Viernes, 17 de Mayo 2024
Jalisco | Los consumidores pasan por alto los graves y duraderos daños que deja esta droga

Variedad y precio, el riesgo principal de las ''tachas''

Estimulantes de tipo anfetamínico (ATS) es la categoría de los químicos que integran a las anfetaminas, las metanfetaminas y el éxtasis

Por: EL INFORMADOR

En Jalisco, en promedio, cada narcolaboratorio produce entre 15 y 20 kilogramos de metanfetaminas cada semana  /

En Jalisco, en promedio, cada narcolaboratorio produce entre 15 y 20 kilogramos de metanfetaminas cada semana /

GUADALAJARA, JALISCO (19/JUN/2012).- Nunca como ahora se habían ofrecido tantas formas distintas de metanfetaminas en Jalisco, tan variadas, advierte el coordinador del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (Sisvea), Luis Javier Robles Arellano, que lucen, cada vez más, como inofensivos dulces de colación.

Puede hablarse de dos grandes presentaciones en lo que respecta a este tipo de droga sintética: las pastillas o tabletas (“tachas”) y el cristal, una especie de sal o sustancia granulada. Las primeras, más propias del ambiente nocturno, festivo o recreativo (el antro); el segundo, emparentado con la comisión de delitos y respuestas agresivas. Ambos se están produciendo en Jalisco, el segundo Estado con más laboratorios clandestinos del país, superado por Sinaloa, seguido por Michoacán.

Robles Arellano se refiere en este apartado particular a las primeras, las pastillas o “tachas”, cuya paleta de colores se ha diversificado desde la ilegalidad. Azules, amarillas, naranjas… tonos tan variados como las figuras con que ahora se maquilan las pastillas; algunas adoptaron aspectos tan inocuos y atrayentes como el de un corazón diminuto; otras se decoran con una carita que sonríe al usuario de la droga o con cualquier otro dibujo amistoso.

“Pero las empezaron a hacer cada vez más potentes, con un efecto más duradero, un efecto más rápido, y empezamos a tener mayores problemas de consumo”. Las metanfetaminas se han posicionado como la quinta droga de mayor uso en Jalisco y la de mayor crecimiento en su consumo.

Tantos productos distintos de metanfetaminas hablan, para la autoridad estatal, de un interés por ampliar este mercado, incluso dirigiéndose a usuarios desde la diferenciación de sus perfiles, como sucede con la estrategia mercadológica de un producto legal cualquiera.

Por eso, dice el coordinador del Sisvea, algunas de estas presentaciones de metanfetaminas se posicionan para fungir como versiones “de caché”, para consumidores que se asumen pertenecientes a grupos más exclusivos y alimentan sus necesidades de estatus social.

Otras, con formas infantilizadas, pueden dirigirse a compradores que buscan sustancias que no les causen daños, pese a que contienen los mismos principios activos básicos de esta droga ilegal, que en sí mismos son adictivos y dañinos a la salud, además de que son producidas sin ningún control sanitario: nadie puede, por tanto, saber con certeza lo que está ingiriendo.

Otros factores que influyen en el consumo

Para el director del Centro de Estudios de Alcoholismo y Adicciones de la Universidad de Guadalajara, Octavio Campollo Rivas, además del alojamiento de la producción en el Estado, otro de los factores detrás del uso de las metanfetaminas es que no se haya logrado posicionar aún como una droga dañina, sino que sus usuarios suelen creer que son inofensivas y buen aliciente para los momentos de recreación y fiesta, sobre todo en su presentación de “tacha” o pastilla.

También está la competitividad del precio de las metanfetaminas ante las drogas de mayor uso. El cristal puede encontrarse a un precio inferior al de la cocaína pero, más importante, el efecto del primero es más prolongado que el de la segunda, hasta por 12 horas, lo que lo vuelve atractivo para jóvenes de escasos recursos económicos.

Información de los Centros Nueva Vida señala que una “lata” de mariguana ronda los 30 pesos (suficiente para seis o siete cigarrillos); un gramo de cocaína, los 100 pesos; la metanfetamina en cristal cuesta entre 80 y 120 pesos por una dosis (menos de un cuarto de gramo) y, una “tacha”, alrededor de 50 pesos.

A esto se sumarán otras causas más particulares: la necesidad de esquivar problemas personales de la juventud, encajar en un círculo que utiliza esa droga, la tendencia a experimentar nuevas sensaciones, etcétera.

El Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, también ha hablado del incremento en el poder adquisitivo de los mexicanos, lo que hace al país un mercado creciente para bienes tanto legales como ilegales: si en la década de los noventa el ingreso per cápita era de dos mil dólares en promedio, ahora es superior a 10 mil dólares.

