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En 62 años, nueve colombianos han recibido el capelo cardenalicio

Con monseñor José de Jesús Pimiento, investido el pasado sábado, el país tiene cuatro purpurados.

La lista de los príncipes de la iglesia católica colombiana comenzó con monseñor Crisanto Luque, nacido en el siglo diecinueve en Tenjo (Cundinamarca).
El papa Pío XII lo elevó a Cardenal en 1953 y, así, participó en el cónclave que eligió al papa Juan XXIII. Se opuso a los mandatos del general Gustavo Rojas Pinilla y de la junta militar de Gobierno que lo sucedió.
También se le recuerda porque fue el prelado que les advirtió que los padres que llevaran a sus hijos a colegios protestantes serían excomulgados. Estuvo al frente de la Arquidiócesis de Bogotá entre 1950 y 1959. (Lea: Pimiento, el nuevo cardenal colombiano de 96 años)
El segundo purpurado nacional fue monseñor Luis Concha Córdoba, a quien se le rendía tributo, respeto y veneración como si fuera un papa. En la catedral de Bogotá utilizaba ornamentos con hilos de oro, que identificaban su poder. (Además: Los sermones del nuevo cardenal de casi 100 años)
En las procesiones caminaba parsimonioso bajo el palio y con un paño humeral llevaba la custodia. Tenía un anillo grande en la mano derecha, que todo el mundo besaba cuando lo saludaba.
En 1968, le tocó actuar como anfitrión en la visita del Papa Paulo VI a Colombia, la primera de un romano pontífice al país. Fue arzobispo de Bogotá entre 1959 y 1972.
El tercer cardenal nacional fue monseñor Aníbal Muñoz Duque, objeto de numerosas caricaturas en las que se destacaba su defecto en un ojo. No se salvó de la pluma de Héctor Osuna, quien ha disfrutado dibujando, entre otros personajes, a los cardenales.
Muñoz Duque tuvo el privilegio de participar en los cónclaves en los que fueron elegidos Juan Pablo I y Juan Pablo II. También fue arzobispo de Bogotá.
El cuarto cardenal de la lista fue monseñor Mario Revollo Bravo, nacido en Génova (Italia). Famoso por su terquedad sobre todo con la adicción al cigarrillo, causante del cáncer pulmonar que lo llevó a la tumba. También fue famoso por su buen humor y la chispa que le ponía a sus comentarios. Como sus antecesores, también ocupó la silla arzobispal en Bogotá.
El quinto purpurado criollo es monseñor Pedro Rubiano Sáenz, a quien le tocó enfrentar dos grandes ‘chicharrones’. El primero, la quiebra de la Caja Vocacional, que llevó a la Iglesia a vender propiedades para devolverles dinero a los miles de ahorradores. Y, el segundo, cuando ironizó acerca de que el presidente Ernesto Samper no había visto al “elefante” cuando entró en su campaña por la presidencia, a propósito del tema del ingreso de dineros del narcotráfico en las arcas de su organización para alcanzar la Presidencia.
Hoy está en el retiro, pues la Santa Sede aprobó su salida como arzobispo de Bogotá cuando cumplió 78 años. Sin embargo, asiste eventualmente a una que otra ceremonia.
Cardenales y ministros
El sexto cardenal de la lista es monseñor Darío Castrillón Hoyos, controvertido por sus posiciones sobre los pobres, sus críticas a los gobiernos y a los poderosos y la defensa de la utilización de los dineros de la mafia para repartir entre los más necesitados. Los periodistas que cubrían la curia lo preferían para las ruedas de prensa, porque solía dar declaraciones que les permitían mojar primera página.
Llegó hasta la curia romana, donde el papa Juan Pablo II, a quien le hablaba en el oído, lo designó prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero, algo así como un ministro y jefe del ejército de 400.000 sacerdotes que trabajan en todo el mundo católico.
Hoy, como Rubiano, Castrillón está en el retiro por su edad. Tiene 85 años y está como un roble. Vive en un cómodo apartamento en Ciudad del Vaticano, que tiene el privilegio de estar situado frente a los aposentos del papa Francisco.
El séptimo cardenal colombiano fue monseñor Alfonso López Trujillo, un diplomático muy ortodoxo. Ocupó la secretaría general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam). Fumador y obsesionado con la información y el poder. Cuando viajaba, que lo hacía mucho al exterior y especialmente a Europa, por su cargo en el Vaticano, le guardaban todos los periódicos que devoraba a su regreso. Le gustaba que lo entrevistaran y aparecer en los medios. Muy elegante, siempre vestía sotanas confeccionadas por sastres italianos.
López fue nombrado por el papa Juan Pablo II presidente del Pontificio Consejo para la Familia en el Vaticano, otra especie de ministerio que lo volvía consultor del pontífice. Por supuesto, también como Castrillón, le hablaba al papa en el oído.
