Fauna de alta montaña


La alta montaña ibérica

La porción riojana del Sistema Ibérico, situado en la zona meridional de la Comunidad, se compone de sierras que disminuyen en altitud en dirección Oeste-Este. Sus cumbres más altas rondan los 2.200 m en la mitad occidental (Sierras de la Demanda, de Urbión y de Cebollera) y no llegan a los 1.800 en la oriental. Son sierras con una línea de cumbres de perfil redondeado por la acción de los agentes erosivos, donde la vida sufre todo tipo de limitaciones debido a las condiciones especiales de estos parajes: fríos intensos, fuertes vientos, grandes contrastes diarios de temperatura, mayor duración del período de innivación, heladas frecuentes e intensa radiación ultravioleta.

Por encima de los 1.700-1.900 metros se desarrolla una comunidad vegetal compacta y achaparrada, que alterna matorrales de enebro rastrero, piorno y biércol, en ocasiones con una laxa cubierta arbórea de pino negro y pino silvestre, con praderas subalpinas en las cimas, y brezales en la zona de contacto con los hayedos, pinares y robledales del piso inferior. La fauna de la alta montaña Ibérica se compone de un grupo de especies menos numeroso que el presente en los cercanos Pirineos, Cordillera Cantábrica y Sistema Central. Son especies representantes de una fauna norteña, que consiguió refugiarse en estos fríos y aislados enclaves tras la última glaciación, y que encontró parecidas condiciones a las del norte de Europa, por donde se distribuyen de manera continua. Debido a sus muchos siglos de aislamiento genético han evolucionado formando razas geográficas o subespecies.

Invertebrados

A altitudes subalpinas los invertebrados son más bien escasos. No obstante, estas elevadas islas atlánticas albergan una gran proporción de especies endémicas de escarabajos, saltamontes y mariposas. Dentro de este último grupo es destacable la presencia de especies típicamente alpinas como las Erebias de montaña y la Apolo o pavón diurno, una preciosa mariposa blanca con ocelos rojos, que vuela durante el verano en las zonas abiertas de la mayor parte de las sierras, por encima de los 1.000 metros.

Vertebrados

La perdiz pardilla es el habitante más emblemático de los matorrales y pastizales altimontanos del Sistema Ibérico riojano. Se comporta como ave sedentaria y sólo realiza movimientos en altitud cuando las condiciones climáticas le son adversas. De tamaño menor que la perdiz roja, es un ave también gregaria en otoño e invierno, aunque se agrupa en bandos más pequeños. En la actualidad es una especie vedada, debido a su bajo número de ejemplares. El bisbita alpino es un pajarillo insectívoro, muy activo, que vive en las zonas de pradera cercanas al agua y los pequeños afloramientos rocosos de las cumbres de nuestras montañas, donde también podremos encontrar al acentor alpino, pájaro con especial querencia por los roquedos y canchales, con muy pocas parejas nidificantes en La Rioja.

Entre los pequeños mamíferos, el más característico es el topillo nival. Roedor de hábitos subterráneos que acostumbra a vivir por encima de la línea de árboles. Se alimenta de las partes verdes de las plantas y, como no hiberna, almacena comida para el invierno.

Fauna de otros biotopos

Debido a sus limitadas proporciones, la alta montaña Ibérica acoge también fauna más propia de otros biotopos. Es el caso de especies como el tritón palmeado, sapo partero y ranita de San Antonio entre los anfibios. La lagartija roquera, la culebra lisa europea y la víbora áspid entre los reptiles. El reyezuelo sencillo, verderón serrano, tarabilla norteña, roquero rojo, alondra común y la collalba gris por citar alguna de las aves presentes. Tampoco hay que olvidar la importancia de la línea de cumbres para una serie de mamíferos de área de distribución natural mucho más amplia, como el ciervo, que desarrolla en algunos de estos puntos su corta y espectacular berrea, o como el lobo, empujado por el hombre hasta estos lejanos espacios.


Nombre científicos de las especies citadas en el texto (solo fauna actual de La Rioja)
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