A esto se agrega que la mitad de la población tiene 26 años o menos de edad (un país joven), y que anualmente dos millones de jóvenes llegan a los 15 años, es decir, al “mercado potencial” de las drogas.

MÉXICO

La Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) detectó de 2002 a 2008 un aumento en la prevalencia del uso de drogas ilegales de alguna vez en la vida (de 12 a 65 años) de 5.03% (3.5 millones de mexicanos) a 6% (4.5 millones de mexicanos). El consumo de metanfetaminas pasó de una prevalencia de 0.1 a 0.5.

TOP #2

A escala mundial, los ATS son la segunda droga de mayor consumo, sólo después de la mariguana, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2011, de la UNODC.

A 203 MILLONES

En comparación, la mariguana, en la cúspide, fue consumida por entre 125 y 203 millones de personas en el mundo, una prevalencia de 2.8% a 4.5% del mismo rango de edades.

JALISCO

En Jalisco la prevalencia de uso de una droga ilegal alguna vez en la vida fue de 5% en 2008 (por vez primera se rindieron informes estatales). El uso de metanfetaminas fue de 0.7 (estimulante tipo anfetamínico), y estuvo sólo por debajo de la mariguana (4.1%) y la cocaína (1.9%).

HASTA 56 MILLONES

Hay dos subgrupos de ATS: las anfetaminas (metanfetaminas y metcatinona) y el éxtasis. El primero fue consumido por entre 14 y 56 millones de personas en el mundo en 2009, lo que representa una prevalencia de 0.3 al 1.3% de los individuos entre 15 y 64 años.

DE ARRIBA A ABAJO

También se genera noradrenalina, relacionada con la vigilia y alerta y con la reacción rápida ante estímulos externos; cuando la sustancia disminuye, no obstante, produce depresión.

EFECTOS

Su consumo hace que se liberen cantidades anormales de neurotransmisores en el cerebro, como la dopamina, lo que lleva a un incremento de la sensación de placer y motivación.

CALOR Y SUDOR


Con más serotonina liberada se altera y aumenta la temperatura corporal, lo que produce gran sudoración, un síntoma bien conocido por los usuarios. La serotonina es el “termostato” del cuerpo humano.

TESTIMONIO

Orfeo sin Eurídice, pero vivo después del infierno

Hados funestos sintetizados por manos cuidadosas en los matraces de un laboratorio oculto cualquiera; química clandestina, de la unión de una molécula de libertad a otra de tiranía nació una historia; en las calles de la ciudad la fatalidad se menudea y hasta el sino se halla ahora en presentación de tableta. Orfeo moderno, Iván bajó de propio pie a la oscuridad, anduvo por sus senderos y logró salir de ella, pero perdió en el camino, igual que el héroe mitológico, a la que más amaba.

Iván Michel Reyes Meza va por sus 27 años, es operador de maquinaria pesada y tuvo una Eurídice entre brazos que se rompió en cristales de metanfetamina.

Infancia bañada en droga. A los nueve años fue el cigarro; a los 11, el alcohol; a los 14, la cocaína. Vivía en La Tuzanía, Zapopan. Lo corren de la secundaria y comienza a trabajar. Siempre le ha gustado chambear, ésa es la verdad. Entre sus padres los problemas; ambos laboraban y tenía que llenar su ausencia.

Dieciséis años cumplidos y ya consumía 10 “michas” de cocaína en un día. Cada una contiene medio gramo. Cuando empezó con esto una “micha” le alcanzaba para seis líneas, seis “tarjetazos”, luego, apenas uno.

“Consumía exageradamente cocaína pero ya no me hacía, necesitaba más y más y el dinero ya no me alcanzaba. Al güey que la traía en el trabajo yo ya le exigía: ‘Oye, necesito que desde las ocho estés aquí con mis ‘michas’ porque si no no sé qué voy a hacer’.

“Se fue fastidiando, era más neurótico, me alteraba, quería más y todo el día, a veces le hablaba en la madrugada. A lo largo del día, en cuanto sentía que se empezaba a bajar la dosis, luego, luego era otro ‘tarjetazo’ y otra línea al baño; no dejaba que se me bajara el avión hasta que salía la jornada de mi día”.

