Sermón: Lo que Principalmente Enseñan las Escrituras

 

 2 Timoteo 1:13 “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.”

 

            La segunda epístola o carta de Pablo a Timoteo es su última carta escrita. Probablemente durante su cuarto viaje misionero entre los años 64 al 68 d.C. El propósito de esta carta es el de proveer una carta final para motivar a Timoteo en su ministerio. En segundo lugar, para dirigir a Timoteo en su viaje a Roma, dándole instrucciones sobre a quién qué debe traer con él.

            Esta carta exhibe una fuerte preocupación por la sana doctrina. “Falsos maestros, Timoteo, siempre traerán problemas a la iglesia. Y por eso te escribo esta carta para motivarte a permanecer firme en la verdad contra los falsos maestros del evangelio, diría Pablo”.

            Nosotros también hermanos debemos estar alertas contra toda falsa doctrina que pueda meterse dentro de la iglesia.

            Pablo reconoce que los seres humanos son muy prestos a apartarse de la verdad. Hay en todos nosotros una tendencia a rechazar la verdad, llamada en nuestro pasaje “sana doctrina”. Es bien común en nosotros pensar o sentir: “esto está muy fuerte, esto está muy exagerado, y que se cree esto. Yo no creo que Dios esté mandando esto. Esto no me gusta y como no me gusta no me lo como.” Puede ser que lo digas delante de los demás. O puede ser que no se lo digas a nadie. Y que sea algo que solamente has pensado o sentido. En todos nosotros hay ese deseo de apartarnos de la verdad. Y si no llegamos al extremo de rechazar toda la verdad, por la gracia de Dios, es posible que no procuremos dar el máximo en nuestra obediencia a Dios. Hermanos tal actitud no es bíblica. Dios demanda que abracemos la verdad tal como él la ha enseñado en su Palabra. Debemos creer a la verdad y ser tan estrictos por la verdad como Dios nos la ha dado. No debemos ser más estrictos que Dios ni menos tampoco.

            Es de ese contexto que Pablo le dice a Timoteo: retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste. ¿Qué quiere decir Pablo con la palabra retén? La palabra en griego significa: tener, sostener, preservar, tener como la propia posesión de uno. Es el verbo que comúnmente se traduce tener, tengo. La idea es la de preservar, no dejes que se pierda o se te vaya de las manos. Esa es la idea. “Timoteo, como pastor, te diré vendrán muchos que no tienen la verdad de Dios. Que desearán que tú aceptes sus doctrinas como la verdad de Dios. No les hagas caso. No te apartes de la sana doctrina. Timoteo vendrán muchos que, aunque hablan de la verdad niegan el poder de la verdad. Poseen una ortodoxia muerta. Conocen de la verdad, pero no viven la verdad. Cuídate de los tales, le decía Pablo”.

            Nosotros también como creyentes debemos hacer lo mismo. Y te pregunto ¿Estás aprendiendo de lo que se te enseña? Hermanos porque yo conozco hermanos que dicen sí, sí, a lo que se enseña cuando lo que quieren decir es no, no. No estoy de acuerdo con eso, no me gusta eso, no me interesa eso. ¡Y no dicen nada! Debemos retener la verdad. Y para retener la verdad es necesario conocer la verdad. Conocimiento es necesario a la fe. No podemos creer lo que no conocemos. Pero esto no es suficiente. Debemos creer con convicción lo que se nos enseña. Creer con convicción es estar convencidos que esta es la verdad y que la misma no puede ser de otra manera.

            Pablo le dice a Timoteo y a nosotros que debemos retener la forma de las sanas palabras. La forma, es decir: el modelo, el ejemplo, el prototipo, o literalmente: la copia calcada, o la fotocopia de las sanas palabras. La idea del original griego es la de una marca producida por un golpe. Esa marca es el modelo a seguir. La traducción de la RV60 para mí es buena porque nos enseña que debemos imitar la forma de la enseñanza. Es como cuando le enseñamos a los niños a escribir. Le dibujamos la A y le decimos esto es la A, hazla igual al ejemplo. Así que hermanos debemos retener la forma de las enseñanzas bíblicas tal como se nos ha enseñado de la Biblia. Calvino: “Timoteo debes regular la manera de la enseñanza según esta regla que te he dado.” Debemos reproducir las doctrinas bíblicas tal como se nos han enseñado. Es por esto que predicamos y enseñamos el catecismo de esta iglesia.  A través del catecismo aprendes la forma de las sanas palabras. Y es esta forma que todo ministro o maestro en esta iglesia debe reproducir. ¿Qué le vamos a enseñar a nuestros hijos? La forma de las sanas palabras de este catecismo, porque el mismo es una reproducción de lo que enseña la Biblia, la Palabra de Dios. Estamos reteniendo esas Palabras. Esto implica no solo escucharlas sino aprenderlas, memorizarlas. Aprenderlas como se nos ha enseñado. Las palabras del catecismo tienen una razón de ser, de igual manera lo son las palabras de la Biblia. Debemos retener la forma porque sin ese modelo a seguir podemos desviarnos sin darnos cuenta. Mira un ejemplo: Cuando alguien le cuanta algo a una persona y la otra la reproduce a su manera y la tercer lo reproduce a su manera y la cuarta a su manera.  Cuando llegue a le décima persona, ¡cuán distinta será lo que se cuente ahora de lo que era el original! Solo cuando retenemos la forma, el modelo, es que seremos preservados del error. Así que nuestro deber es retener la forma de las sanas palabras.