Cuando murió López Trujillo, su sepelio fue casi como el de un papa, con jefes de Estado y oficiado por el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro.
Por aquella época, Colombia tuvo un privilegio que han gozado muy poco países latinoamericanos: tener tres cardenales vivos y actuantes: Alfonso López Trujillo, Darío Castrillón y Pedro Rubiano. Los dos primeros con altos cargos en Roma.
Como octavo cardenal está monseñor Rubén Salazar, uno de los más jóvenes en llegar a recibir el birrete rojo. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana y actualmente es arzobispo de Bogotá y primado de Colombia. Es filósofo, teólogo y políglota, pues habla, además del español, latín, alemán e inglés.
¿Capelo en la Catedral?
Cierra el abanico monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez, quien en un hecho muy llamativo el papa Francisco le otorgó el capelo a la edad de 95 años.
El nuevo cardenal colombiano, por su edad, no viajó a Roma para recibir el capelo el 14 de febrero, sino que estuvo en una solemne ceremonia el 28 de febrero, en la Catedral Primada de Bogotá, donde recibió su designación de manos del Nuncio Apostólico, monseñor Ettore Balestrero, que oficia como embajador de Sumo Pontífice en Colombia.
Monseñor Pimiento es Arzobispo Emérito de Manizales. Conocido como de carácter firme pero con un muy buen humor. Hoy está en el retiro por edad, viviendo en su natal Zapatoca (Santander), donde se le notificó su designación inesperada y desde donde viajó a Bogotá a recibir el reconocimiento del papa.
Uno de los religiosos colombianos que ha tenido muy de cerca a los cardenales que han sido Arzobispos de Bogotá es monseñor Alirio López, muy conocido en los medios de comunicación.
Recuerda que el cardenal Muñoz Duque fue quien lo ordenó, que Revollo fumaba como una chimenea, que Rubiano creó el diaconado permanente de hombres casados y que fue quien lo presentó en Roma como monseñor capellán del papa, y que Salazar delega y sabe escuchar.
Pasarán seguramente algunos buenos meses, y hasta años, para que Colombia pueda tener un nuevo Cardenal. Desde ya suenan muchos nombres como el de monseñor Augusto Castro, arzobispo de Tunja, y muchos más. Aunque podría verse una nueva sorpresa como la de monseñor Pimiento.
Por ahora, lo único cierto es que con monseñor José de Jesús Pimiento, hoy Colombia tiene el privilegio de tener cuatro cardenales, sumando a Darío Castrillón, Pedro Rubiano y Rubén Salazar.
¿Qué simbolizan los ornamentos?
Cuando no están oficiando misa o algún sacramento, los sacerdotes solo usan su sotana. Antes se hacían la tonsura que pasó de moda y llevaban birrete negro.
Los obispos portan por fuera de las ceremonias religiosas la sotana y un Cristo en el pecho. Asimismo, el anillo que les coloca el papa cuando los eleva a la calidad de obispos y un solideo morado.
Los cardenales llevan una sotana con visos rojos, el capelo, el solideo y el anillo que reciben del papa el día en que son elevados a la categoría de príncipes de la iglesia. Los distingue el color rojo escarlata o sangre que significa que, como los mártires, pueden morir por su fe.
Qué hace cada quién
En la iglesia católica existen cuatro categorías religiosas: sacerdote, obispo, arzobispo y papa.
También hay dos distinciones honoríficas que son monseñor y cardenal.
El sacerdote gobierna como párroco la localidad de una ciudad o un pueblo. El obispo tiene bajo su cargo una diócesis a la cual pertenecen muchas parroquias y es el jefe de los párrocos.
También hay arzobispos que son obispos y gobiernan diócesis muy grandes, especialmente de las capitales de departamento.
Los obispos van a Roma a los sínodos, aunque también le hacen una visita anual al papa. Son más de 3.000 en todo el mundo.
Los monseñores, que bajo el gobierno del papa Francisco serán muy pocos, son párrocos, están en el retiro o ayudan en muchas labores religiosas.
Los cardenales o los príncipes de la Iglesia católica a veces son arzobispos de grandes diócesis o pasan al retiro como hoy lo están Darío Castrillón, Pedro Rubiano y José de Jesús Pimiento.
Los cardenales pueden asistir a los cónclaves para elegir papa con voz y voto, y pueden estar en la lista de los papabilis o papables y llegar a ser elegidos pontífices.
Los cardenales electores tienen que tener menos de 80 años, aunque puede ser elegido papa un cardenal con más de 80 años. Por eso, por Colombia solo puede elegir a romano pontífice el cardenal Rubén Salazar.
Antes de la elección y coronación de Benedicto XVI, por Colombia sonaron mucho en Roma los nombres de Darío Castrillón y Alfonso López como papables.
Hoy el Colegio de Cardenales está conformado por 227 purpurados, de los cuales solo 125 pueden votar y elegir papa.
 AMILKAR HERNÁNDEZ
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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