josé Manuel Palma

El dilema de hablar o callar

A veces me ha ocurrido, después de hacer algo, el pensar: "no debería haber dicho esto". Y también al contrario: "tendría que haber dicho tal cosa". No nos engañemos, la cuestión de cuando hablar y cuando callar puede resultar complicado y difícil en muchas ocasiones.

La Biblia nos da muchos consejos tanto para hablar como para callar. En Proverbios 17, 28 dice: "Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido". Pero también dice en los versículos 15, 23: "Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!".

Saber hablar a tiempo, en el momento oportuno, puede ser de gran ayuda y hacer mucho bien a la persona que lo recibe. Pero saber callar cuando la otra persona no está preparada para recibir un consejo o un reproche, es sabiduría que no tiene precio. Por eso el apóstol Santiago nos dice que: "todo hombre sea pronto para oír y tardo para hablar".

Así pues, humildemente les propongo unos criterios de actuación para que pongan en práctica el hábil instrumento de la comunicación a través de la palabra, pero sobre todo por medio del silencio que habla.

Por ejemplo, callar cuando acusan es heroísmo, pues los acusadores no buscan la verdad, sino derribarte de ella; callar cuando insulta es amor, y que se lo pregunten a las madres que sufren los reproches de sus hijos adolescentes; callar las propias penas es sacrificio, pero se hace por amor; callar de sí mismo es humildad, y es la mejor forma de aprender y crecer en sabiduría; callar las miserias humanas es caridad, ya que "el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra"; callar a tiempo es prudencia; callar en el dolor es penitencia; callar palabras inútiles es virtud; callar cuando hieren es nobleza, puesto que no consiguen rebajarnos de nuestra dignidad; callar defectos ajenos es benevolencia, los demás son críticas que desvían la atención de los defectos propios.

Sin embargo, callar debiendo hablar es cobardía, pues fue el silencio de los seguidores de Cristo el que también lo condenó a muerte. Aprende primero a callar, para poder luego hablar con acierto. "Porque si hablar es plata, callar es oro", dice el refrán.

Tanto las palabras como los silencios, están relacionados con nuestros pensamientos, pero más profundamente con nuestro corazón. Dice la Biblia en Proverbios 23,7: "Porque según sea tu pensamiento en tu corazón, así eres" o dicho en otras palabras: somos lo que pensamos. Así lo ratificaría el mismo Cristo, según lo recoge el evangelista san Mateo en los versículos 15,19: "Porque del corazón salen los malos pensamientos". Y los buenos también.

Equilibrio maravilloso y no ciertamente fácil entre hablar y callar. Que tanto puede uno pecar por defecto como por exceso. Pero podría ser una norma prudente callar, por lo general, cuando los demás quieren hablar y hablar cuando los otros desean escuchar.

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