Una noche gastó tres mil pesos en coca. Quién sabe cuánta se habrá metido, sólo recuerda que traía ese dinero y que un “ocho” (ocho gramos) le costaba 350 pesos. “Ese día ya me estaba saliendo espuma de la boca”. Lleva su mano al mentón: por la mirada, es evidente que está regresando a ese día:

“El que me vendía me decía: ‘Te está saliendo espuma de la boca’, y yo decía ‘¿Cuál?’, yo no me veía, nada más por la sensación de estarme metiendo y tener el corazón alterado, y él me decía ‘¡Güey, te está saliendo espuma! ¡Ya no te voy a vender porque te vas a morir!’, y yo decía ‘No, no, véndeme más, véndeme más, no me muero’. Me sentía bien, el corazón me daba a todo lo que late pero me sentía bien”.

Comenzaba a vivir muriendo. Lo cacharon en el almacén donde trabajaba y lo despidieron. Encontró un nuevo trabajo como operador de una quebradora de piedra para hacer grava. La máquina se volvió una extensión de su cuerpo, Iván nació para dominar ese poder de artificio. Aprendió a hacerlo en tan poco tiempo. El consumo de la cocaína estaba moderado, pero llegó el día en que conocería el cristal de manos de un trailero.

Le mostró un foco roto, dentro había granos que asemejan a los de la sal que todos conocemos. El trailero, diestro, comenzó a calentar el matraz improvisado mientras Iván veía cómo iba naciendo en su interior una gota, cada vez más grande, yendo de un lado a otro de la pared de vidrio translúcido, al mismo tiempo que develaba el secreto de su humo estimulante.

Una sola fumada y “a los dos segundos sentí el levantón. Me sentí como si me hubiera metido 10 dosis de coca al mismo tiempo. Un solo fume, eran las 10 de la noche y trabajé hasta las seis de la mañana sin parar y sin volver a consumir. Fue cuando dije: ‘Esto es lo mío’”.

Tenía 18 años. El cristal fue degradando lentamente todo el entorno en el que se desenvolvía Iván. Rememora lo bien que se sentía su efecto, pero también la desesperación que lo envolvía insoslayablemente al difuminarse: aquel círculo. A los 19 años se determinó por el suicidio. Deprimido, se vació en la garganta un pomo de pastillas para dormir, lo cerró bien y lo dejó en su estante. No tenía tiempo para dramatismos vanos. Se acostó como si fuera la última vez y sólo una siesta más, perdió el conocimiento. Era un domingo.

No sabe aún cómo pero, su mamá se dio cuenta de lo que había hecho. Lo llevó a una unidad médica y le salvó la vida. El pomo estaba cerrado y en su lugar… misterio maternal. Regresó en sí el miércoles y, pocos días después, regresó también al consumo.

El cristal en su sistema nervioso hacía que los lunes, martes, miércoles y jueves únicamente durmiera, si es que lo hacía, una hora por día como máximo, el viernes lo dormía todo, era su noche de 24 horas, y el fin de semana no lo fumaba.

En medio de ese caos, conoció a la que, sabe, debió ser su compañera de vida. Tenía entonces 23 años. Suficiente para saber algo así. “Ella me motivó muchísimo, como por dos años, íbamos caminando pero, con mi consumo… y ella a veces se estresaba mucho. Le pedí que se casara conmigo y todo el pedo, pero el cristal no me dio chance; fue el amor de mi vida y lo perdí por el consumo de cristal”.

Él no podía ocultarlo. Ella notaba la manera en que sudaba sin haber realizado actividad física alguna; su delgadez: apenas comía, básicamente vivía de agua; las ojeras que revelaban la deuda de sueño; sus noches juntos y su imposibilidad por dormir, estarse quieto y vencer el insomnio —y su sospecha— que no lo dejaba. Terminó con él.

Pensó, primero, que si se hundía aún más ella regresaría. Por compasión, por lástima, por lo que fuera. Tuvo entonces una sobredosis, no podía respirar y se desvaneció en plena calle. Se recuperó pero estaba convencido de llenarse de cristal hasta explotar. “Yo decía: ‘Si se da cuenta, ella va a volver, va a volver’, tenía esa mentalidad en la cabeza”. Detiene un poco el relato. “Nunca volvió”.

“Implorante, y en vano otra vez atravesar queriendo”, le canta Ovidio a Orfeo, “el pesar y el dolor del ánimo y lágrimas sus alimentos fueron”. Un día, en medio de una “malilla”, de la ansiedad por necesitar la sustancia, del dolor insoportable de músculos, de cabeza, de quijada, de ver todo tan jodido, Iván se topó inesperadamente en su cuarto, junto a él, tiritando tanto o más, consigo mismo, ¿hace cuánto estaba ahí?, ya en solitud, reconociéndose, tuvieron un diálogo.

“Me empecé a dar cuenta de que esto no me iba a dejar tranquilo, que me iba a morir. Ya había perdido todo, la gente se me quedaba viendo como si fuera un asco, dije: ‘No manches: pues, si ya más pa’bajo no se puede, a ver si pa’rriba resulta…”.

