Fiesta de la manifestación a todas las naciones del mensaje del amor de Dios en Jesús, presentada en relato de los reyes de Oriente.
El Papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium invita a relanzar la Epifanía para proclamar el mensaje: Hay un Amor infinito y gratuito en el origen de cada uno de nosotros, independientemente de si somos buenos o pecadores, cristianos o de otras religiones, agnósticos o ateos. Este amor no es una energía impersonal. No es una inteligencia suprema que pone en marcha al Mundo y se queda por fuera. No es un juez implacable que nos condena. Es un Amor absoluto, que nos regala la existencia y la libertad en una auténtica pasión por cada uno y que va con nosotros en la vida y en la muerte.
Un Amor sabio. Fundador de la dignidad de cada mujer y cada hombre. Poseedor e inspirador del sentido profundo de nuestro nacer y crecer, triunfar y fracasar, sufrir y gozar, morir y esperar. Que nos regala el libre albedrío para construir sin temor la aventura humana fantástica de hacernos personas, familias, sociedades, naciones y guardianes responsables de la naturaleza.
Este Amor comprensivo y misericordioso, no es una hipótesis teológica para ser discutida. Se nos hace patente en la fragilidad de Jesús, nacido en la pobreza, compañero del camino, que da la vida por sus amigos, que “puso su tienda de campaña” entre nosotros, que rechaza como hipocresía la institución religiosa que se pone por encima del ser humano, que es solidaridad incondicional con los que tienen hambre, con los enfermos y los excluidos, con los pecadores, y con todos los que luchan por la justica y por la paz.
De él conocemos los relatos llamados evangelio que sus seguidores en comunidad elaboraron, después de que confundidos por la crucifixión, tuvieron la experiencia de que Jesús vivía como el amor más fuerte que la muerte, amor que explicaba todo lo que habían experimentado en los años compartidos con él; y se lanzaron a anunciarlo, con la palabra y el ejemplo, a todo riesgo, sin poder, ni armas, ni dinero que les diera seguridad alguna. Hasta que muchos fueron martirizados mientras daban testimonio de lo que habían visto y oído porque Jesús seguía con ellos.
Ojalá este 2015 nos abramos a este amor gratuito y exigente, “para que llegue a todos sin excepciones ni exclusiones el anuncio de lo que es más bello, más grande, más atractivo...la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo” (Evangelii Gaudium 32 y33)..