astor eres, y Dios su grey te encarga da ese nombre fiero y de tal celo, ara que rujas y la mano extiendas e suerte que de lobos la defiendas.
El vulgo de las artes laborioso, el mercader que necesario al lujo al lujo necesita, los que anhelando van tras el señuelo del alto cargo y del honor ruidoso, la
grey de aduladores parasita, gustosos pueblen ese infecto caos; el campo es vuestra herencia; en él gozaos.
Andrés Bello
Colón al mar por Cristo lanzó sus carabelas, con una idea fija la mar al trasponer; la de encontrar el paso de la región del oro, para allegar tesoros y ejércitos con que reconquistar de Cristo la tumba, y la Sagrada Jerusalem de manos del musulmán infiel, que fué en aquel entonces universal anhelo y aspiración unánime de la cristiana grey.
Por orden de su Gobierno, el marqués Imperiali, embajador de Su Majestad el Rey de Italia, tiene el honor de comunicar al honorable sir Edward Grey, primer secretario de Estado de Relaciones Exteriores de Su Majestad Británica, y su excelencia monsieur Paul Cambon, embajador de la república de Francia, y al conde de Benckendorff, embajador de Su Majestad el Emperador de Todas las Rusias, el orden, los siguientes: MEMORANDO Artículo 1.
Añadía que eso de derechos del hombre, y de patria y libertad, era pampiroladas sin pies ni cabeza; y que pues el rey nació para mandar y la grey para obedecer, lo mejor era no meterse á descomponer el tinglado, ni en ba- rullos que comprometen la pelleja en este mundo y la vida eterna en el otro.
Y buscando sus violencias en ella al príamo fuerte, dio al Entendimiento muerte, que era Rey de las potencias; y sin hacer diferencias de real o plebeya grey, haciendo general ley murieron a sus puñales los discursos racionales porque eran hijos del Rey.
Prender quise la sombra, atar el viento, seguir el humo y detener el río. Y mientras lo imposible loco intento, tengo en casa la vid medio podada, y en el bosque la grey abandonada.
Ora enseñando los blancos dientes o dilatando las narices, ya enarcando el cuello o dando una corveta, compele a su grey y la lleva al trazo de gramilla; se para de súbito, arroja un pequeño gruñido felino, y se pone a pastar.
Mas los Pastores de la Iglesia, a quienes compete el cargo de resguardar la grey del Señor de las asechanzas de los enemigos, procuraron conjurar a su tiempo el peligro y proveer a la salud eterna de los fieles.
Sus dientes y carlancas fueron defensa al tímido rebaño, y atronando los vagos horizontes con fiel ladrido en las nocturnas horas, ahuyentó de los montes las bestias carniceras, y los hombres, más fieros que las fieras. Hizo bien a su
grey, a nadie daño con intento maligno.
Juan Pablo Forner
No sólo al tiempo antiguo es bien perspicuo, también al nuestro hay claro experimento, cuando a esta grey que somos malnacida, nos da lobos rabiosos como cuida: a los que, pues no juzgan que les basta el hambre de sus vientres al tragarnos, llaman lobos de más hambrienta casta de ultramontanos bosques a zamparnos.
Miles se aborregan de almacenes en
grey electrónica de foquitos múltiples y masivamente sopesan la ilusión de que viven según los guiones del cine y la televisión.
Antonio Domínguez Hidalgo