Eran los amos de la aldea, los dueños de la quinta; un caballero de barba gris, una dama cuarentona, muy retocada, de traje de percal incrustado de entredoses, sombrero y sombrilla de encaje negro. La pareja se aproximó a María Vicenta y la interpeló con
dulzura: -¡Sea todo por Dios!
Emilia Pardo Bazán
La joven tomó asiento muy cerca de él; reflexionó unos instantes; o bien reunió fuerzas para la ya presentida borrasca, y expuso al fin con imponderable
dulzura: -Señor de Córdoba: la mañana en que murió mi bendita madre, y cuando, cediendo a ruegos de usted, me retiraba de mi aposento, después de haberla amortajado, por haberse empeñado usted en quedarse solo a velarla, con una piedad y una veneración que no olvidaré jamás...
Pedro Antonio de Alarcón
¿No tienes hijos, Julio? -interrogó ella derramando
dulzura y compasión, y, por extraña mezcla, despecho involuntario. Él no contestó.
Emilia Pardo Bazán
Era el obispo de Auriabella -que poco después falleció y ya estaba bastante enfermo del corazón- un señor bondadoso, lleno de unción y de
dulzura, de esos que todo lo gastan en caridades; un verdadero pastor, humilde con dignidad, y alegre y chancero de puro limpia que tenía la conciencia; pero al venir a Illaos bajo la impresión de un hecho tan solemne, se encontraba muy conmovido; traía los ojos humedecidos, la respiración cortada y fatigosa, y aún parece que le estoy viendo en el momento en que, al divisar la choza de Juan del Aguardiente, saltó aprisa del caballejo que le habíamos proporcionado, se descubrió y se inclinó hasta el suelo ante los padres del confesor de Jesucristo...
Emilia Pardo Bazán
Me invadió una melancolía tal como sólo un pobre chelín puede sentir cuando nadie lo quiere. Pero la mujer se me llevó nuevamente a su casa y me miró con cariño, con
dulzura y bondad.
Hans Christian Andersen
Cuando volví en mí tuve la impresión de que iba a caer si no buscaba donde apoyarme. Me sentía leve y tan descansada, que hasta la
dulzura de abrir los ojos me fue sensible.
Horacio Quiroga
Mi soledad y tu recuerdo, ¡oh, qué dulzura!, ¡sentir lejanamente, sentir muy vagamente una caricia lánguida deshecha de ternura que del alma a los ojos sube constantemente!
Y estas atribuciones posee desde el principio y ha recibido como lote entre los hombres y dioses inmortales: las intimidades con doncellas, las sonrisas, los engaños, el dulce placer, el amor y la dulzura.
Éstos hombres que pasan toda la vida juntos, no sabrían decir qué es lo que quieren el uno del otro, porque si encuentran tanta dulzura en vivir así no parece que los placeres de los sentidos sean causa de ello.
Es el que aproxima a los hombres impidiéndoles ser unos extraños; es el principio y lazo de unión de toda sociedad, de toda reunión amistosa, y preside las fiestas, los coros y los sacrificios; llena de dulzura y destierra la aspereza.
Todo se fundía en abrazo magnifícente y supremo: Crepúsculo y
dulzura rítmica; añoranza lumínica y ritornelos de vida; íntima beldad entre el paso de las horas.
Antonio Domínguez Hidalgo
Vio hacia todos lados: A la derecha, a la izquierda, abajo, arriba, adelante, atrás y cuando se sintió satisfecho de su inexplicable curiosidad, sonrió con angelical
dulzura.
Antonio Domínguez Hidalgo