            Fíjate como Pablo desea que veamos las palabras del evangelio. Ellas son “sanas palabras”. Ellas son puras y son el medio para sanar nuestra alma. La Palabra de Dios purifica el alma, sana nuestro muerto corazón, ilumina nuestra mente, estimula nuestros deseos, te hace semejante al Señor Jesucristo. Las palabras de Jesús son verdad y vida, porque reflejan como en un espejo la vida y la obran de Jesús.
            Dice Pablo: “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.” Por fe y amor debemos entender el contenido o resumen de la sana doctrina. La doctrina verdadera se resume en lo que debemos creer y lo debemos obedecer. Puede ser traducida también: retenlas… con fe y amor; lo cual es correcto. Debemos retener la doctrina cristiana y esto se logra creyendo la verdad, creyendo como verdadera esa doctrina, amándola y atesorándola en nuestros corazones y viviendo y poniendo por práctica la verdad. Pero como el énfasis del texto bíblico lo es en la forma de las sanas palabras, esa es la primera palabra que aparece en el griego, entiendo que es mejor ver la frase en la fe y amor como el resumen del contenido de las sanas palabras.

            De aquí que la pregunta y respuesta 3 del catecismo menor nos dice; P. ¿Qué es lo que principalmente enseñan las Escrituras? R. Lo que principalmente enseñan las Escrituras es lo que el hombre ha de creer acerca de de Dios y el deber que Dios requiere del hombre.

            De esta pregunta podemos aprender que no todo lo que se habla en las Sagradas Escrituras es de igual importancia. La Biblia habla de muchas cosas y el propósito del mismo no es enseñarnos de esas cosas en primer lugar. Nos habla de aves, árboles, ríos, la agricultura, las costumbres de las naciones etc. El propósito principal no es enseñarnos de esas cosas. No es el propósito enseñarnos cuántos ríos hay en Palestina ni cuántas uvas se cultivaban allí. Estas cosas se enseñan con miras a enseñarnos acerca de la fe y la obediencia de un creyente. Por ejemplo, cuando en Ezequiel nos habla acerca de la vid, la planta de uvas, el propósito es ilustrarnos que, así como hay plantas estériles que no dan fruto también hay personas que profesan ser cristianos y no dan frutos, son estériles en su vida espiritual. Están un tiempo con nosotros y se van porque no han nacido de nuevo. Pero, aunque no todo tiene el mismo peso de importancia todo lo que enseña la Biblia debe ser creído porque Dios es el autor de las Escrituras. Aunque no todo es de igual importancia.

            Todo lo que Dios revela en las Escrituras se puede resumir en estos dos puntos: o trata acerca de lo que debe ser creído o trata acerca de lo que debe ser obedecido. El catecismo menor de Westminster se divide en dos partes: las primeras 38 preguntas tratan acerca de lo que debemos creer: el ser de Dios, los planes de Dios, el cuidado de Dios de su creación, la creación del hombre, su pecado, la persona de Cristo y la salvación comprada por El, el perdón de pecados, la santificación, los cielos y el infierno. La segunda parte, de la 39 a la 107, trata acerca de la obediencia que le debemos a Dios en agradecimiento por salvarnos. Esta sección trata acerca de la ley moral de Dios resumida en los 10 mandamientos, los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor y el Padre nuestro. Hemos estado estudiando lo que debemos creer acerca de Dios.

            Fe y obediencia es el resumen de todo lo que Dios nos da en la Biblia. Se levantan dos preguntas ¿Cuál es la clase de fe que la Biblia requiere? Y ¿Cuál es la relación de la fe a la obediencia?