Habló con su mamá para que le ayudara a internarse en el Centro de Integración Juvenil (CIJ) que se encuentra en Avenida Laureles y Periférico. “Hijo, tú eres mi dolor”, le dijo ella de pura tristeza. “Ayúdame”, le pidió Iván. En media hora la tenía con él. El 16 de noviembre de 2010 comenzó su tratamiento, lo terminó exitosamente el 16 de febrero de 2012.

Los primeros tres meses fue internado para ayudarle a superar la dependencia a la droga. Estuvo a punto de renunciar. Él sabía que el CIJ mantiene las puertas abiertas, y que la conclusión del tratamiento depende enteramente de la voluntad del paciente. En esas noches, encerrado para liberarse de su prisión, solo junto a otros 20 extraños, en la oscuridad, pensaba en ella. Así resistía. No contaba los días para superar la dependencia, lo hacía anhelando el encuentro. Sabía que podía seguir sin la química de las metanfetaminas recorriéndole el organismo, pero ¿podría vivir sin tenerla?

“Todo lo hacía pensando que saliendo de ahí iba a yo a volver con mi chava, sabía que ella no estaba ahí conmigo pero tenía fe en que, cuando saliera, iba a volver yo con ella. Decía: ‘Cuando salga del internamiento voy a ir a buscarla’”.

—¿Y lo hiciste, Iván? ¿La buscaste?

—No. Dicen aquí (en el CIJ): vive y deja vivir. Que no presiones. Ella sabía que yo había estado aquí, y yo decía: si ella quiere… Lo que pasa es que le hice mucho daño, me imagino que fue mucho maltrato psicológico. Me imagino que no quiere saber nada de mí, pero fue uno de los motivos, la ilusión de salir y estar con ella, uno de los motivos que más me tenía aquí.

Ahora trabaja de nuevo. Sigue siendo operador de maquinaria pesada. Aunque su tratamiento está terminado, continúa asistiendo al CIJ para compartir su experiencia y ayudar a otros que pasan por lo que él pasó.

“No la dejé (la droga) porque no me gustara, me sigue gustando, a veces todavía se me hace agua la boca, no digo que no; lo dejé por lo que me causó, las consecuencias, todo lo que te causa, lo que te viene a la cabeza, todo ese tipo de cosas que no ves, pero ahora veo muchas cosas. Lo dejé a tiempo. Tengo mucho anhelo de tener una familia, tener una casa, mis hijos, de muchas cosas; quiero una familia, así, y digo: ‘Qué bueno que dejaste eso’”.

Iván, Orfeo moderno.

FRASE

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Lo dejé por lo que me causó, las consecuencias, todo lo que te causa, lo que te viene a la cabeza, todo ese tipo de cosas que no ves, pero ahora veo muchas cosas. Lo dejé a tiempo "

SUBRAYAN DAÑOS DE NARCOLABORATORIOS AL MEDIO AMBIENTE
Contaminación, el “otro” saldo

La presencia de los narcolaboratorios en Jalisco dista mucho de ser, como se ha visto ya, una problemática que sólo atañe a las fuerzas de seguridad; lo han puntualizado así múltiples especialistas y estudios internacionales.

El 27 de febrero de 2012 se informaba aquí, además de sus efectos nocivos para el medio ambiente, que la Administración de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA) señala que por cada kilogramo de metanfetamina que sintetiza un narcolaboratorio, produce otros cinco kilogramos de desechos químicos peligrosos que libera al ambiente (aire, suelo, agua) sin seguir ningún tipo de regulación, dada su naturaleza ilegal y clandestina.

En Jalisco, en promedio, cada narcolaboratorio produce entre 15 y 20 kilogramos de metanfetaminas cada semana, según la delegación estatal de la PGR.

En la entidad nunca alguna institución estatal o federal se ha hecho cargo de las consecuencias ambientales de un narcolaboratorio; no en su diagnóstico, mucho menos en su remediación (EL INFORMADOR 28/FEB/2012). Apenas el pasado 20 de febrero la titular de la PGR, Ibáñez Morales, reconocía sobre estos centros: “Dañan severamente la ecología y ponen en riesgo el entorno social donde se encuentran los laboratorios (…) Durante la producción de estas sustancias se acumula y genera contaminación para el ambiente y para las personas que entran en contacto en esos sitios. Los efectos son funestos para los seres humanos”.

Ahora se puede ver también que el asentamiento de la producción de esta droga sintética en la localidad también incide en su posicionamiento dentro del mercado, lo que a su vez repercute en la prevalencia de los casos de consumo.

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