-¡Silencio!- dice una moza que encendida de ira va. - Aquí soy la cocinera y todos a cocinar. Vuelva a su lugar la loza. Hágase en la hornaza el pan.
Y en verdad digna es de verso y prosa la blanca mesa, la blanca loza, la porcelana de albo matiz, los cuchicheos, los tenues corros y el agua alegre que salta a chorros por una enorme llave matriz.
De Belgrano no queda sino un Vástago ilustre, en una virgen educada en el seno de su familia, que lleva sus facciones y que tanto recomendó en su agonía. Sus restos fueron depositados, sin pompa, baja sencilla loza, en el atrio de la Iglesia más cercana á su morada.
pegó en el suelo, se hizo añicos y un pedazo de loza fue a lastimar al gato, que saltó a la calle todo erizado y con la cola tiesa, a tiempo que pasaba Salustiano Gancedo, que, como ustedes saben, por chismes y envidias nada más, siempre ha andado a tirones con Bermúdez.
Cuando el calor fue suficiente, puso sobre los hierros la tetera con agua para el mate y yendo hacia la cama desenvolvió el paquete y colocó su contenido, una libra de hierba y otra de azúcar, en un extremo del banco donde ya estaba el pocillo de
loza desportillado y la bombilla de lata.
Baldomero Lillo
Tiene la casita para los árboles de hierro consabidos de su jardín sesenta macetas o floreros de loza de diversos colores y de una figura graciosa y elegante; cada una de poco menos de media vara de alto, o tal vez más, porque al hacerla se encontró que puestas en elevación no podrían aparecer graciosas si tuviesen menor altura.
-Pues ¿cómo la llaman por toda la ciudad -dijo Lope- la fregona ilustre, si es que no friega? Mas sin duda debe de ser que, como friega plata, y no
loza, la dan nombre de ilustre.
Miguel de Cervantes Saavedra
En otra silla está la
loza, mucha
loza y muy fina, y en cada plato una fruta pintada: un plato tiene una cereza, y otro un higo, y otro una uva: da en el plato ahora la luz, en el plato del higo, y se ven como chispas de estrella: ¿cómo habrá venido esta estrella a los platos?: «¡Es azúcar!» dice el pícaro padre: «¡Eso es, de seguro!»: dice la madre, «eso es que estuvieron las muñecas golosas comiéndose el azúcar».
José Martí
Tiene la casita una hermosísima mesa de caoba inglesa para comer en número considerable de personas; y su servicio completo de manteles, servilletas, cucharas, tenedores, y cuchillos de todas clases, así como un servicio completo de loza y cristales para comida, dessert, café, té y helados, inclusive tarros de estaño a la parisiense (que no están sujetos a agujerearse como los de lata que se usan en Chile) para helar, y moldes para helados.
En la actualidad se editan en Machala: el Inter diario "El Día", del señor Agustín Romero; El Quincenario "El País", del señor Ponciano Fernández Serrano, y el Quincenario "El Independiente", de los señores Jaime Walter García Loza y Tito Fernández Márquez.
El rincón, allá contra la pared, es el cuarto de dormir de las muñequitas de
loza, con su cama de la madre, de colcha de flores, y al lado una muñeca de traje rosado, en una silla roja: el tocador está entre la cama y la cuna, con su muñequita de trapo, tapada hasta la nariz, y el mosquitero encima: la mesa del tocador es una cajita de cartón castaño, y el espejo es de los buenos, de los que vende la señora pobre de la dulcería, a dos por un centavo.
José Martí
Hay visitas, por supuesto, y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos blancos, y zapatos dorados; y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento: y la señora mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el sofá, tiene su levantapiés, porque del sofá se resbala; y el levantapiés es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos hermanas de
loza.
José Martí