todo en armonía, el orden y la presentación que le da a su música, es una metáfora de su propia vida.

Gasta mucho dinero en conciertos

Porque le importa la música, el melómano sabe que escucharla en vivo es una obligación. Por lo tanto, es de los que agotan la mitad de su sueldo en conciertos (incluso ha pagado por shows virtuales), se va hasta adelante en los eventos y cuando asiste a festivales, suele escuchar a todos los artistas que puede para conocer nuevos sonidos. Sí, además el melómano tiene una caja llena de todos los boletos de los conciertos a los que ha ido en la vida, para recordar esos momentos. En dichos conciertos, suele odiar que la gente está hablando y por lo general, está callando a las demás personas para que lo dejen escuchar la música. Por si fuera poco, cuando sale de un recital, el melómano va escuchando en Spotify esas canciones que el artista no tocó, y que él se quedó con ganas de oír en el show.

Exige poner la música en las fiestas

El melómano consumado suele llevar la batuta en las reuniones y hacerla de DJ con tal de que sus canciones favoritas suenen en todo lo alto. A veces, suele ser un poco intolerante con la música de los demás. Sí, porque el melómano consumado suele sentirse un poco superior al resto en cuanto a sus gustos y en ocasiones, puede ser tachado de arrogante.

Puede identificar una canción (y sin usar apps)

Hoy en día, apps como Shazam suelen ser la solución para averiguar qué está sonando y qué nos llamó la atención. Pero un melómano de cepa, no recurrirá a esos artificios y podrá identificar tanto qué ritmo suena, como las diferencias entre bossanova o samba, death-metal o thrash-metal y claro, saber quién toca y —casi siempre—, el nombre de la canción que se está escuchando. Además, identifica con un vistazo, cualquier logo de un grupo sin consultarlo en internet.

Tiene un arsenal de playeras de grupos (y algunos pines)

No importa su edad, en el armario cuenta con una vasta colección de playeras de bandas de rock o pop, pines y chamarras alusivas a algún concierto. Sí, y cada prenda tiene una historia detrás de un show al que el melómano asistió.

Escuchar música es un ritual casi sagrado

Tanto que si siente que no le puso la atención debida a cierta canción, la vuelve a comenzar desde el principio, por puro respeto al artista y a la canción. Además, tiene su propio espacio para escuchar música sin interrupciones.

Tiene un tatuaje muy musical

Y bien puede ser una nota musical (los más moderados), el logo de su banda de rock favorita, el autógrafo de un artista del que es fan o la letra completa de uno de sus himnos musicales de toda la vida. Y sí, es capaz de bautizar a sus hijos con el nombre de una canción, de un artista o iniciar un romance con alguien que se parece a una de sus referencias musicales.

Toca algún instrumento

El melómano suele llevar su gusto por la música al siguiente nivel y no se conforma con escuchar a sus artistas favoritos: los quiere imitar. A veces, aprende a tocar un instrumento. Otras, forma bandas de rock. Pero en —contadísimas— ocasiones logra alcanzar el éxito e incluso superar a sus admirados ídolos musicales. Y es que detrás de todo artista famoso, hubo antes un melómano que quiso seguir el ejemplo.

Se molesta con quien no le gusta la música

El melómano promedio no puede comprender por qué a alguien no le gustaría la música, y cuando se encuentra con alguno de esos personajes que les da igual —digamos— Radiohead, suele irritarse ya que no concibe la idea de alguien que viva sin conocer sobre música.

Sabe sobre todo tipo de música, pero…

El melómano suele molestarse cuando le pregunta a alguien qué tipo de música escucha y le contesta “pues, de toda”. Y es que si bien el melómano de pura cepa suele ser muy ecléctico, no le gusta que las personas no manejen géneros musicales definidos y sus variantes con toda soltura o no tengan gustos definidos y generalicen diciendo que les gusta “de todo”.

No le importa llorar con una canción

El melómano suele llorar al escuchar una canción o ver en concierto a su artista favorito. Y no te lo han contado, tú has visto lágrimas caer cuando esa canción toca a la puerta de sus melómanos oídos. Si también suele llorar cuando se entera de la muerte de un artista, incluso más que cuando falleció alguien a quien sí conocía, y claro, ha ido a peregrinar a la tumba de Jim Morrison (uno de los grandes iconos de estilo del summer fo love), Ian Curtis o artistas atormentados similares.

Sabe todo sobre sus grupos favoritos (más que las mamás de los artistas)

El escucha ocasional de música, sabe por lo general el nombre del cantante de la canción que le gusta, pero el melómano suele ir más allá y en su disco duro mental tiene además de la información obvia sobre todos los integrantes del grupo en la actualidad (y los ex miembros), los datos sobre el diseñador de las portadas, el estudio donde se grabó tal canción y hasta el nombre de la mascota de su cantante predilecto.

No puede vivir (literal) sin música

El melómano no puede dejar de consumir música: cuando corre, cuando se va a dormir, cuando hace ejercicio, cuando se baña, e incluso sabe qué canción quiere que toquen en su funeral. Suele pasar hambre con tal de hacerse de un nuevo disco en versión deluxe limitada o ir a un concierto. Además, si pasa mucho tiempo y no escucha música, puede desarrollar cierto síndrome de abstinencia.

Todo gira en torno a la música

El melómano declarado, suele hacer que su universo gire alrededor de temas musicales. Es decir, compra libros de biografías de músicos que admira o ensayos sobre géneros musicales, revistas, asiste a conferencias sobre música, cree en la medicina alternativa como la sonoterapia y en el poder curativo de la música. Sí, a veces hasta es insoportable.

Traduce todas las letras

Sí, porque para el melómano las letras de sus canciones favoritas son tan importantes como la música, el melómano es capaz de aprender alemán

—por ejemplo— con tal de saber qué dicen sus ídolos teutones. Sí, también suele viajar a países lejanos con tal de no perderse esa gira que no llegó a sus tierras.

Siente que su vida es un videoclip

Y además jura que los artistas le cantan a él directamente. Cuando va caminando escuchando música con audífonos, siente como que es el personaje de un video musical o a veces, hasta suele cantar en voz alta en la calle (sí, hay registros) si la emoción le gana.

Suele tener referencias musicales para t-o-d-o (y su propia pista sonora)

Sí, cualquier situación le puede recordar una canción o un momento en la vida. Además, le encanta recomendar canciones todo el tiempo (nunca lo ves sin audífonos) a sus amigos y le cuesta confesar cuál es su canción favorita (tiene unas 1,000 en esa categoría). A pesar de que respeta al pasado (a veces de más) siempre tiene oídos para nuevos lanzamientos musicales que agregar al soundtrack de su vida.