            La fe que requiere Dios es la fe salvadora. Una persona puede creer que la Biblia es la Palabra de Dios. Puede creer que Jesús es Hijo de Dios. Que vino al mundo hace 2,000 años atrás. Que nació en Belén. Que María y José fueron sus padres. Que murió en la cruz del Calvario. Que él murió para salvarnos. Que él es el salvador del mundo. Y aún así no ser salvo. La fe que salva es la fe salvadora. Es una fe que Dios imparte por Su poder omnipotente en el corazón del pecador. La gracia de la fe capacita a la persona a creer para la salvación de su alma. Es una obra del Espíritu de Cristo en el corazón de los elegidos. No es algo que podemos crear. No es algo que podemos producir por nosotros mismos. Es un don de Dios. Busquemos Efesios 1:17-19 “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,”. La gracia de la fe salvadora es una obra de Dios. Es un don de Dios. Es Dios quien nos hace creer. Hermanos, todo lo que principalmente enseña la Escritura acerca de Dios, todo eso debemos creer con fe salvadora. Sin la fe salvadora el conocimiento que aprendas no te salvará, te condenará más. Cada sermón que escuches, cada letra de la Biblia que leas, cada vez que se hable del amor de Cristo, de su sangre preciosa, del poder de su resurrección será para tu mayor destrucción. Hermanos, abraza con fe salvadora la Palabra de Dios. Descansa totalmente en la persona y la obra salvadora de Cristo. Recibe a Cristo y descansa sólo en él para el perdón de todos tus pecados. Acepta, recibe y descansa sólo en Cristo para la santificación de tu alma. Acepta, recibe y descansa sólo en Cristo para obtener la vida eterna. Ese es tu deber. Clama a Dios que te salve si a El le place. Dependes para la salvación totalmente de la misericordia y la compasión de Dios. El no tiene la obligación de salvarte. El tiene la libertad de condenarte porque eres un pecador. Pero El está dispuesto, El está presto, es su deleite y placer salvar a los que creen y se arrepienten de sus pecados. Mira su muerte en el Calvario. El Justo muere por el injusto para llevarnos a Dios. El vino a morir voluntariamente, porque es su placer el salvar. Es su deleite el perdonar pecados. Según la Biblia, le produjo gozo El ver el resultado de su muerte en la salvación de pecadores. Hebreos 12:2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” La fe es un don de Dios.

            No sólo somos llamados a creer todo lo que la Biblia nos enseña acerca de Dios. La Biblia nos enseña cuál es el deber que Dios requiere del hombre. Fe y obediencia van juntas. Esto es muy importante. El catecismo nos quiere enseñar que no hay fe salvadora si no hay obediencia a Dios y su palabra. Jesús mismo dijo: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;” (Juan 15:2). (NVI) “Toda rama que en mí no da fruto, la corta.” Esta rama no sirve. Un árbol frutal que no da fruto no sirve. De qué me sirve un bolígrafo que no escribe. ¿Qué hacemos con él? Lo botamos. Dios nos llama no sólo a creer en El sino a vivir toda nuestra vida para El. Dios demanda de ti sólo dos cosas: fe y obediencia.

            Pero, ¿Cuál es la relación de fe y obediencia?

1. La fe es el fundamento o la base de nuestro deber. Lo que debemos creer debe ir antes de lo que debe ser obedecido. Tito 3:8Palabra fiel es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.” En el pacto de gracia, es decir, en el plan de la salvación, fe es primero y obediencia a Dios surge del amor y gratitud por la salvación adquirida. Vivimos santamente por amor a El en gratitud por habernos salvado.

2. Toda obra si fe es una obra muerta. Y por tanto no pueden agradar a Dios. Romanos 14:23todo lo que no proviene de fe, es pecado.” Ninguna obra que hagas por más “noble” que sea puede merecer la salvación. Las buenas obras de los creyentes son aceptadas por Dios porque ya ellos eran salvos. Son aceptadas no para ganar o comprar la salvación sino porque ya sus personas han sido aceptadas por Dios.

3. El nuevo nacimiento o regeneración y la unión salvadora con Cristo, la cual nos hace una planta con él, es la fuente de toda verdadera obediencia. Jamás podremos producir frutos si no estamos unidos a él. Y es en unión con él y en dependencia de él que podemos producir frutos. Necesitamos la savia del árbol para poder crecer. Necesitamos recibir los minerales del tallo para producir frutos. Necesitamos la gracia de Dios recibida a través de Cristo y una fe viva para poder crecer en la imagen del Hijo de Dios. Jesús dijo: “separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5).

 

Aplicación:

1. Es necesario que te examines para ver si eres o no un creyente verdadero. Mira si hay en ti ese deseo de servir a Dios con todo tu corazón. Mira si descansas solamente en la sangre de Cristo para salvar tu vida, o si estés poniendo tu seguridad de salvación en tus obras. Sólo Cristo puede salvarte de tu peor enemigo. Y tu peor enemigo no lo es la falta de dinero, la falta de trabajo, la falta de tiempo, la hipocresía de algunos cristianos; tu peor enemigo lo es el pecado que mora en tu corazón. Este es tu cáncer que te va a matar a menos de Cristo, el cirujano, te opere salvadoramente. Esa operación para extirpar el cáncer del pecado lo es en el ahora. Después de muerto no hay operación.

2. Tu que eres creyente examina tu vida y ve cómo está tu obediencia a Dios. Cuán obediente eres a las Palabras de Dios. Cómo está tu vida de oración, cómo está tu vida de servicio a la iglesia, cómo está tu servicio y amor por tus hermanos, cómo está tu humildad, cómo estás luchando contra tu pecado que aún mora en ti, cómo está tu amor al mundo y las cosas del mundo, cómo está la pureza de tu corazón: cuán limpios son tus pensamientos, tus deseos, tus prioridades en tu vida, a quién sirves más.

            Que Dios nos dé su gracia y poder para poder servirle con sinceridad y esfuerzo. Amén